Por Raúl Dellatorre El rol del Citibank en el
manejo de cifras millonarias de origen oscuro y depositadas por clientes famosos acusados
de fraude y corrupción está bajo investigación del Congreso estadounidense. Por ahora,
el grueso volumen de antecedentes reunidos por un senador demócrata y un representante
(diputado) republicano, en investigaciones paralelas, no cuentan con un capítulo
argentino, pero muy pronto podrían incorporarlo: como informó en exclusiva Página/12,
una comisión de la Securities and Exchange Commission de Estados Unidos indaga, desde
hace un mes, sobre la vinculación entre la filial argentina del Citibank y el ex banquero
Raúl Moneta, actualmente prófugo de la Justicia.
Las investigaciones que llevan adelante el republicano Dan Burton y el demócrata Carl
Levin se orientan a examinar la forma en que el Citibank manejó las cuentas privadas de
funcionarios extranjeros y sus allegados. Burton, en particular, ha centrado su búsqueda
en la participación de la entidad financiera en el desvío de fondos oficiales del
gobierno de Hong Kong en favor del Partido Demócrata local en 1996, en plena campaña
electoral. Levin, en tanto, apunta a descubrir la responsabilidad del Citi en el manejo de
importantes sumas a nombre de poderosas familias de Asia, Africa y América Central,
sospechadas de tener origen espurio.
La investigación del manejo de fondos de origen irregular a través del banco que
encabeza Bill Rhodes aún no ha llegado a las costas argentinas, según expresaron a
Página/12 un ex fiscal de Nueva York y un asesor del senador demócrata Carl Levin. En
cambio, la Securities and Exchange Commission de EE.UU. se interesó vivamente en conocer
los negocios del Citi en Buenos Aires y su vinculación con Raúl Moneta. Los resultados
de su pesquisa podrían atraer después la atención del Congreso, dijeron los expertos
consultados.
A mediados de junio, dos funcionarios de dicha institución arribaron a esta capital para
indagar en las operaciones que desarrolló el banco estadounidense desde 1990 a la fecha.
El Citi adquirió fuerte presencia en la actividad industrial y de servicios a partir del
canje de bonos de la deuda por participaciones accionarias de empresas privatizadas (ver
aparte). En 1992, dichos activos fueron consolidados en una nueva empresa controlada por
la entidad financiera, que denominó Citicorp Equity Investments. Así nació el CEI.
Tenía por delante, sin embargo, una evolución más espectacular, que la llevó a ser hoy
el más importante multimedios de la Argentina.
En esta cadena de operaciones es donde entró a tallar Moneta. Con apoyo del Citibank,
compró su primera participación en el CEI. Al mismo tiempo, conformó en las islas
Vírgenes una sociedad, denominada United Finance Company (UFCO), cuyos accionistas se
mantienen como un misterio hasta estos días. UFCO apareció pocas semanas después
aportando 121 millones de dólares al capital del CEI. Así se convirtió en uno de sus
accionistas principales. Presentada como una sociedad controlada por República Holding,
terminó exhibiendo a Moneta como accionista principal del CEI. Curiosamente, el criador
de caballos criollos resultó teniendo como accionista minoritario al mayor banco
estadounidense. Ello, sumado a su paralelo desarrollo en el negocio financiero a través
de los bancos República y Mendoza, sus operaciones inmobiliarias por intermedio de la
sociedad denominada, significativamente, Citiconstrucciones, y su estrecha vinculación
con el menemismo y, en particular, con el presidente de la Nación, hicieron de Moneta un
personaje atractivo para los investigadores de negocios sospechosos del Citi
en el mundo.
Según recuerda un artículo publicado ayer por The New York Times, el Citibank es una
entidad líder en finanzas globales, pero mantiene una rama de negocios en la banca
personal relativamente pequeña, aunque ha despertado atractivo en clientes de elite en
todo el mundo. Uno de ellos ha sido Raúl Salinas de Gortari, hermano de un ex presidente
mexicano, que manejó millonarias cifras en cuentas de la entidad sin que ésta se
hayapreocupado de averiguar su origen. Salinas cumple condena actualmente en una cárcel
de su país natal.
El NYT recuerda también los casos del esposo de una ex primer ministra pakistaní, hoy
preso por delitos de corrupción, y de Liu Chaoying, la hija de un ex jefe militar chino,
involucrada en desvíos de fondos de las fuerzas armadas de su país.
