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EL CONGRESO DE EE.UU. QUIERE SABER QUE
PASO CON LAS CUENTAS DE FUNCIONARIOS EXTRANJEROS
El fantasma del Citibank recorre el mundo

El Congreso de Estados Unidos investiga si el banco es el canal elegido para lavar dinero de la corrupción por parte de funcionarios de primer nivel de México, China y Pakistán. La pesquisa podría articularse con la curiosidad norteamericana sobre el CEI que conducía el prófugo Raúl Moneta.

Raúl Moneta, buscado por la Justicia. En Washington el Citi está bajo sospecha.

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Por Raúl Dellatorre

t.gif (862 bytes) El rol del Citibank en el manejo de cifras millonarias de origen oscuro y depositadas por clientes famosos acusados de fraude y corrupción está bajo investigación del Congreso estadounidense. Por ahora, el grueso volumen de antecedentes reunidos por un senador demócrata y un representante (diputado) republicano, en investigaciones paralelas, no cuentan con un capítulo argentino, pero muy pronto podrían incorporarlo: como informó en exclusiva Página/12, una comisión de la Securities and Exchange Commission de Estados Unidos indaga, desde hace un mes, sobre la vinculación entre la filial argentina del Citibank y el ex banquero Raúl Moneta, actualmente prófugo de la Justicia.
Las investigaciones que llevan adelante el republicano Dan Burton y el demócrata Carl Levin se orientan a examinar la forma en que el Citibank manejó las cuentas privadas de funcionarios extranjeros y sus allegados. Burton, en particular, ha centrado su búsqueda en la participación de la entidad financiera en el desvío de fondos oficiales del gobierno de Hong Kong en favor del Partido Demócrata local en 1996, en plena campaña electoral. Levin, en tanto, apunta a descubrir la responsabilidad del Citi en el manejo de importantes sumas a nombre de poderosas familias de Asia, Africa y América Central, sospechadas de tener origen espurio.
La investigación del manejo de fondos de origen irregular a través del banco que encabeza Bill Rhodes aún no ha llegado a las costas argentinas, según expresaron a Página/12 un ex fiscal de Nueva York y un asesor del senador demócrata Carl Levin. En cambio, la Securities and Exchange Commission de EE.UU. se interesó vivamente en conocer los negocios del Citi en Buenos Aires y su vinculación con Raúl Moneta. Los resultados de su pesquisa podrían atraer después la atención del Congreso, dijeron los expertos consultados.
A mediados de junio, dos funcionarios de dicha institución arribaron a esta capital para indagar en las operaciones que desarrolló el banco estadounidense desde 1990 a la fecha. El Citi adquirió fuerte presencia en la actividad industrial y de servicios a partir del canje de bonos de la deuda por participaciones accionarias de empresas privatizadas (ver aparte). En 1992, dichos activos fueron consolidados en una nueva empresa controlada por la entidad financiera, que denominó Citicorp Equity Investments. Así nació el CEI. Tenía por delante, sin embargo, una evolución más espectacular, que la llevó a ser hoy el más importante multimedios de la Argentina.
En esta cadena de operaciones es donde entró a tallar Moneta. Con apoyo del Citibank, compró su primera participación en el CEI. Al mismo tiempo, conformó en las islas Vírgenes una sociedad, denominada United Finance Company (UFCO), cuyos accionistas se mantienen como un misterio hasta estos días. UFCO apareció pocas semanas después aportando 121 millones de dólares al capital del CEI. Así se convirtió en uno de sus accionistas principales. Presentada como una sociedad controlada por República Holding, terminó exhibiendo a Moneta como accionista principal del CEI. Curiosamente, el criador de caballos criollos resultó teniendo como accionista minoritario al mayor banco estadounidense. Ello, sumado a su paralelo desarrollo en el negocio financiero a través de los bancos República y Mendoza, sus operaciones inmobiliarias por intermedio de la sociedad denominada, significativamente, Citiconstrucciones, y su estrecha vinculación con el menemismo y, en particular, con el presidente de la Nación, hicieron de Moneta un personaje “atractivo” para los investigadores de negocios sospechosos del Citi en el mundo.
Según recuerda un artículo publicado ayer por The New York Times, el Citibank es una entidad líder en finanzas globales, pero mantiene una rama de negocios en la banca personal relativamente pequeña, aunque ha despertado atractivo en clientes de elite en todo el mundo. Uno de ellos ha sido Raúl Salinas de Gortari, hermano de un ex presidente mexicano, que manejó millonarias cifras en cuentas de la entidad sin que ésta se hayapreocupado de averiguar su origen. Salinas cumple condena actualmente en una cárcel de su país natal.
El NYT recuerda también los casos del esposo de una ex primer ministra pakistaní, hoy preso por delitos de corrupción, y de Liu Chaoying, la hija de un ex jefe militar chino, involucrada en desvíos de fondos de las fuerzas armadas de su país.
La “preferencia” de personajes vinculados al poder por manejar sus fondos a través del Citi no es casual. En todos los casos revelados más tarde como operaciones que encubrían hechos de corrupción, quedó en evidencia que la institución bancaria facilitó la salida de los fondos de su país de origen cuando otros bancos se negaban a hacer la operación. Tal fue el caso de Raúl Salinas, que en 1992 giró al exterior 10 millones de dólares luego de haber sido rechazado como clientes en otras entidades.
Desde que tales maniobras tomaron estado público y se multiplicaron, el banco cambió su política de aceptación de personajes públicos como clientes privados. “Ya no son un buen target de mercado”, señaló Tom Lahiff, vicepresidente y responsable legal del Citibank, citado por el diario de Nueva York.
Con la globalización financiera, el proceso de desregulación y la concentración económica, los estados nacionales no sólo han perdido peso frente a los grandes grupos sino que también han resignado capacidad de control. El circuito financiero tiene un recorrido que escapa a los ojos de las superintendencias bancarias y facilita, como está comprobado, el lavado de dinero. La creciente preocupación en Estados Unidos por este último tema ha impulsado las investigaciones en la materia que, necesariamente, adquieren alcance internacional.

