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Por Fernando Cibeira Hoy por hoy de política no habla, no pregunta ni le interesa, comentaba ayer uno de los colaboradores de Raúl Alfonsín que dedicó el fin de semana a poner al día al ex presidente en cuanto a lo sucedido en el país durante su convalecencia. No obstante, el mismo colaborador calculaba que esa situación de aparente desinterés podía extenderse no más allá del mes, cuando Alfonsín complete su sorprendente recuperación. Ayer, el ex presidente volvió a su casa, luego de 39 días de internación como consecuencia del accidente que sufriera en Río Negro, que le dejó diez costillas fracturadas y que casi le cuesta la vida. Recién después de que reciba la definitiva alta médica, se convertiría en probable su retorno a los actos, poniéndole un toque emotivo no menor al último tramo de la campaña de la Alianza. Pero cualquier cosa que haga, antes la va a hablar con Fernando (de la Rúa), decían a su alrededor para evaporar cualquier inquietud que pudiera surgir en el comando de campaña de la coalición. Exaltados por la reacción que generó en la gente el delicado estado de salud del ex presidente, sus amigos pensaban que su primera aparición política tendrá una convocatoria masiva comparable a la de aquellas gestas del 83. Llenaría cualquier cancha de fútbol y eso es una complicación, porque la gente se preguntaría quién es el candidato de la Alianza, explicaban. Y añadían: Si para algunos Alfonsín ya era un problema antes del accidente, ahora va a ser peor. Como píldora de muestra, ayer el ex presidente provocó la ovación del centenar de simpatizantes que lo esperaban a la salida del Hospital Italiano cuando, al asomarse por una ventana, ensayó su característico saludo con las manos cruzadas. El entusiasmo no mermó poco más tarde, cuando el auto que lo trasladaba circuló a paso de hombre entre la gente y Alfonsín no paraba de recibir saludos. O, luego, cuando jóvenes radicales abrazaron su departamento (ver aparte). Por eso, sostenían que tal vez lo más recomendable sería que Alfonsín retomara el mismo perfil de campaña que había recién iniciado cuando volcó la camioneta que lo trasladaba por Río Negro. Actos chicos en localidades pequeñas del interior bonaerense destinados a mantener vivo el entusiasmo de la militancia radical. La reaparición, entonces, podría concretarse en algún mítin sin pretensiones de un pueblito escondido. Estamos tan sorprendidos que todavía no pensamos nada, comentaba uno de los integrantes del comando aliancista sobre la rápida recuperación de Alfonsín. Tal vez quiera seguir con sus actos por el interior de la provincia, pero habrá que ver, agregaba. Hasta el accidente, los movimientos del ex presidente provocaban tembladerales en el comando de campaña delarruista, en donde preferían que se mantuviera en un discreto segundo plano. Ahora la situación podría ser bien distinta. Un coordinador de la coalición reconocía que la rentreé del ex presidente en la arena electoral generará un clima particular. Es lógico que su presencia en cualquier escenario provoque una sensación muy especial, concedía. Claro que para eso todavía falta. Por estas horas, la única preocupación de Alfonsín es completar su recuperación lo más rápido posible y para eso necesita que no lo preocupen ni recibir demasiadas visitas. Por el momento las costillas no le permiten hablar en voz más alta que un susurro, así que aunque quisiera no estaría en condiciones de dar un discurso. En su círculo más cercano el ex ministro Juan Sourrouille, el economista Mario Brodersohn y su vocero Federico Polak todavía no conocen cuáles serán los deseos de Alfonsín una vez que vuelva a la vida normal. Durante el fin de semana, Alfonsín escuchó de boca de ellos lo sucedido durante la Internacional Socialista, sobre la ventaja que De la Rúa viene obteniendo en las encuestas y el sombrío panorama socioeconómico que heredará el futuro gobierno. Todas cosas que él ya había pronosticado, se ufanaban los alfonsinistas. Aquí sus amigos abren la posibilidad que más le gusta. Mucho más incluso que la de los actos emotivos y los estadios de fútbol llenos. Es la imagen de un Alfonsín garantizando latransición de un gobierno a otro, trabajando a full en el mes y medio que irá desde la elección presidencial de octubre y el traspaso de diciembre. No hay dirigente que no se siente con Alfonsín si él se lo pide. No necesita de ningún cargo, argumentaba uno de sus colaboradores. Y entonces sostenía que, ante la posibilidad de que continúe el deterioro de la situación social, será indispensable que un delegado del nuevo gobierno si gana la Alianza se encuentre con representantes de los sectores sociales para garantizar la tranquilidad de la transición. Yo me lo imagino reuniéndose con la CGT, la UIA o con los senadores, respondía un amigo suyo. Hasta hace poco pasaba cada día por el Italiano para controlar el estado de salud de Alfonsín y ayer ya pensaba en la futura agenda de reuniones. Es así, cuando se recupere física y psicológicamente, va a volver a ser el hombre político que siempre fue, justificaba.
Por Laura Vales |