Por Miguel Bonasso La investigación del juez
Alberto Baños sobre la designación de ñoquis en el desaparecido Concejo Deliberante
podría ser apenas una de las facetas de un megaproceso judicial contra la corrupción en
el fenecido organismo, que tendrá a su ex presidente José Manuel Pico como
acusado-estrella. Una perspectiva que causa bastante inquietud y desagrado entre no pocos
miembros de la clase política, tanto justicialistas como radicales. Porque hubo
concejales de ambos partidos involucrados en las maniobras delictivas del ex edil
menemista, que interpuso su influencia para que la empresa constructora San Sebastián
levantara una docena de edificios que violaban las leyes municipales.
En ambas fuerzas recelan que el adversario utilice el proceso para sacar réditos
electorales. Algunos temen, también, que Pico no haga honor a la promesa de omertá
anunciada sin rubor por su abogado Mariano Cúneo Libarona y encienda el ventilador.
Pasara lo que pasase, el debate en el foro es inminente. Según pudo establecer Página/12
en medios judiciales, Pico deberá afrontar su primer juicio oral por enriquecimiento
ilícito en setiembre próximo. Después, en marzo probablemente, le tocará la causa más
grave de las que pesan sobre él, que es la de asociación ilícita. El Tribunal Oral en
lo Criminal (TOC) que habrá de juzgar al ex edil justicialista y dirigente sindical del
gremio de las pastas, es el 29 de la Capital Federal. El mismo que hace pocos días
sentenció a diez años de prisión al agente de la SIDE Alberto Ricardo Dáttoli, por
haber aplastado con un portón eléctrico a la anciana Sofía Fijman.
El TOC 29 está integrado por Eduardo Luis Duhalde (presidente), Juan Carlos Cadinali y
Cristina Deluca. A este tribunal le tocó en suerte la causa por asociación ilícita y
estafas reiteradas que involucra a Pico y otros cómplices. Después por conexidad
subjetiva, le fue transferido el proceso por enriquecimiento ilícito que
inicialmente estaba bajo la jurisdicción del TOC 27. Ahora, si el juez Baños eleva la
causa de los ñoquis a juicio oral, también le corresponderá juzgar al TOC 29, que se
convertirá así en el tribunal Pico. La única causa que quedaría afuera, en
ese caso, sería la que sustancia contra el ex presidente del Concejo la jueza federal
María Romilda Servini de Cubría, por el uso de un DNI falsificado.
En rigor, la asociación ilícita ya comenzó a ser juzgada el año pasado cuando el
Tribunal Oral Nº 8 condenó a 13 años de prisión a Antonio Nicolosi, presidente de la
constructura e inmobiliaria San Sebastián y jefe de una banda que construyó fuera de las
normas vigentes, dejando un tendal de 500 compradores de departamentos damnificados. Pico
y Nicolosi no sólo aparecen involucrados en la maniobra de las excepciones a las normas
de edificación, sino que están denunciados como socios por el fiscal de Instrucción
José María Campagnoli. El tramo de la causa que involucra a Pico y algunos secuaces
consta ya de 150 cuerpos, 60 mil fojas y 100 cajas de documentación. En las que se
despliega lo que el fiscal Campagnoli define como uno de los más grotescos
escándalos de nuestra más reciente historia republicana, que en su epílogo
arrastró hacia el olvido a un Parlamento comunal que se había convertido en símbolo y
sinónimo de corrupción.
El escándalo estalló en 1994, pero Pico, que contaba con apoyos tanto en el ala
política como en el sector sindical del justicialismo, logró sortear durante casi tres
años las imputaciones de Campagnoli y las del querellante, el ombudsman porteño Antonio
Cartañá. Que iniciaron el proceso acusando a la firma San Sebastián de construir
edificios fuera de norma, con invasiones al pulmón de manzana, pisos en exceso y mayor
superficie construida que la permitida. Irregularidades que se ocultaban con planos
falsificados y aprobaciones otorgadas por funcionarios municipales vinculados con lo que
Campagnoli llamaba, sin eufemismos, la banda. En 1995, el juez de instrucción
Raúl Irigoyen ordenó la detención y el procesamiento de Nicolosi y dos secuaces de su
empresa, pero pasómucho tiempo sin citar a declarar a Pico y terminó sobreseyéndolo, a
pesar de que el fiscal lo consideraba uno de los cabecillas de la asociación
ilícita. El defensor del pueblo, Cartañá, apeló el fallo de primera instancia y logró
que la Sala I de la Cámara de Apelaciones lo revocara, ordenando al juez de instrucción
que volviera sobre sus pasos.
