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El presidente Andrés Pastrana y el jefe militar Fernando Tapias desmintieron que Colombia esté dispuesta a una intervención extranjera, mientras el zar antidrogas Barri McCaffrey se preparaba a desembarcar.
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![]() La posibilidad de que Estados Unidos intervenga militarmente en Colombia fue el tema regional de la semana después de que el presidente Bill Clinton elevó la guerra interna colombiana al status de asunto de seguridad nacional. El anuncio de Clinton debilitó aún más al frágil y estancado proceso de paz, al poner en evidencia la incapacidad del gobierno para controlar a los rebeldes y al darle una justificación a la guerrilla para postergar la reanudación del diálogo. El vocero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, reaccionó el jueves denunciando que el ejército colombiano y Estados Unidos se preparan para librar juntos una guerra total contra la guerrilla. Y las palabras del general Tapias no alcanzaron para que las FARC hagan a un lado su nueva amenaza de patear el tablero. Tapias salió ayer a rechazar que Estados Unidos y Colombia planeen una operación militar conjunta para hacer frente a la resolución más temida y posible del suspendido proceso de paz: que el diálogo fracase. Si él (Reyes) conoce el plan, que nos lo mande, pues yo no lo conozco. Quisiera verlo, ironizó el militar. Clinton ya había dado a entender que no contempla esa posibilidad al explicar que la solución por la vía militar no es posible. Pero a una semana de la última postergación de las conversaciones entre el gobierno y la guerrilla no hay señales claras de acercamiento. Pastrana había adoptado una posición amenazante la semana pasada, al advertir a las FARC a modo de ultimátum que la paciencia del gobierno tiene un límite. Ayer explicó que si bien no podemos desconocer que el principal reto está en la superación de nuestro conflicto, nunca aceptaremos que se nos tilde como una amenaza para la seguridad internacional ... Hoy quiero reiterar una vez más que, mientras yo sea presidente de los colombianos, nunca aceptaré ni permitiré una intervención de otros países en los problemas internos de nuestra Nación, aseguró desde la localidad de Bahía Malaga, en el acto de conmemoración por los 176 años de la armada. Aceptar la necesidad de una presencia internacional pondría al presidente colombiano en una situación de mayor debilidad. Implicaría admitir públicamente que su ejército no tiene la fuerza suficiente para subordinar a los 15.000 hombres de las FARC, con las que ahora intenta negociar sin tener que hacer nuevas concesiones más allá del control de 42.000 km2 desmilitarizados que les dio para que acepten dialogar. Peor aún sería la suspensión de las negociaciones, una salida posible que ya fue adelantada con el rechazo de la guerrilla a las que considera claras intenciones intervencionistas de Estados Unidos en Colombia. Esta lectura, según las FARC, se ve reforzada con el pedido que el gobierno hizo a Washington por una ayuda económica adicional de 500 millones de dólares para las fuerzas armadas colombianas. Clinton aceptó el pedido y lo justificó con el anuncio de que el narcotráfico y la guerra interna en Colombia son una preocupación prioritaria para EE.UU. Dentro de esa cruzada hemisférica contra el narcotráfico, en los próximos días llegará a Colombia el zar antidrogas norteamericano, el general Barry McCaffrey. Su visita adelanta cuál será el nuevo paso en la escalada de acusaciones de las FARC, que denunciaron anteayer que con el ropaje de la lucha contra el narcotráfico, Estados Unidos está librando en Colombia una verdadera lucha contrainsurgente. Es decir, toda ayudanorteamericana militar, económica o estratégica será recibida por la guerrilla ya no como una provocación, sino como una intromisión directa.
SIGUE LA BUSQUEDA DEL AVION NORTEAMERICANO
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