Por Martín Granovsky El Presidente ya está
preparado. Sólo falta que Estados Unidos haga el cabezazo de la convocatoria para que el
Gobierno de Carlos Menem rinda el último servicio de alineamiento automático en diez
años: apoyar a Washington en Colombia para que ninguna maniobra lleve la ilegitimidad de
ser un hecho unilateral o intervencionista. No creo que sea conveniente que Estados
Unidos asuma esa responsabilidad de forma unilateral, cosa que nosotros no
compartimos, dijo Menem. Y anunció que se alistará si se nos pide
colaboración para frenar esta avanzada de la subversión.
En declaraciones a Radio Nacional, Menem no dudó:
Esto me hace recordar el intento de declarar a Tucumán como zona liberada
dijo Menem.
Agregó que si no hubiese sido por la firme decisión del entonces presidente de la
Nación de combatir a los subversivos la guerrilla del ERP habría ganado el
territorio.
En 1975 Italo Luder como presidente interino por licencia de Isabel Perón y su gabinete
de ministros, entre ellos Antonio Cafiero y Carlos Ruckauf, firmaron el decreto ordenando
a las Fuerzas Armadas que intervinieran en Tucumán para aniquilar el accionar de la
subversión. En realidad el golpe ya estaba en marcha y en la selva tucumana el
Ejército alternó el combate abierto y legal con el ejercicio del secuestro, la tortura y
el asesinato de prisioneros. Mientras, las Fuerzas Armadas quedaban instaladas como el
único resorte del Estado en condiciones de ejercer una represión
científica.
De acuerdo con los datos que tenemos, más del 30 por ciento del territorio está
ocupado por las fuerzas de la subversión y el narcotráfico colombiano afirmó
Menem. Están combatiendo a las FARC en la capital colombiana y esto evidentemente
puede desestabilizar toda la región.
Es decir, una situación bien distinta al cuadro argentino del 75, marcado por el
pobre arraigo de la guerrilla.
Menem exageró incluso la posición de Estados Unidos, temerosos de que el escenario
colombiano pase de la actual ingobernabilidad al cataclismo sin retorno. Ahora el poder
está repartido entre el Estado, los 15 mil combatientes de las FARC, los 5 mil del ELN,
los narcos y los paramilitares, y ningún análisis político fino habla ya de
narcoguerrilla. Si las negociaciones de paz vuelven a hacerse imposibles, el
riesgo para Estados Unidos es una situación de inestabilidad arraigada en una zona
estratégica clave. El general Charles Wilhelm, jefe del Comando Sur de las FF.AA.
norteamericanas, acaba de recordar en el Senado que una vecina de Colombia, Venezuela,
representa el 18 por ciento de las importaciones norteamericanas de petróleo. Ese número
justifica otro: el último presupuesto asignó a Colombia 289 millones de dólares para el
combate antinarcóticos, el tercer lugar en ayuda de seguridad después de Israel y
Egipto.
La situación colombiana es crítica y, paradójicamente, está congelada:
No hay un
elemento a la vista que pueda reabrir las negociaciones de paz.
Ningún país
de América latina esboza una solución imaginativa.
Washington
quiere una salida multilateral pero no la define.
Por el momento Estados Unidos transita su típica instancia de construcción del problema.
Plantean que hay una crisis, preguntan si Colombia puede resolverla, interrogan a los
vecinos por su nivel de compromiso, dan a entender que así no va más, pronostican que un
desastre será expansivo, envían al zar antidrogas Barry MacCaffrey a Bogotá, sondean a
los militares del continente y hablan, hablan mucho del tema.
Por eso hay que tomar como provisorio el comunicado que emitió ayer la embajada de
Estados Unidos en la Argentina. Los informes de prensa que han aparecido en Buenos
Aires en el sentido de que Estados Unidos procuraorganizar una intervención militar
regional en Colombia no son verdaderos, dijo. Tampoco Estados Unidos tiene
intención de intervenir unilateralmente, añadió.
Es que, por lo que se sabe, no hay plan, y cualquier plan para Colombia es tremendamente
complicado. Pero América latina no define un papel autónomo frente a la crisis y
entonces para el propio presidente colombiano Andrés Pastrana las opciones son limitadas.
