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Por Martín Granovsky Cuidate, ¿eh?, fue la última frase que escuchó antes de cortar. Y de inmediato Sergio Moreno, periodista de Página/12, radicó ante la Justicia una denuncia para que se investigue quién es el autor de las amenazas en su contra. La última seguidilla de advertencias comenzó el último domingo por la tarde, el mismo día del quinto aniversario de la bomba contra la AMIA, cuando la mujer de Moreno salió de la casa con su hijo. Llevaba prendido el teléfono celular del periodista. Al rato sonó el teléfono particular de Moreno. Levantó el tubo y escuchó una conversación de su mujer en la calle. La llamó. Ella no había hecho ninguna llamada y estaba absolutamente segura de no haber tocado por equivocación una tecla del celular. Alguien había interferido el celular, lo había utilizado de micrófono y había dirigido la comunicación al departamento del periodista. El lunes, un compañero de trabajo de Moreno recibió en su celular una llamada. La pantalla marcaba el número del teléfono móvil de Moreno pero al contestar nadie respondió. Sólo se escuchaba la conversación de un padre con su hijo pequeño. Una consulta, y la misma conclusión que el domingo: Moreno, de paseo con su hijo, no había llamado a nadie desde su celular; alguien había interferido el aparato para usarlo de micrófono. A las 0.05 del viernes, los Moreno recibieron en su casa una extraña llamada. Una voz dijo ser de un servicio de guardaparques y pidió chequear el número de celular. Dos minutos después, la misma voz dijo que ya tenía el número. Y a las 0.09 el mensajero hizo una confusa referencia a un tal Hugo y dijo: Sergio, soy El Chino Solís. Cuidate, ¿eh?. El único Solís con ese apodo que Moreno conoce es Rodolfo Solís, el ex jefe de contrainteligencia de la SIDE. En ese contexto Hugo podría ser Hugo Anzorreguy, el secretario de Inteligencia. En 1994 Solís se sintió agraviado por un artículo de Moreno y Laura Términe, que en ese entonces trabajaba en La Prensa, informando sobre su participación en los grupos de la SIDE que teóricamente debían trabajar contra los que el 18 de julio de ese año habían volado la AMIA. La nota alertaba sobre la existencia de personal antisemita en los grupos encargados de la pesquisa. La querella coincidió con una serie de amenazas telefónicas y extrañas presencias en el diario. La jueza Mónica Atucha de Ares absolvió a Moreno y Términe argumentando el derecho del público a informar y ser informado. Pero en mayo último la sala I de la Casación, integrada en ese momento por Alfredo Bisordi, Juan Rodríguez Basavilbaso y Pedro David, anuló el fallo. La denuncia está radicada en el juzgado de Eduardo Etcharrán, secretaría de Federico Fox. El fiscal es Mauro Divito.
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