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¿Intervención extranjera?
No, pero sí, pero quizá...

El presidente Andrés Pastrana y el jefe militar Fernando Tapias desmintieron que Colombia esté dispuesta a una intervención extranjera, mientras el zar antidrogas Barri McCaffrey se preparaba a desembarcar.

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Bill Clinton con el general Barry McCaffrey, “zar” antidrogas norteamericano.
El presidente habló de “amenaza a la seguridad nacional” y envió a la zona a su hombre clave.

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El presidente Andrés Pastrana desmintió los rumores que dominaron la semana.
“Mientras yo sea presidente, nunca aceptaré ni permitiré una intervención en nuestros problemas internos.”


t.gif (862 bytes)  No, no y no. Del presidente Andrés Pastrana al comandante del ejército, los actores clave del poder en Colombia se ocuparon ayer de rechazar toda posibilidad de una intervención extranjera. “Colombia no ha sido ni será nunca una amenaza para la región, y mucho menos para nuestros vecinos”, sostuvo Pastrana, reforzando la desmentida del comandante de las fuerzas armadas, el general Fernando Tapias, de que Colombia y Estados Unidos preparen un plan militar como alternativa al posible fracaso de las negociaciones con la guerrilla. Sin embargo, la misma intensidad de las desmentidas multiplicaba las dudas sobre su veracidad última.
La posibilidad de que Estados Unidos intervenga militarmente en Colombia fue el tema regional de la semana después de que el presidente Bill Clinton elevó la guerra interna colombiana al status de “asunto de seguridad nacional”. El anuncio de Clinton debilitó aún más al frágil y estancado proceso de paz, al poner en evidencia la incapacidad del gobierno para controlar a los rebeldes y al darle una justificación a la guerrilla para postergar la reanudación del diálogo. El vocero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, reaccionó el jueves denunciando que el ejército colombiano y Estados Unidos se preparan para librar juntos una guerra total contra la guerrilla. Y las palabras del general Tapias no alcanzaron para que las FARC hagan a un lado su nueva amenaza de patear el tablero.
Tapias salió ayer a rechazar que Estados Unidos y Colombia planeen una operación militar conjunta para hacer frente a la resolución más temida y posible del suspendido proceso de paz: que el diálogo fracase. “Si él (Reyes) conoce el plan, que nos lo mande, pues yo no lo conozco. Quisiera verlo”, ironizó el militar. Clinton ya había dado a entender que no contempla esa posibilidad al explicar que “la solución por la vía militar no es posible”. Pero a una semana de la última postergación de las conversaciones entre el gobierno y la guerrilla no hay señales claras de acercamiento. Pastrana había adoptado una posición amenazante la semana pasada, al advertir a las FARC a modo de ultimátum que “la paciencia del gobierno tiene un límite”. Ayer explicó que “si bien no podemos desconocer que el principal reto está en la superación de nuestro conflicto, nunca aceptaremos que se nos tilde como una amenaza para la seguridad internacional ... Hoy quiero reiterar una vez más que, mientras yo sea presidente de los colombianos, nunca aceptaré ni permitiré una intervención de otros países en los problemas internos de nuestra Nación”, aseguró desde la localidad de Bahía Malaga, en el acto de conmemoración por los 176 años de la armada.
Aceptar la necesidad de una presencia internacional pondría al presidente colombiano en una situación de mayor debilidad. Implicaría admitir públicamente que su ejército no tiene la fuerza suficiente para subordinar a los 15.000 hombres de las FARC, con las que ahora intenta negociar sin tener que hacer nuevas concesiones más allá del control de 42.000 km2 desmilitarizados que les dio para que acepten dialogar. Peor aún sería la suspensión de las negociaciones, una salida posible que ya fue adelantada con el rechazo de la guerrilla a las que considera claras intenciones intervencionistas de Estados Unidos en Colombia. Esta lectura, según las FARC, se ve reforzada con el pedido que el gobierno hizo a Washington por una ayuda económica adicional de 500 millones de dólares para las fuerzas armadas colombianas. Clinton aceptó el pedido y lo justificó con el anuncio de que el narcotráfico y la guerra interna en Colombia son una preocupación prioritaria para EE.UU.
Dentro de esa cruzada hemisférica contra el narcotráfico, en los próximos días llegará a Colombia el “zar antidrogas” norteamericano, el general Barry McCaffrey. Su visita adelanta cuál será el nuevo paso en la escalada de acusaciones de las FARC, que denunciaron anteayer que “con el ropaje de la lucha contra el narcotráfico, Estados Unidos está librando en Colombia una verdadera lucha contrainsurgente”. Es decir, toda ayudanorteamericana –militar, económica o estratégica– será recibida por la guerrilla ya no como una provocación, sino como una intromisión directa.

 


 

SIGUE LA BUSQUEDA DEL AVION NORTEAMERICANO
Palabras de paz, y fuego a granel

t.gif (862 bytes) Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) afirmaron ayer que estarían dispuestas a reanudar el diálogo con el gobierno colombiano si éste aceptaba postergar la formación de una comisión que verificaría las acciones de las FARC en los 42.000 km2 que el gobierno cedió a la guerrilla. El gobierno actualmente posee varios informes (incluyendo un documento de la guerrilla) de atropellos cometidos por las FARC en la zona, por lo que la oferta podría ser rechazada. Pero el gesto de paz de las FARC no les impidió atacar al ejército colombiano, en incidentes diversos que arrojaron un saldo de al menos cuatro muertos y 12 heridos. Al mismo tiempo, las autoridades colombianas continuaban buscando ayer un avión estadounidense que al parecer se estrelló el viernes en el extremo sur de Colombia. El avión realizaba una misión antinarcóticos, y estaba tripulado por tres norteamericanos y dos colombianos. En su trayecto la aeronave habría sobrevolado territorio controlado por las FARC, y campesinos locales afirmaron haber visto al avión caer en llamas a la jungla.
La negociación entre el gobierno y la guerrilla había sido suspendida por desacuerdos sobre la comisión de verificación para la “zona de distensión”, sin la cual el gobierno calificó al diálogo como “inútil”. El líder guerrillero Raúl Reyes planteó ayer relegar esta comisión al segundo plano, como precio para retomar el diálogo. El gobierno no emitió respuesta ayer, pero un canal de televisión afirmó poseer un documento de las FARC, donde afirmaban haber ajusticiado a 110 personas –acusándolas de “paramilitares vestidos de civiles”– en la zona de distensión desde que tomaron control de ella, lo que obviamente parecía un mal signo. Además, las FARC siguieron ayer sus ataques contra el ejército. Una escuadra de los guerrilleros atacó un cuartel policial con cilindros de gas y fuego de fusilería. En la acción habría muerto un agente, y 12 personas, incluido un bebé, fueron heridas. En la frontera con Venezuela, el Ejército de Liberación Nacional emboscó a una patrulla, matando a un soldado. El gobierno venezolano acusó asimismo al ejército colombiano de torturar a cuatro venezolanos, capturados contrabandeando armas para las FARC.
Al otro lado del país, en el extremo sur, se sigue buscando el De Havilland-7 norteamericano que se reportó desaparecido el viernes, por causas desconocidas. El avión estaba operando sobre zonas cocaleras, en “labores de intercepción de aeronaves del narcotráfico”. La embajada norteamericana afirmó ayer estar “colaborando” en la búsqueda del avión.

 

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