La preferencia de personajes vinculados al poder por manejar sus fondos a
través del Citi no es casual. En todos los casos revelados más tarde como operaciones
que encubrían hechos de corrupción, quedó en evidencia que la institución bancaria
facilitó la salida de los fondos de su país de origen cuando otros bancos se negaban a
hacer la operación. Tal fue el caso de Raúl Salinas, que en 1992 giró al exterior 10
millones de dólares luego de haber sido rechazado como clientes en otras entidades.
Desde que tales maniobras tomaron estado público y se multiplicaron, el banco cambió su
política de aceptación de personajes públicos como clientes privados. Ya no son
un buen target de mercado, señaló Tom Lahiff, vicepresidente y responsable legal
del Citibank, citado por el diario de Nueva York.
Con la globalización financiera, el proceso de desregulación y la concentración
económica, los estados nacionales no sólo han perdido peso frente a los grandes grupos
sino que también han resignado capacidad de control. El circuito financiero tiene un
recorrido que escapa a los ojos de las superintendencias bancarias y facilita, como está
comprobado, el lavado de dinero. La creciente preocupación en Estados Unidos por este
último tema ha impulsado las investigaciones en la materia que, necesariamente, adquieren
alcance internacional.
Del negocio a la crisis
Por Claudio ZlotnikEl
negocio del siglo, lo calificó el influyente The New York Times en un artículo
aparecido en 1994. Se refería a la captación que el Citibank había hecho de empresas
públicas argentinas. A cambio de quedarse con Telefónica de Argentina, compañías
gasíferas y de electricidad, entre otros activos, la entidad estadounidense había
entregado devaluados papeles de deuda que estaban en su poder desde la época de la
dictadura militar. El negocio del siglo le permitió al Citi obtener una
ganancia de 450 millones de dólares.
La carrera vertiginosa del Citi en la Argentina se inició a principios de la década,
junto con el proceso de privatizaciones encarado por el menemismo. Y estuvo en manos de
dos hombres: John Reed, el número uno del Citicorp, y Richard Handley, ex presidente de
la filial argentina del Citi. Urgido por una mala época financiera, Reed acudió a su
amigo y confidente Handley para motorizar negocios en la Argentina y salvar su investidura
al frente del banco con base en Nueva York.
Con los títulos de deuda en su poder, que en el mercado valían entre 15 y 20 por ciento
de su valor nominal, la dupla Reed-Handley logró convertirlos en capitales tangibles
(empresas públicas) a un valor muy superior al real. La primera empresa tomada fue
Celulosa, en 1990, cuando el Citi pagó con papeles la acreencia que tenía el Banco
Nacional de Desarrollo contra la papelera. Después siguieron otras, como Aceros Zapla,
Alto Paraná y el Frigorífico Rioplatense, además de un puñado de ex estatales del
sector servicios.
Fue entonces que el conglomerado de empresas industriales y de servicios quedó integrado
bajo el paraguas del Citicorp Equity Investments (CEI), al que luego se integraron como
socios la familia Werthein, Raúl Moneta, amigo de Handley desde que compartieron aula en
el colegio San Jorge de Quilmes, y hasta el financista húngaro-estadounidense George
Soros, quien llegó a poseer el 2 por ciento del paquete accionario.
La segunda ola expansiva del grupo se centró en los medios de comunicación. Fue socio
minoritario de Eduardo Eurnekian en Cablevisión. A partir de ahí el holding adquirió
los canales Telefé y Azul, Atlántida, las radios Continental y La Red y parte de Torneos
y Competencias. Después el Citi redujo su participación al 24 por ciento del total y
Richard Handley le dejó la presidencia a Raúl Moneta. El fondo de inversión de origen
texano HMT&F ingresó el año pasado acumulando cada vez más acciones, y ahora ya
posee el 72,2 por ciento del total.
En la actualidad, el grupo vive días traumáticos. La situación judicial de Moneta
prófugo de la Justicia dejó al ex dueño del Banco Mendoza fuera del CEI y a
Tom Hicks, cabeza visible del HMT&F, al frente del holding. En el medio, Handley se
negó a volver a ocupar la presidencia. El Citi quiere mantenerse lo más alejado posible
de los cuestionamientos. |
MONETA, EL PERFIL EXACTO DEL BANQUERO QUE
PUEDE SER INVESTIGADO
Del sueño de gloria a la pesadilla de Devoto
Por R. D.