Si quiere ayuda debe pedirla. El problema es a quién. Si la pide por ejemplo a Brasil y
Chile es una cosa. Es otra si la pide al sistema interamericano, que incluye a Estados
Unidos, o a los garantes de la paz entre Perú y Ecuador, que son Chile, la Argentina,
Estados Unidos y Brasil. En cualquier caso no se trataría de una intervención, ni uni ni
multilateral. Y el texto de la embajada habrá sido artísticamente preciso.
Hace mucho que Menem nacionalizó la preocupación norteamericana por Colombia. En 1989
regaló aviones Pucará para participar de la guerra contra la droga piloteada por George
Bush. Ahora se muestra dispuesto a colaborar. Y tendrá cuándo repetirlo.
El próximo 29 participará en Nueva Orleans de la Conferencia Mundial de Energía.
El 20 de setiembre volverá a Estados Unidos para intervenir en su última Asamblea
General de la ONU como presidente.
Y el 30 de setiembre regresará para participar de un encuentro auspiciado por el diario
The Wall Street Journal.
Menem quiere despedirse a lo grande del establishment y de Washington, y busca ser un
blanco diplomático fácil para que el 10 de diciembre la Casa Blanca lo añore.
Ese motivo obligaría a descartar que, si Brasil no toma una iniciativa firme, la
Argentina encabece una maniobra diplomática multilateral que mantenga informado a
Washington pero no lo incluya como protagonista. Podría expresarse así: ante la crisis
colombiana los países de la región buscan presionar hacia una negociación interna del
gobierno y la guerrilla y, si el intento fracasa, acuerdan tender un cordón sanitario
común para que la explosión colombiana no salpique al resto.
Pero el gbierno de Menem no impulsa este tipo de diálogo ni con los vecinos ni con la
Alianza y viene rechazando cualquier compromiso real con una solución. Sólo vale la
opinión de los funcionarios que interpretan los deseos reales o imaginarios, según
el caso de la Casa Blanca. Además del mismo Presidente, el ministro del Interior
Carlos Corach, el secretario de Planeamiento Estratégico Jorge Castro, el secretario
general de la Presidencia Alberto Kohan y el jefe de los espías Hugo Anzorreguy. El
vicecanciller de Guido Di Tella, Andrés Cisneros, dijo el jueves que la Argentina no
hará nada sin Brasil. Pero ayer Brasil estuvo ausente en el análisis de Menem, y Di
Tella no lo enmendó siquiera sutilmente.
RAUL ALCONADA SEMPE.
Política de Estado, noPor M.G.
Sobre Colombia no quiero una política de Estado porque pensamos muy
distinto del Gobierno, dijo a Página/12 Raúl Alconada Sempé, ex subsecretario de
Asuntos Latinoamericanos del gobierno de Raúl Alfonsín.
En los primeros años de la administración radical Alconada fue el encargado de seguir de
cerca la crisis de Centroamérica. En 1979 los sandinistas habían derrocado a Anastasio
Somoza en Nicaragua. En 1981 Ronald Reagan resolvió apoyar a los contras antisandinistas.
Para evitar una escalada del conflicto que terminase en la intervención abierta Panamá,
Venezuela, Colombia y México formaron el grupo de Contadora. Y después la Argentina,
Uruguay, Brasil y Perú integraron el grupo de apoyo a Contadora.
¿Hoy haría lo mismo para Colombia?
No es lo mismo respondió Alconada Sempé. La crisis de Nicaragua
transcurrió en plena Guerra Fría, con un gobierno norteamericano que veía a los
sandinistas como un enemigo en ese contexto. No hay más guerra fría y el gobierno de
Colombia, además, ni es realmente ni es percibido como un adversario de los Estados
Unidos.
Si no es Contadora o el grupo de apoyo, ¿usted respaldaría una movida diplomática
similar en su espíritu?
Para que el resto de los países nos sumemos a una iniciativa debe convocarnos
Colombia.
Y si los convocan, ¿qué harían?
Ofrecer nuestros servicios en Bogotá. Preguntar allí qué hace falta para
garantizar un diálogo en busca de la paz. Y servir de puente hasta conseguir un arreglo.
¿Usted respaldaría una intervención militar en Colombia?
No, y tanpoco me gustaría que la Argentina funcionase como cabeza de playa. Yo
entiendo la preocupación de los Estados Unidos por la situación, pero el bien jurídico
supremo a tutelar en Colombia es el bienestar de los colombianos.
Si estuviera hoy en el gobierno, ¿por dónde empezaría?
