OPINION
Un arma extraordinaria
Por Sergio Widder* |
La
utilización de Internet como herramienta de propaganda por parte de los grupos neonazis
no debe sorprendernos en absoluto. Ya en la década del 30, los predecesores de estos
nazis demostraron ser maestros en la propaganda política, utilizando los medios de mayor
penetración en la sociedad de esa época: radio, prensa gráfica y cine.
Pero esta vez el problema presenta otros desafíos a la sociedad democrática. En primer
lugar, resulta prácticamente imposible controlar Internet: no tiene
fronteras, no existe soberanía sobre la red, cualquier intento de limitar la circulación
de la información puede ser inmediatamente burlado por alguien más experto en el manejo
informático.
Desde el Centro Simon Wiesenthal estamos abordando la cuestión de la actividad de los
grupos extremistas (sean estos neonazis, supremacistas, grupos white power, Ku
Klux Klan, anticatólicos, skinheads, terroristas u otros) en Internet desde hace más de
cuatro años. Cuando se produjo el atentado contra el edificio federal de Oklahoma (abril
de 1995), se conocía la existencia de sólo una página de estas características. Hoy,
el Centro registra cerca de 2000 páginas correspondientes a este tipo de grupos en todo
el mundo.
Hace unos meses, Mark Weitzman, director asociado para educación del Centro Wiesenthal de
Nueva York, hizo una prueba: fue a uno de los principales buscadores de la red y escribió
la palabra auschwitz. Por supuesto, aparecieron miles de vínculos hacia
páginas donde se hablaba de Auschwitz. Pero de los primeros diez vínculos propuestos,
uno correspondía a un site neonazi y un segundo a un grupo revisionista (negadores del
Holocausto). ¿Qué pasaría si a un estudiante sin ningún tipo de conocimientos sobre el
tema su profesor le indicara realizar un trabajo acerca de Auschwitz? Sin duda, habría
una probabilidad muy alta de que se nutriera con bibliografía de propaganda en lugar de
información histórica.
Si bien alguien puede argumentar que en Internet los nazis no vienen hacia el navegante,
sino que es el navegante el que debe ir hacia ellos, también es cierto que la red les
provee a los profetas del odio una audiencia potencial que el propio Hitler jamás se
hubiese atrevido a soñar como posible.
Desde el Centro promovemos un abordaje responsable, convocando a los proveedores a
establecer un código de ética para el uso de la red. Al mismo tiempo, creemos que debe
existir un trabajo más amplio y a más largo plazo con programas educativos que puedan
confrontar el tema.
El problema es complejo y la solución no es sencilla.
* Director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina.s |
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