El
ascenso meteórico de Raúl Juan Pedro Moneta en el negocio financiero y de multimedios
siempre despertó sospechas. Antes del inicio de la década menemista, no era más que uno
de los dueños de una extrabursátil, República Finanzas, cuya actividad más rentable
era operar una mesa de dinero (operaciones especulativas de muy corto plazo, con fondos de
terceros, a tasas muy elevadas que rendían intereses por día de colocación).
Con el tiempo, Moneta no sólo llegó a figurar como presidente del mayor holding
multimedios del país, sino también a contar con el mayor banco de Estados Unidos, el
Citibank, como socio minoritario de sus emprendimientos.
Asiduo concurrente a las reuniones íntimas del presidente de la Nación en Olivos, Moneta
supo además sacar provecho de sus relaciones personales con Ricardo Handley y John Reed,
con quienes compartió las aulas del secundario del exclusivo colegio Saint George, de
Quilmes. De la mano del primero se incorporó al CEI, cuando esta sigla representaba tan
sólo el brazo financiero del Citibank en Argentina para sus inversiones en activos
empresarios. Con dinero prestado por el Citi, adquirió su primera participación en el
CEI, inicio del camino que lo llevó a comprarle al banco norteamericano una porción que
lo convirtió en accionista principal.
Su financiera se convirtió en banco, luego el banco compró otros dos, el Mendoza y el de
Previsión Social, de la misma provincia. Las operaciones cruzadas entre el de origen, el
República, y el que surgió de la fusión de las dos entidades cuyanas, el Mendoza,
dieron lugar a la apertura de una investigación judicial que terminó con una orden de
captura en su contra dictada por el juez Luis Leiva el pasado 2 de junio. Desde entonces,
Raúl Moneta no ha vuelto a mostrar su barba y su sonrisa en lugares públicos, y
permanece con paradero desconocido.
Ahora, el banquero mimado del gobierno provoca una paradoja: los funcionarios buscan tomar
prudente distancia del financista prófugo. Sus vinculaciones con el poder no le han sido
de utilidad para lograr una eximición de captura en la Justicia, denegada tanto por el
magistrado actuante como por la Cámara de Apelaciones. El nuevo grupo de control del CEI,
el consorcio texano Hicks, Muse, Tate & Furst, lo alejó de la titularidad del
holding. Y en Telefónica de Argentina, su actual presidente ni siquiera recuerda que
Moneta fue miembro del directorio.
Desde las sombras y a través de apoderados, cedió el paquete de control del CEI a favor
de Hicks Muse, según se informó el último viernes, el último paso al costado del que
se tiene noticia. No son pocos los que aseguran que la cesión es la ejecución de las
garantías que Moneta debió entregar cuando Hicks le tendió una mano, en efectivo, a
fines del año pasado cuando su holding bancario empezaba a teclear.
Ahora está a un paso de ser investigado por una comisión legislativa estadounidense, ya
que da con el perfil justo de los magnates vinculados al poder puestos bajo la lupa en sus
operaciones con el Citibank. Si ocurre, ya no le será tan fácil esconderse de la
Justicia. Porque, para peor, como dice el tango, los amigos ya no vienen, ni
siquiera a consolarlo.
Reunión urgente de los miembros del
Mercosur
Uruguay, en la presidencia
temporal del bloque, convocó para el miércoles a un encuentro para limar las asperezas
surgidas entre Argentina y Brasil. El Gobierno optó por ignorar el conflicto.
Jorge Campbell, secretario de Relaciones
Económicas Internacionales, poco informado.