Por fortalecer el diálogo con Brasil. Pero observo que los latinoamericanos están
muy preocupados por el proyecto del gobierno argentino de entrar a la OTAN. Eso
significaría separarnos de la idea de nuestros vecinos y, de paso, buscar la
incorporación a un organismo que decidirá sin la Argentina dónde intervenir, cuándo
hacerlo y cuánto meterse. |
BRASIL DESCONFIA DEL OTANISMO ARGENTINO
Intervención tem filamento grosso
Por M.G.
El hombre
clave para compensar el atlantismo de una buena parte del Gobierno de Carlos Menem regresa
mañana de vacaciones. Sebastiao do Rego Barros, embajador de Brasil en la Argentina,
llegará a Buenos Aires con instrucciones de subrayar la posición brasileña expresada en
Lima el último jueves por Fernando Henrique Cardoso: intervención en Colombia, nada.
Palabras más, palabras menos (quizás menos, por su conocido estilo sutil), Rego Barros
será el encargado de transmitir a la Argentina dos convicciones de Brasilia:
La enorme
preocupación por Colombia no significa apoyar o ser protagonista de una incursión
armada.
El pedido
argentino de ingresar como miembro pleno a la OTAN es preocupante.
El segundo tema fue tratado en exclusiva el último domingo por Página/12, cuando
informó que diplomáticos de Itamaraty advirtieron al embajador Jorge Hugo Herrera Vegas
el peligro de los bamboleos argentinos. Ustedes eligen, o la OTAN o el
Mercosur, fue el mensaje.
El jueves, el vicecanciller Andrés Cisneros dijo que la Argentina está preocupada por
Colombia pero no hará nada sin consultar con Brasil.
Y los brasileños no dejan gesto sin hacer para indicar que no quieren convertirse en una
dependencia del Comando Sur.
Este diario pudo saber que el miércoles y el jueves sesionó en Asunción la Primera
Conferencia Subregional sobre Cooperación y Defensa. La auspiciaban el Comando Sur y el
Ministerio de Defensa paraguayo. Chile envió a dos generales. Bolivia al comandante en
jefe de las Fuerzas Armadas. La Argentina al jefe de Inteligencia del Estado Mayor
Conjunto, el brigadier Pergolini. Brasil, en cambio, no equiparó el rango de ninguno de
sus vecinos.
Un dato interesante de la Conferencia fue el comportamiento del general Alfred Valenzuela,
número dos del Comando Sur. En las sesiones no pudo conseguir que los delegados centraran
su atención en Colombia.
Hablamos de defensa como queríamos nosotros, y no de seguridad como querían ellos
se jactó ante Página/12 un delegado argentino.
Fuera de las sesiones, Valenzuela se vengó. Dijo al diario El Día de Asunción que no
habrá una institución castrense única pero que en la cooperación tiene que reinar la
armonía, y dio como ejemplo de cooperación necesaria la lucha contra el narcotráfico.
La idea del general fue que los enemigos no pasan hoy por los países sino por las drogas,
el tráfico de armas y las catástrofes naturales. Valenzuela dijo que ése había sido el
contenido de la Conferencia. Y no, pero hacia afuera quedó instalada la agenda Made in
USA.
Tenemos que hacer como los
ingleses: sobreactuar
El Golfo, Kosovo, ahora Colombia,
son casos donde el menemismo aplicó su doctrina inglesa y mandó
tropas.
El Invincible en operaciones
contra Irak, uno de los muchos casos en que Londres se alía con EE.UU.
Gran Bretaña parece el segundo país del mundo, y es más chico que Italia,
económicamente. Porque sobreactúa. |
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Por Sergio Kiernan
Gran Bretaña es
un país que de a ratos parece el segundo del mundo -dijo la alta fuente
gubernamental, pero es más chico económicamente que Italia. Los ingleses tienen un
rol en el mundo muy superior al que se esperaría de sus posibilidades materiales. ¿Por
qué? Porque sobreactúan, están en todas, combaten, mandan tropas. Sobreactúan, a la
Carlos Menem. Con una sonrisa, el funcionario, que tiene mucho que ver con las
iniciativas con que el presidente Carlos Menem logra aparecer en los diarios
internacionales, definió la filosofía del gobierno al que sirve.