 

Del negocio a la crisis
Por Claudio Zlotnik

“El negocio del siglo”, lo calificó el influyente The New York Times en un artículo aparecido en 1994. Se refería a la captación que el Citibank había hecho de empresas públicas argentinas. A cambio de quedarse con Telefónica de Argentina, compañías gasíferas y de electricidad, entre otros activos, la entidad estadounidense había entregado devaluados papeles de deuda que estaban en su poder desde la época de la dictadura militar. “El negocio del siglo” le permitió al Citi obtener una ganancia de 450 millones de dólares.
La carrera vertiginosa del Citi en la Argentina se inició a principios de la década, junto con el proceso de privatizaciones encarado por el menemismo. Y estuvo en manos de dos hombres: John Reed, el número uno del Citicorp, y Richard Handley, ex presidente de la filial argentina del Citi. Urgido por una mala época financiera, Reed acudió a su amigo y confidente Handley para motorizar negocios en la Argentina y salvar su investidura al frente del banco con base en Nueva York.
Con los títulos de deuda en su poder, que en el mercado valían entre 15 y 20 por ciento de su valor nominal, la dupla Reed-Handley logró convertirlos en capitales tangibles (empresas públicas) a un valor muy superior al real. La primera empresa tomada fue Celulosa, en 1990, cuando el Citi pagó con papeles la acreencia que tenía el Banco Nacional de Desarrollo contra la papelera. Después siguieron otras, como Aceros Zapla, Alto Paraná y el Frigorífico Rioplatense, además de un puñado de ex estatales del sector servicios.
Fue entonces que el conglomerado de empresas industriales y de servicios quedó integrado bajo el paraguas del Citicorp Equity Investments (CEI), al que luego se integraron como socios la familia Werthein, Raúl Moneta, amigo de Handley desde que compartieron aula en el colegio San Jorge de Quilmes, y hasta el financista húngaro-estadounidense George Soros, quien llegó a poseer el 2 por ciento del paquete accionario.
La segunda ola expansiva del grupo se centró en los medios de comunicación. Fue socio minoritario de Eduardo Eurnekian en Cablevisión. A partir de ahí el holding adquirió los canales Telefé y Azul, Atlántida, las radios Continental y La Red y parte de Torneos y Competencias. Después el Citi redujo su participación al 24 por ciento del total y Richard Handley le dejó la presidencia a Raúl Moneta. El fondo de inversión de origen texano HMT&F ingresó el año pasado acumulando cada vez más acciones, y ahora ya posee el 72,2 por ciento del total.
En la actualidad, el grupo vive días traumáticos. La situación judicial de Moneta –prófugo de la Justicia– dejó al ex dueño del Banco Mendoza fuera del CEI y a Tom Hicks, cabeza visible del HMT&F, al frente del holding. En el medio, Handley se negó a volver a ocupar la presidencia. El Citi quiere mantenerse lo más alejado posible de los cuestionamientos.