Dijo desconocer que Brasil hubiera suspendido unilateralmente las negociaciones. |
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Por David Cufré
Acá no hay
tiros ni sangre. El embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vegas, apeló a esa
curiosa definición para encuadrar, desde la visión del Gobierno, el conflicto comercial
con el socio más poderoso del Mercosur. Su intención, como él mismo dijo, fue
desdramatizar la pelea, pero su necesidad de explicar que no hay tiros
ni sangre fue de hecho un reconocimiento de la gravedad de la discusión. Más
frontales fueron los funcionarios brasileños, quienes subrayaron que se trata de un
momento crítico del proceso de integración regional. Después de una jornada
desbordante en declaraciones, con acusaciones cruzadas y reiterados llamados a la
cordura, el secretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería, Jorge
Campbell, tuvo a su cargo informar cuál es la posición argentina. Fuimos invitados
a una reunión en Montevideo, el próximo miércoles, para analizar la situación,
comentó, despejando la pelota a la tribuna.
El funcionario se refugió en conceptos técnicos y expresiones diplomáticas de
circunstancia, restando toda trascendencia al conflicto. Incluso sostuvo que no
tenemos ninguna comunicación oficial por parte de Brasil sobre la suspensión de
reuniones. Campbell señaló que ayer dialogó telefónicamente con su par
brasileño, José Alfredo Graça Lima, y en ningún momento se refirió a que su
gobierno adoptaría esa decisión. De acuerdo a la versión de la Cancillería
argentina, todo seguirá los cauces normales, con el encuentro del Grupo Mercado Común en
Montevideo, y el resto de los encuentros programados para discusiones técnicas del
Mercosur se realizarán como estaba previsto.
Sin embargo, la crisis del Mercosur se desató cuando el propio Graça Lima anunció
anteayer que el gobierno de su país cancelaba unilateralmente las negociaciones de los
acuerdos comerciales pendientes, como represalia a la adopción de medidas
proteccionistas por parte de la administración de Carlos Menem. Se refería a
las trabas paraarancelarias impuestas por Argentina a las exportaciones brasileñas de
papel y celulosa, calzados, textiles y carne de aves. También a la reglamentación de una
cláusula del tratado de Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), por la cual
Argentina se permite imponer medidas de salvaguardia a las importaciones de cualquier
rubro provenientes de los países miembros de ese bloque. El gobierno brasileño
reaccionó de inmediato. Graça Lima se quejó porque esa resolución persigue el
único objetivo de frenar las exportaciones brasileñas a Argentina, lo cual
es contrario al espíritu integrador del Mercosur.
Por lo tanto, el país vecino exige, con una vehemencia inusitada dentro de la corta
historia del bloque regional, que Argentina dé marcha atrás con aquellas medidas. Las
cámaras empresarias más poderosas de uno y otro lado de la frontera salieron a reclamar
a los respectivos gobiernos que se mantengan firmes en su posición. La Unión Industrial
Argentina manifestó su profundo rechazo a la presión brasileña,
debido a la falta de racionalidad y justificación. El camino para
profundizar la integración no es la amenaza, enfatizó el presidente de la UIA,
Osvaldo Rial. Por su parte, el director para el área Mercosur de la Federación de
Industrias de San Pablo, Mario Mugnaini, sostuvo que esas medidas proteccionistas
amenazan el acuerdo de libre comercio y deben ser retiradas. Expresiones similares
hubo por parte de los industriales de los sectores del calzado, textil y automotor, tanto
argentinos como brasileños.
No tenemos que caer en un ataque de histeria, recomendó el canciller Guido Di
Tella, quien atribuyó el conflicto a que el comercio no anda bien, por los
problemas económicos de todo el bloque. Su par brasileño,
Luis Felipe Lampreia, canceló las actividades de una misión diplomática en Bolivia, y
retornó de urgencia a Brasilia para atender la crisis del Mercosur.
La pelea quedó latente hasta el próximo miércoles, cuando los socios se reúnan para
analizar la cuestión. No obstante, su virulencia dejará hastaentonces por lo
menos una inocultable sensación de incertidumbre sobre el futuro del bloque
regional. Brasil tiene argumentos como para protestar por la decisión argentina, en
razón de que la cláusula de la ALADI, de 1987, habría quedado sin efecto por el marco
propio del acuerdo de formación del Mercosur. Asimismo, las trabas paraarancelarias no se
condicen con el comportamiento lógico de buenos vecinos y socios. Sin embargo, todo ello
no es más que una reiteración de la estrategia que viene aplicando Brasil cada vez que
necesita trabar el ingreso de mercaderías. El fondo de la discusión es una señal del
gobierno brasileño hacia el reemplazante de Menem, al fijar los límites de lo que serán
las futuras negociaciones.
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