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El general Barry McCaffrey, el zar de la lucha antidrogas norteamericana, llegó ayer a Colombia en una misión doble. Por un lado, debe asegurar al gobierno colombiano que la ayuda financiera norteamericana se incrementará. Pero al mismo tiempo debe vencer los escrúpulos en Washington de que la ayuda sea destinada a la lucha contrainsurgente. Hay que ayudar al presidente Pastrana, afirmó en una conferencia de prensa, enfatizando que en Colombia se enfrenta a los ataques salvajes de 25.000 enemigos internos, financiados por cientos de millones de dólares de dinero del narcotráfico. El énfasis en el vínculo entre la guerrilla y el narcotráfico es crucial, dado que el Congreso norteamericano se niega a aprobar fondos con destino a la lucha contra la guerrilla en Colombia. La conexión es innegable, recalcó McCaffrey. Los diálogos de paz siguen en un punto muerto, a raíz de desacuerdos sobre la formación de una comisión para controlar la zona de despeje que Bogotá cedió a la guerrilla. En un clima lleno de rumores sobre una posible intervención norteamericana en Colombia, el general McCaffrey, jefe de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas (ONDCP), había llegado el domingo a Colombia e inició ayer una visita oficial de dos días para evaluar el progreso de la lucha contra el narcotráfico. El general se reunió con el presidente Andrés Pastrana, el jefe de las fuerzas armadas Fernando Tapias, y el jefe de la policía Rosso José Serrano. McCaffrey aseguró que Estados Unidos entiende el gran desafío al que está sometida Colombia. La visita del zar antidrogas está relacionada con un conflicto en Washington sobre el incremento de la ayuda financiera norteamericana a Colombia. Luego de la reciente ofensiva a escala nacional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el ministro de Defensa colombiano Fernando Ramírez solicitó a Washington 500 millones de dólares de ayuda militar para combatir a la guerrilla. El general McCaffrey lo secundó pidiendo a su gobierno que triplique la ayuda a Latinoamérica hasta 1000 millones de dólares. Una parte consistiría en asistencia apropiada para las autoridades democráticas colombianas. Pero el Congreso norteamericano se niega a apoyar abiertamente esfuerzos antiguerrilleros, por lo que McCaffrey argumentó ayer que la línea entre los grupos rebeldes y la droga desapareció. Esto justificaría un aumento de la ayuda militar, ya que la lucha contra la droga sería también contra la guerrilla. McCaffrey presentó ayer una extensa lista de datos para sustanciar este argumento. Estimó que Colombia era responsable por el 80 por ciento de la producción mundial de cocaína y heroína, y que la guerrilla está íntimamente ligada en todas las fases de su producción. Los grupos rebeldes perciben alrededor de 600 millones de dólares del tráfico, lo que según McCaffrey les permite adquirir tres veces más armamento que el ejército colombiano. El general llegó a comparar al conflicto con la guerra de Yugoslavia, afirmando que Colombia vivió una ofensiva en la que se mató a cientos de personas y con un millón de refugiados internos, más que en Kosovo. Esta es una seria situación de emergencia, concluyó. Los sondeos que realizó Estados Unidos sobre la disposición de los países regionales de intervenir arrojaron hasta ahora resultados negativos. El presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso rechazó terminantemente una intervención internacional, y el líder peruano Alberto Fujimori había afirmado aún antes que se oponía a toda injerencia extranjera en Colombia. El presidente venezolano Hugo Chávez se rehusó a reunirse con McCaffrey, excusándose en que no tenía tiempo para un encuentro. Mientras tanto, el diálogo en Colombia sigue estancado. Las FARC ofrecieron el fin de semana retomar las negociaciones a condición de que se postergue la formación de una comisión internacional para vigilar sus actividades en los 42.000 km2 de la zona de despeje. Pero el gobierno, que actualmente tramita más de 100 casos de ajusticiamientos ilegales delas FARC, rechazó la oferta. McCaffrey consideró que la zona podría convertirse en un refugio del narcotráfico. Infantes de marina colombianos atacaron ayer un campamento de las FARC, infligiendo bajas elevadas.
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