 

MONETA, EL PERFIL EXACTO DEL BANQUERO QUE PUEDE SER INVESTIGADO
Del sueño de gloria a la pesadilla de Devoto

Por R. D.

t.gif (862 bytes) El ascenso meteórico de Raúl Juan Pedro Moneta en el negocio financiero y de multimedios siempre despertó sospechas. Antes del inicio de la década menemista, no era más que uno de los dueños de una extrabursátil, República Finanzas, cuya actividad más rentable era operar una mesa de dinero (operaciones especulativas de muy corto plazo, con fondos de terceros, a tasas muy elevadas que rendían intereses por día de colocación).
Con el tiempo, Moneta no sólo llegó a figurar como presidente del mayor holding multimedios del país, sino también a contar con el mayor banco de Estados Unidos, el Citibank, como socio minoritario de sus emprendimientos.
Asiduo concurrente a las reuniones íntimas del presidente de la Nación en Olivos, Moneta supo además sacar provecho de sus relaciones personales con Ricardo Handley y John Reed, con quienes compartió las aulas del secundario del exclusivo colegio Saint George, de Quilmes. De la mano del primero se incorporó al CEI, cuando esta sigla representaba tan sólo el brazo financiero del Citibank en Argentina para sus inversiones en activos empresarios. Con dinero prestado por el Citi, adquirió su primera participación en el CEI, inicio del camino que lo llevó a comprarle al banco norteamericano una porción que lo convirtió en accionista principal.
Su financiera se convirtió en banco, luego el banco compró otros dos, el Mendoza y el de Previsión Social, de la misma provincia. Las operaciones cruzadas entre el de origen, el República, y el que surgió de la fusión de las dos entidades cuyanas, el Mendoza, dieron lugar a la apertura de una investigación judicial que terminó con una orden de captura en su contra dictada por el juez Luis Leiva el pasado 2 de junio. Desde entonces, Raúl Moneta no ha vuelto a mostrar su barba y su sonrisa en lugares públicos, y permanece con paradero desconocido.
Ahora, el banquero mimado del gobierno provoca una paradoja: los funcionarios buscan tomar prudente distancia del financista prófugo. Sus vinculaciones con el poder no le han sido de utilidad para lograr una eximición de captura en la Justicia, denegada tanto por el magistrado actuante como por la Cámara de Apelaciones. El nuevo grupo de control del CEI, el consorcio texano Hicks, Muse, Tate & Furst, lo alejó de la titularidad del holding. Y en Telefónica de Argentina, su actual presidente ni siquiera recuerda que Moneta fue miembro del directorio.
Desde las sombras y a través de apoderados, cedió el paquete de control del CEI a favor de Hicks Muse, según se informó el último viernes, el último paso al costado del que se tiene noticia. No son pocos los que aseguran que la cesión es la ejecución de las garantías que Moneta debió entregar cuando Hicks le tendió una mano, en efectivo, a fines del año pasado cuando su holding bancario empezaba a teclear.
Ahora está a un paso de ser investigado por una comisión legislativa estadounidense, ya que da con el perfil justo de los magnates vinculados al poder puestos bajo la lupa en sus operaciones con el Citibank. Si ocurre, ya no le será tan fácil esconderse de la Justicia. Porque, para peor, como dice el tango, “los amigos ya no vienen, ni siquiera a consolarlo”.

 


 

Reunión urgente de los miembros del Mercosur

Uruguay, en la presidencia temporal del bloque, convocó para el miércoles a un encuentro para limar las asperezas surgidas entre Argentina y Brasil. El Gobierno optó por ignorar el conflicto.

Jorge Campbell, secretario de Relaciones Económicas Internacionales, poco informado.
Dijo desconocer que Brasil hubiera suspendido unilateralmente las negociaciones.

