Por Nora Veiras A medida que se acerca el 24
de octubre, en los partidos políticos se activa la puja interna entre quiénes serán,
finalmente, los ministeriables. El área de educación no es ajena a la danza
de nombres que aspira a llegar al Palacio Sarmiento. En la Alianza, el acuerdo
preelectoral entre radicales y frepasistas garantiza para las huestes de Carlos
Chacho Alvarez el manejo del ministerio sin escuelas. En ese punto
se agotan las coincidencias.
La pedagoga-diputada Adriana Puiggrós es la candidata que está trabajando con ese
objetivo desde el año pasado. Sin embargo, el camino parece tener varios obstáculos.
Se necesita alguien con un perfil más ejecutivo, repiten algunas voces
cercanas a Alvarez y la alarma se enciende en el entorno de la legisladora. Sus buenas
relaciones con el radicalismo, encarnado en el secretario de Educación porteño, Mario
Giannoni, es levantado como un punto favorable para el posicionamiento de Puiggrós.
A pesar de sus esfuerzos por mantenerse prescindente, el ex titular de educación de la
UNESCO, Juan Carlos Tedesco, es mencionado con insistencia como el hombre seguro si la
Alianza llega a la Rosada. Su buena relación con la ex ministra de Educación de Carlos
Menem, Susana Decibe, es uno de los cuestionamientos entre quienes aspiran a diferenciarse
de los diez años de menemismo. De hecho, el plantel técnico que encabezó la pedagoga
Cecilia Braslavsky tiene excelentes relaciones con Tedesco.
El senador Pedro del Piero, vicepresidente de la Comisión de Educación de la Cámara
alta, también empezó a tallar en la interna educativa. Un seminario sobre la aplicación
de la Ley Federal de Educación, organizado con el visto bueno del presidente del cuerpo,
Carlos Ruckauf a la sazón candidato a gobernador bonaerense y contrincante de la
frepasista Graciela Fernández Meijide alimentó los resquemores.
En ese encuentro no participó ningún radical y dio cátedra Tedesco. Tampoco intervino
Puiggrós quien, en principio, fue consultada sobre la organización del encuentro. Para
enmarañar aún más la madeja frepasista, Del Piero dejó el seminario para viajar junto
a Chacho Alvarez a Estados Unidos. Allí participó junto con el candidato a
vicepresidente de encuentros científicos en Silicon Valley.
Primero tenemos que ganar en octubre y después se verá, dicen, cautelosos,
los que guardan in pectore otros candidatos menos conocidos. En realidad, la falta de
definiciones no sólo tiene causas coyunturales o personales sino otras que obedecen a
diferencias en el qué hacer. En los albores de la Alianza, los equipos técnicos del
radicalismo y el Frepaso empezaron a trabajar en el Instituto Programático de la Alianza
(IPA). Las reuniones se siguen realizando pero, de hecho, los frepasistas actúan por un
lado y los radicales por otro.
El avance del menemismo en la aplicación de la Ley Federal de Educación que cambió la
estructura del sistema educativo al extender la obligatoriedad a nueve años se
pasó de siete de primaria a nueve de Educación General Básica más los tres de
Polimodal equivalentes a los últimos tres del secundario convenció a la
mayoría de los frepasistas de que ya no se puede seguir hablando de
derogación de esa ley sino de modificación. Entre los radicales,
las posturas son más duras.
Uno de los principales problemas será acompasar los diferentes ritmos con que las
provincias han llevado a la práctica la letra de la ley. El panorama es anárquico: va
desde la provincia de Buenos Aires que se apresuró a poner en marcha la EGB, hasta la
Ciudad de Buenos Aires donde la Alianza pospuso el debate sobre la Ley de Educación local
hasta después de las elecciones. En rigor, el gobierno de Fernando de la Rúa
rechazó la aplicación de la nueva estructura educativa pero no hay acuerdo entre el
ejecutivo y la bancada radical de la Legislatura sobre cómo resolver los nueve años de
obligatoriedad. El área universitaria estaría preasignada al radicalismo en función de
su tradición en las casas de altos estudios. El nombre del ex secretario de Educación de
Raúl Alfonsín, Adolfo Stubrin, es el que muchos repiten como número puesto. En este
tema, las diferencias entre los radicales, que hacen de la autonomía una bandera
innegociable, y los frepasistas, que se inclinan por una planificación, se mantienen
encauzadas sólo porque todavía no se vieron enfrentados a la necesidad de actuar en el
complejo sistema de universidades nacionales. Si gana la Alianza, entre octubre y
diciembre tendrán que acordar no sólo nombres sino proyectos.
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