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Por Raúl Dellatorre Cuando todavía el gobierno nacional no aceptaba que la recesión había llegado, y mucho menos admitía que lo hacía para quedarse por varios meses, hasta la caída del consumo era disfrazada con un traje que la hiciera ver como un prolijo dato positivo. "La gente dejó de gastar, pero es para ahorrar", se llegó a decir desde el Ministerio de Economía. Los datos recogidos por una encuesta realizada por la consultora Equis para Página/12 muestran una realidad mucho más cruda: el 68 por ciento de los consultados en Capital Federal y Gran Buenos Aires manifiesta haber reducido sus consumos básicos pero sin destinar parte de ese presupuesto al ahorro. Y no son precisamente rubros superfluos a los que se le metió tijera: el 32,7 por ciento de los que redujeron consumos recortaron gastos en indumentaria, y casi un 30 por ciento señaló que había disminuido sus gastos en alimentos. Por otra parte, el 22,6 por ciento reconoce haber reducido los gastos de "todos los rubros en general". La radiografía del consumo realizada por la consultora que orienta Artemio López evidencia que el sacrificio del consumo es mayor a medida que desciende el nivel de ingresos. Entre los hogares con entradas inferiores a los 500 pesos, la proporción de los que redujeron su consumo llega al 80 por ciento. Entre los desocupados, la proporción de los que bajaron en parte sus consumos alcanza al 85 por ciento. En correspondencia con dicha tendencia, las reducciones de consumo son mucho más notable en los 23 partidos del conurbano que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La encuesta se realizó sobre 940 personas mayores de edad, entre el 10 y el 14 de este mes. Abarcó a habitantes de la Capital Federal y del conurbano bonaerense, del primero (12 partidos) y segundo cordón. Así, el análisis de la consultora Equis llega a la conclusión que entre los hogares con ingresos inferiores a los 500 pesos, sólo el 14 por ciento no redujo sus gastos en consumo. Entre las familias con ingresos en la escala de 1000 a 2000 pesos, y entre las que superan este último valor, no redujeron sus ingresos el 30 y el 31,4 por ciento, respectivamente. Al mismo tiempo, son mayoría los hogares que redujeron sus consumos en los últimos meses en cualquiera de las franjas de ingreso que se tome bajo análisis: entre los hogares de más bajos ingresos llegan a representar el 80 por ciento, y entre las familias con ingresos mensuales superiores a los 2000 pesos, la proporción sólo se reduce al 59 por ciento. Cuanto mayor es la persona entrevistada, mayor sacrificio debió hacer en su nivel de consumo. En la franja que va de los 60 a los 74 años, casi un 75 por ciento (tres de cada cuatro) dice haber reducido sus gastos en consumo sin aumentar por ello sus ahorros. Pero aun entre los jóvenes, de 18 a 29 años, son mayoría los que se encuentran en la misma situación: 51,5 por ciento. A partir de los 30, todos las franjas de encuestados se aproximan al 74-75 por ciento de respuestas que dan reducción de consumo sin ahorro. El análisis por ocupación del entrevistado refleja un dato revelador: las amas de casa y los trabajadores autónomos, con más del 70 por ciento de respuestas, han reducido sus gastos en consumo en mayor proporción que los jubilados y/o pensionados. Ello reflejaría la evolución del nivel de ingresos: mientras que los jubilados siguen tan mal como hace un año, pero no peor, los hogares que dependen de un ingreso que varía en relación al nivel de actividad han debido recortar su presupuesto familiar. Por otro lado, es entre las mujeres amas de casa donde se verifica el mayor índice de encuestados que respondieron haber bajado sus gastos en el rubro comidas. Otros datos reveladores del grado de empobrecimiento de los hogares del área metropolitana que destaca el informe de Equis son los siguientes: * La reducción en el consumo de carne se ubica en el quinto lugar entre los entrevistados residentes en el distrito porteño y en el sexto entre los mayores de 60 años, cuando en el total de entrevistados aparece recién en el puesto 14, con el 2,9 por ciento de menciones entre los entrevistados. * La reducción o suspensión de compra de medicamentos se ubica en el quinto lugar entre los entrevistados mayores de 60 años, cuando en el total de los entrevistados se coloca en el puesto 18, mencionada por el 1,9 por ciento de los encuestados. * La suspensión o discontinuidad en el pago de los impuestos se ubica en el séptimo lugar entre los entrevistados que conviven en hogares con ingresos inferiores a los 500 pesos mensuales y entre los mayores de 60 años. En el total de los entrevistados, se ubica en el puesto 11, mencionado por el 3,2 por ciento. * El uso restringido de servicios pareciera no afectar a los residentes de la ciudad autónoma, entre los que no existen menciones. En cambio, entre los encuestados del conurbano, su mención aparece en el 9 por ciento de los casos. * También se observa un corte geográfico y por ingresos en cuanto al recorte del gasto en TV por cable. Mientras en Capital Federal hubo un 3 por ciento de respuestas que dijeron haber restringido ese gasto, en el conurbano la proporción aumenta a casi el doble. Otro tanto sucede con respecto al nivel de ingresos: mientras que en los hogares con entradas inferiores a 2000 pesos mencionan a este rubro casi el 6 por ciento de los encuestados, entre los hogares con ingresos superiores la proporción se reduce al 2,5 por ciento.