Esta doctrina inglesa de la exageración le dio amplias satisfacciones a
Menem, aunque el balance real para el país puede ser y es altamente cuestionado. El
entusiasmo menemista por las intervenciones multinacionales nació hace casi una década,
cuando buques de guerra argentinos participaron en la guerra del Golfo y el entonces
presidente George Bush mencionó a su par argentino como uno de los líderes a los que
había consultado antes de invadir Irak. Esta nueva tradición explica la
presencia de gendarmes argentinos en Kosovo, como parte de las fuerzas de ocupación y
bajo el mando de la OTAN. Entrar a la alianza atlántica es, justamente, la nueva
ambición de la política internacional menemista (ver aparte).
El nuevo escenario donde Menem podría hacer su último favor de alto perfil a
Estados Unidos es Colombia. Todavía nadie planteó el caso colombiano en términos
de seguridad global, ni Estados Unidos ni mucho menos la OTAN, explicó a Página/12
el funcionario. Pero la velocidad de los eventos hace que el tema tenga que ser
encarado, y pronto. Mientras, EE.UU. ya está tanteando abiertamente a los
latinoamericanos para ver qué piensan sobre la crisis en Colombia.
Los argentinos muestran una ansiedad especial por participar en una operación que ni
Washington está seguro que sea deseable y necesaria. No sé si vamos a mandar
tropas, pero aunque mandemos azafatas para los aviones de los marines, vamos a estar,
políticamente, ilustró gráficamente el funcionario.
Bueno, pueden mandar unos gendarmes, en vez de azafatas ...
Si no hay gendarmes para mandar, les damos los uniformes para que se disfracen unos
marines y se saquen la foto.
Usted se da cuenta de que estamos hablando de mostrar la bandera para que Estados
Unidos pueda decir que hay una alianza, que no es una invasión.
Sí, y también sabemos que no estamos hablando de Grenada o Panamá, sino de algo
más parecido a Ruanda o a Kosovo. No es lo mismo.
El sueño de los funcionarios que pilotean la doctrina inglesa es que el gobierno de
Andrés Pastrana pida a los gobiernos democráticos del hemisferio ayuda para controlar a
su propio país. El cálculo es que ni Brasil tendría demasiados argumentos para oponerse
a que se atienda un pedido directo de un gobierno electo. Eso solucionaría
todo.
Mientras Colombia no haga el pedido, los operadores menemistas están dispuestos a ayudar
a Washington a convencer o al menos a ablandar a Brasil. Armar la alianza es un
juego que nos excede, pero como sabemos que esto no va a ser unilateral sino consensuado,
nos preparamos para hacer nuestra parte.
Los intervencionistas que rodean a Menem no ven nada especial en lo que ocurre
en Colombia, apenas un caso particular de la nueva seguridad global. Para este
grupo, hay un vacío en el mundo que las Naciones Unidas no pueden llenar, el de los
conflictos civiles o étnicos, dentro de un Estado. La ONU sirve para mediar y
regular conflictos entre los Estados y no dentro de un Estado, explicó a Página/12
uno de los elaboradores de esta doctrina. Y eso no va a cambiar porque reformar la
ONU es difícil, los rusos y los chinos se oponen y tienen veto. Entonces, la OTAN asume
tareas que no tenía porque es la única organización que tiene iniciativa real.
Según esta óptica, la Argentina puede ignorar esto pero sólo con ciertos riesgos.
También te puede tocar a vos, que te pase lo que a Colombia o Kosovo. Mejor estar
adentro. Por eso, hay que acercarse a una OTAN que no es lo que era. Sin decirlo
explícitamente, queda flotando que quien dice OTAN, dice EE.UU: la alianza atlántica ni
piensa darse por enterada de la crisis en Colombia, pero el socio principal sí.
Por eso los menemistas preparan los cañones. O los uniformes de las azafatas.
Cómo va la operación OTAN Casi no lo pueden creer: el pedido argentino de ingresar a la OTAN no
terminó en un papelero sino que está siendo considerado con cortesía. Esta semana, el
jefe de los espías argentinos y diplomático paralelo, Hugo Anzorreguy, aseguró a sus
colegas de gabinete que obtuvo expresiones de apoyo del rey de España, de Felipe
González y del jefe de gobierno español, José María Aznar. Según Anzorreguy, el
gobierno italiano de Massimo D`Alema también apoya el pedido. Fuentes cercanas a la
operación OTAN juraron con indisimulable alegría que hasta el secretario
general de la alianza atlántica, el español Javier Solana, también entró en el juego.
Le mandó copia de la carta a todos los países miembros solicitando sus
comentarios, dijeron las fuentes consultadas. |
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