Irigoyen entonces ordenó la captura y Pico se escapó del país junto con su ex
secretaria en el gremio de las Pastas, Karina Beatriz Uroda, devenida pareja y
según el fiscal testaferro de su amante. Que en ese momento no solamente era
presidente del Concejo Deliberante, sino primer candidato a legislador porteño en las
elecciones, junto con el favorito presidencial Daniel Scioli. La fuga fue rocambolesca. En
julio de 1997 huyeron a Brasil, por Paso de los Libres, bajo la supervisión de un
experto, el ex represor y agente de inteligencia Raúl Guglielminetti, procesado a su vez
en varias causas por las que no sería detenido.
El escape dio origen a sordos debates dentro del oficialismo. Algunos señalaron entre los
padrinos de Pico a dirigentes metropolitanos como Loly Domínguez y el taxista Roberto
García, con buena llegada al despacho del ministro del Interior, Carlos Corach. El
presidente del Concejo salió del país con un desastroso DNI a nombre de Julio José
Carzoglio y su novia con otra burda falsificación a nombre de Graciela Beatriz Palencia.
Los prófugos fueron retenidos unas horas en Paso de los Libres pero después se los dejó
seguir. En un confuso procedimiento que motivó un pedido de investigación por parte del
dirigente metropolitano del Frepaso, Aníbal Ibarra. Una de las personas que viajaba con
ellos era Daniel Alejandro González, socio y amigo de Guglielminetti, sobre quien pesaba
un pedido de captura. Los policías hicieron una consulta al juez de Mercedes y González
pudo seguir. La sospecha creció como un hongo venenoso y a fines de setiembre se rumoreó
que Guglielminetti que hacía trabajos clandestinos para la Bonaerense y la
DEA podía ser perseguido a nivel judicial por haber ayudado a la fuga de Pico.
Pero esa hipótesis escandinava fue sustituida por la picaresca nacional: alguien en la
SIDE decidió comprarle el dato y Guglielminetti ayudó a capturar en Brasil al cliente
que había hecho escapar. Pico regresó al país con Karina, escoltado por expertos de la
calle 25 de Mayo, que lo aconsejaron mal: en sus ropas llevaba el DNI a nombre de
Carzoglio por el que ahora lo procesa María Romilda Servini de Cubría. Del Aeroparque
siguió sin transición a Devoto. Ante las flagrantes evidencias en su contra, el poder
que lo había sostenido durante tantos años, ya fuera como presidente del Concejo o como
enlace entre el cuerpo deliberativo y la Municipalidad, lo dejó caer. Confiado tal vez en
que la oposición no haría tampoco mucho ruido. Porque durante varios años el fideero
había amasado su fortuna y fabricado ñoquis, mientras ejercía la jefatura de una
corporación en la que tallaban concejales de la UCR como Miguel Herschberg o de la
UCeDé, como Francisco Siracusano. Y el fiscal de Cámara Norberto Quantín lo visualizó
como parte de una confraternidad para el saqueo. En las primeras indagatorias
comenzó a manejar silencios y excusas para explicar lo inexplicable: ¿cómo había
hecho, con sus magros sueldos del Concejo, para comprar 18 departamentos, dos campos y
cuatro vehículos? Un patrimonio que en la superficie y sólo en la superficie, con
valuaciones muchas veces fiscales y no venales, alcanza los dos millones de dólares.
En setiembre se lo podrá escuchar en vivo y en directo.
El creador del menemóvil, amenazado Por M.B.
