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Las “Vespro della Beata Vergine” en  una superproducción poco frecuente

Andrés Gerszenson dirigirá una obra cumbre de Monteverdi, al frente de varios argentinos notables que rara vez tocan en Buenos Aires.

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Por Diego Fischerman
t.gif (862 bytes)  ”El nivel de los músicos argentinos que se dedican a la interpretación de música antigua es muy bueno. La proporción entre los que ocupan los primeros lugares en el mundo es muy grande.” Andrés Gerszenzon, uno de los directores más importantes especializados en el repertorio del barroco temprano –y uno de los que se quedó aquí–, explica que, además, “eso resulta natural porque la proporción de argentinos que se dedican a esta música también es muy grande, con respecto a los que trabajan en repertorios más tradicionales. Sobre todo entre quienes vienen de la flauta dulce y la guitarra, que son aquí instrumentos sumamente populares”.
Gerszenzon conducirá, el próximo 9 de agosto en el Auditorio de Belgrano (Virrey Loreto y Cabildo), las Vespro della Beata Vergine, una de las obras cumbre de Claudio Monteverdi. Los músicos y cantantes que participarán son los mismos que ocupan lugares protagónicos en las grabaciones europeas. El detalle es que son argentinos, que muchos de ellos viven aquí –más allá de que viajen permanentemente– y que, curiosamente, rara vez logran tocar en Buenos Aires. El violinista cordobés Manfredo Kraemer –multipremiado por sus registros de música de Heinrich Franz Biber realizados para el sello francés Auvidis– o el violagambista Juan Manuel Quintana –reconocido como una de las figuras más promisorias en ese instrumento– son apenas algunos entre los muchos ejemplos posibles.
Diecinueve cantantes, tres violines, viola da gamba, violoncello barroco, violone, dos cornetos, tres trombones, dos flautas dulces, fagot, tres laúdes y tiorbas, clave y órgano, tendrán a su cargo la interpretación de una de las composiciones más importantes del 1600. Gemela religiosa de la profana Orfeo, aquí se encuentra una verdadera síntesis de los estilos de ese momento y, particularmente, una impresionante paleta de recursos puestos al servicio de la música como vehículo para la palabra y para la provocación de afectos. “Los músicos argentinos encuentran condiciones más favorables en Europa, pero también quieren tocar acá. Y la situación local está cambiando, en gran parte gracias a ellos, al nivel que han alcanzado y al reconocimiento que tienen afuera pero, también, gracias a nosotros, a todo lo que hacemos los que no nos fuimos”.

 

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