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Por David Cufré

t.gif (862 bytes) “Acá no hay tiros ni sangre.” El embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vegas, apeló a esa curiosa definición para encuadrar, desde la visión del Gobierno, el conflicto comercial con el socio más poderoso del Mercosur. Su intención, como él mismo dijo, fue “desdramatizar” la pelea, pero su necesidad de explicar que no hay “tiros ni sangre” fue de hecho un reconocimiento de la gravedad de la discusión. Más frontales fueron los funcionarios brasileños, quienes subrayaron que se trata de un “momento crítico” del proceso de integración regional. Después de una jornada desbordante en declaraciones, con acusaciones cruzadas y reiterados llamados a la “cordura”, el secretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería, Jorge Campbell, tuvo a su cargo informar cuál es la posición argentina. “Fuimos invitados a una reunión en Montevideo, el próximo miércoles, para analizar la situación”, comentó, despejando la pelota a la tribuna.
El funcionario se refugió en conceptos técnicos y expresiones diplomáticas de circunstancia, restando toda trascendencia al conflicto. Incluso sostuvo que “no tenemos ninguna comunicación oficial por parte de Brasil sobre la suspensión de reuniones”. Campbell señaló que ayer dialogó telefónicamente con su par brasileño, José Alfredo Graça Lima, y “en ningún momento se refirió a que su gobierno adoptaría esa decisión”. De acuerdo a la versión de la Cancillería argentina, todo seguirá los cauces normales, con el encuentro del Grupo Mercado Común en Montevideo, y el resto de los encuentros programados para discusiones técnicas del Mercosur se realizarán como estaba previsto.
Sin embargo, la crisis del Mercosur se desató cuando el propio Graça Lima anunció anteayer que el gobierno de su país cancelaba unilateralmente las negociaciones de los acuerdos comerciales pendientes, como represalia a la adopción de medidas “proteccionistas” por parte de la administración de Carlos Menem. Se refería a las trabas paraarancelarias impuestas por Argentina a las exportaciones brasileñas de papel y celulosa, calzados, textiles y carne de aves. También a la reglamentación de una cláusula del tratado de Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), por la cual Argentina se permite imponer medidas de salvaguardia a las importaciones de cualquier rubro provenientes de los países miembros de ese bloque. El gobierno brasileño reaccionó de inmediato. Graça Lima se quejó porque esa resolución persigue “el único objetivo de frenar las exportaciones brasileñas a Argentina”, lo cual “es contrario al espíritu integrador del Mercosur”.
Por lo tanto, el país vecino exige, con una vehemencia inusitada dentro de la corta historia del bloque regional, que Argentina dé marcha atrás con aquellas medidas. Las cámaras empresarias más poderosas de uno y otro lado de la frontera salieron a reclamar a los respectivos gobiernos que se mantengan firmes en su posición. La Unión Industrial Argentina manifestó su “profundo rechazo” a la presión brasileña, “debido a la falta de racionalidad y justificación”. “El camino para profundizar la integración no es la amenaza”, enfatizó el presidente de la UIA, Osvaldo Rial. Por su parte, el director para el área Mercosur de la Federación de Industrias de San Pablo, Mario Mugnaini, sostuvo que “esas medidas proteccionistas amenazan el acuerdo de libre comercio y deben ser retiradas”. Expresiones similares hubo por parte de los industriales de los sectores del calzado, textil y automotor, tanto argentinos como brasileños.
“No tenemos que caer en un ataque de histeria”, recomendó el canciller Guido Di Tella, quien atribuyó el conflicto “a que el comercio no anda bien, por los problemas económicos de todo el bloque”. Su par brasileño,
Luis Felipe Lampreia, canceló las actividades de una misión diplomática en Bolivia, y retornó de urgencia a Brasilia para atender la crisis del Mercosur.
La pelea quedó latente hasta el próximo miércoles, cuando los socios se reúnan para analizar la cuestión. No obstante, su virulencia dejará hastaentonces –por lo menos– una inocultable sensación de incertidumbre sobre el futuro del bloque regional. Brasil tiene argumentos como para protestar por la decisión argentina, en razón de que la cláusula de la ALADI, de 1987, habría quedado sin efecto por el marco propio del acuerdo de formación del Mercosur. Asimismo, las trabas paraarancelarias no se condicen con el comportamiento lógico de buenos vecinos y socios. Sin embargo, todo ello no es más que una reiteración de la estrategia que viene aplicando Brasil cada vez que necesita trabar el ingreso de mercaderías. El fondo de la discusión es una señal del gobierno brasileño hacia el reemplazante de Menem, al fijar los límites de lo que serán las futuras negociaciones.

 

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