La espada de Damocles que pende sobre el menemista José Manuel Pico amenaza
también al duhaldista Héctor Lence, el creador histórico del menemóvil. El
Ronco Lence es uno de los principales punteros del gobernador bonaerense y a
la vez aparece estrechamente vinculado con Antonio Nicolosi, con quien creó en
julio de 1992 la Fundación Fundarense destinada a mejorar la situación de la
provincia de Buenos Aires. Lence, que fue dueño del Hotel Sasso de Mar del Plata y
de las empresas de transporte El Cóndor y La Estrella, y ronca fuerte en la banquina del
puerto de Mar del Plata, es actualmente diputado justicialista por la provincia de Buenos
Aires. En diciembre de 1998, en un clásico de su estilo, el juez Irigoyen lo sobreseyó
en la causa por asociación ilícita y estafas por la que fue sentenciado Nicolosi y
espera sentencia Pico. Pero el 7 de junio último la Sala I de la Cámara del Crimen,
integrada por Guillermo Rivarola, Edgardo Donna y Carlos Tozzini, revocó el fallo del
magistrado sosteniendo: Se mantiene el estado de sospecha respecto del diputado
Lence, que no se vio disipado por la prueba producida con posterioridad. El Ronco,
sin embargo, no ha ido a la cárcel porque goza de inmunidad hasta diciembre próximo,
cuando vence su mandato. Si no fuera por los fueros, su situación procesal sería muy
parecida a la del propio Pico en 1997, cuando le dictaron la captura y, Mayor Guastavino
mediante, se escapó del país. |
OTRA DENUNCIA POR OBRAS IRREGULARES
El caso de la calle Humboldt
Por M.B.
No todas
las denuncias presentadas oportunamente por el ombudsman porteño Antonio Cartañá fueron
tomadas en cuenta por la Justicia. Hay una que involucra a Mauricio Sánchez, un alto
funcionario vinculado con el entonces intendente Jorge Domínguez, que nunca fue
investigada. La presentó inicialmente el arquitecto Alberto Eduardo Reggi, quien está
procesado en la causa por asociación ilícita que tiene a Nicolosi y a Pico como grandes
protagonistas.
Reggi, que es a la vez denunciante y denunciado, trabajó durante varios años en la
Dirección General de Fiscalización de Obras y Catastro (Dgfoc), donde precisamente se
otorgaban permisos y excepciones como las que beneficiaron a San Sebastián y
a otras empresas constructoras. En 1994, Reggi realizó una tarea de asesoramiento a la
empresa San Sebastián que era incompatible con su función pública en la Dirección
General, lo que a la postre le valió ser procesado. El aporte de Reggi estuvo referido a
un emprendimiento de envergadura a ejecutarse en la calle Humboldt 550. Obra
que fue paralizada por un procedimiento de la citada Dirección. A lo que siguió, según
Reggi, una acción de acoso contra su persona, por parte del ingeniero
Mauricio Sánchez, que había desembarcado en la Dgfoc de la mano del nuevo
intendente Jorge Domínguez, con quien ya había trabajado en Yacyretá.
Reggi mantuvo dos reuniones con el ingeniero Sánchez y un segundo de éste, el
ingeniero Vila. En la primera intentó explicarle la índole de su relación con San
Sebastián. En la segunda, el ingeniero Vila le habría expresado textualmente, en
presencia del ingeniero Sánchez que sólo miraba fijamente: transmítale al señor
(Antonio) Nicolosi que no vamos a dejarle una sola obra en pie y que cada una vale 250 mil
dólares. Ante esta situación relató Reggi en su denuncia escrita a
Cartañá insulté a ambos diciéndoles textualmente que yo no era emisario de nadie
y menos de dos ladrones disfrazados de funcionarios honestos como ellos dos. En ese
momento y mientras Sánchez sonreía Vila me manifestó textualmente: `Sus días en esta
repartición están contados y si no tenemos respuesta por su intermedio le vamos a hacer
la vida imposible. Ante lo cual los insulté y me retiré amenazándolos con
denunciarlos, cosa que debí haber hecho de inmediato, pero que no llevé a cabo por temor
a perder mi empleo. Grave equivocación de mi parte.
El 10 de agosto de 1996 el escribano Antonio Cartañá, entonces ombudsman de la Ciudad de
Buenos Aires, remitió al juez Raúl Irigoyen la denuncia del arquitecto Reggi, donde
se involucra al director general de Fiscalización de Obras y Catastro, ingeniero
Mauricio Sánchez, en actos ilícitos. Según fuentes de la Defensoría del Pueblo,
la denuncia nunca fue investigada por la Justicia.
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