La crisis económica se va extendiendo como una mancha de petróleo. La difusión de cada nuevo indicador, ya sea de actividad industrial o rural, de exportaciones e importaciones, de empleo y salarios, de recaudación impositiva o previsional, evidencia un deterioro creciente, cuya magnitud debió ser reconocida incluso por Roque Fernández. Ayer fue el turno de la presentación de los datos de ventas de los supermercados, índice que muestra la evolución del consumo masivo. El resultado estuvo en línea con el derrumbe generalizado de las distintas variables económicas. En junio, la facturación de aquellos comercios fue un 1,6 por ciento menor a la de igual mes de 1998, y 2,9 por ciento inferior a la de mayo último. El informe oficial pone en evidencia que los bolsillos de los argentinos son cada vez más flacos. Fue la segunda vez desde que el Indec releva la evolución de las ventas de los supermercados que éstas disminuyeron en la comparación interanual. La anterior fue en mayo pasado. El organismo presentó ayer las cifras definitivas de ese mes, con una caída de 0,6 por ciento respecto de abril y de 4,4 por ciento en relación con el quinto mes del '98. Los datos de junio confirman que la performance de mayo no fue un hecho aislado, sino que se trata de una tendencia en aumento. De hecho, las ventas del mes pasado fueron las segundas más bajas del año, con 1131 millones de pesos entre todas las cadenas, apenas 17 millones más que febrero, siempre el más flojo por un factor estacional. En julio nada mejoró. En base a cifras preliminares, los empresarios del sector anticipan un descenso del 4 por ciento con respecto a junio, lo que daría una baja del 3,4 por ciento en comparación con julio del '98. La percepción de los supermercadistas, en base a encuestas y estudios de mercado, es que la crisis no cederá hasta las elecciones. También consideran que, de allí en más, se frenará la caída, pero que habrá que esperar hasta entrado el 2000 para apreciar la recuperación de las ventas. Además de bajar la facturación de los supermercados, un 0,4 por ciento en el semestre respecto a igual período del '98, fue menor el número total de ventas. En mayo, últimos guarismos presentados por el Indec, las cadenas concretaron 54,97 millones de operaciones, frente a las 55,94 millones de abril, las 58,64 millones de marzo y las 62,89 millones de diciembre del '98. Mientras la crisis se profundiza en las ventas masivas, los shoppings lograron revertir en junio la performance del mes anterior. Sus ventas crecieron 5,1 por ciento en comparación con igual mes del '98 y 3,8 por ciento sobre mayo. Ese mes, en cambio, el derrape había sido pronunciado, de un 5,7 por ciento respecto a mayo del último año. Sin embargo, pese a que las ventas aumentaron en junio, en gran medida ello se debió a que se sumaron nuevos locales. Si la comparación se establece sobre la proporción de ventas por metro cuadrado, en ese mes se apreció un descenso del 11,8 por ciento sobre junio del '98. Lo mismo sucede si se compara el acumulado del primer semestre de este año con el anterior, puesto que las colocaciones por metro cuadrado bajaron 13,4 por ciento, hasta 2976 pesos. Curiosamente, los indicadores sobre ventas de supermercados y shoppings, que muestran, junto a otros índices oficiales, que la crisis es más seria que la del Tequila, se dieron a conocer el día que Roque Fernández cumplió su tercer aniversario como ministro de Economía. Y tuvo poco como para celebrar. ESTRATEGIA DEFENSIVA DE LAS GRANDES CADENAS Por David Cufré Un indicador de la caída del poder adquisitivo general es el aumento, de entre el 10 y el 15 por ciento, que se produjo en las ventas de las marcas propias de las cadenas de supermercados. "La gente resigna la marca a la que está acostumbrada por productos de calidad similar, pero más económicos", señaló el ejecutivo. La diferencia de precios oscila entre el 20 y el 40 por ciento, suficiente como para volcar hacia ellos a cada vez más clientes. Como los supermercadistas consideran que la crisis se extenderá hasta fin de año, varias de las cadenas se preparan para lanzar nuevos productos de marcas propias. Es el refugio al que recurren para amortiguar la caída en las ventas. Wal Mart, por ejemplo, se apresta a sumar a sus góndolas 150 nuevas líneas de productos de marca propia --Great Value--, sobre las 200 mercaderías de ese tipo que ya ofrece. Para diseñar sus planes promocionales, las cadenas recurren a encuestas y estudios de mercado que encargan a las consultoras especializadas en el rubro de consumo masivo. El objetivo es conocer las preferencias y necesidades del público. Con esa información, rebajan los precios de los productos menos demandados, como alimentos congelados, artículos de limpieza y bebidas, para evitar un descenso más pronunciado en esas ventas. En Norte, por ejemplo, las artículos de limpieza cayeron un 20 por ciento. "La crisis llegó para quedarse. Son momentos difíciles. Todos peleamos por no perder público y la guerra de precios es inevitable", concluyó el empresario, quien pronosticó que la competencia será más dura en los próximos meses.
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