Por Cristian Alarcón Si Santa Cecilia hablara. Si
declarasen las imágenes que coronan el atrio de la Catedral de Mar del Plata sobre lo
ocurrido ayer a la mañana frente a sus ojos cerámicos, podría determinarse cómo
comenzaron los disturbios entre desocupados y supuestos feligreses a eso de las nueve y
media. Pero la confusión se adueñó de los hechos y anoche no había forma de hacer
encajar unos testimonios con otros para reconstruir los sucesos violentos en los que
intervinieron los desocupados que hacía tres semanas habían tomado la sede cristiana,
feligreses que se oponían a la presencia de ellos en su iglesia, policías bonaerenses y
un grupo más parecido a una clásica patota de servicios que a católicos enardecidos.
Las secuelas materiales de la trifulca fueron dos ocupantes detenidos por resistencia a la
autoridad después de una batahola en las puertas de la Catedral, la intervención del
grupo especial GEO de la bonaerense, dos heridos leves, un confesionario astillado a las
patadas, los bancos para rezar amontonados como leños frente a las puertas de acceso,
vidrios rotos y dos tiros de pistola, que lograron sembrar el pánico y una rara mezcla de
pólvora e incienso en la casa del Señor.
Santa Cecilia, la patrona de la Catedral resultó indemne. No así sus fieles, los de uno
y otro bando. Porque en principio la trifulca de ayer tuvo origen en un enfrentamiento
entre cristianos pobres de la periferia marplatense que ocupaban la iglesia del centro en
demanda de trabajo y un grupo de habitués a las misas de la Catedral, que desde la semana
pasada pedían al obispo José María Arancedo que los expulsara del lugar sagrado. El
domingo, después de la misa del cura Juan Ignacio Martínez, se dieron los primeros
encontronazos. El párroco sostuvo que los ocupantes, que pertenecen a la agrupación
Teresa Rodríguez, estaban infiltrados por patoteros. Ofendidos, los
desocupados lo vituperaron cuando se retiraba por el pasillo central de la iglesia al
grito de ¡Demonio! ¡Anticristo! ¡Nazi!. El sacerdote denunció además que
le dieron una trompada en las costillas.
Fue demasiado para los habitués. El lunes convocaron a una especie de manifestación
cristiana en desagravio del cura agredido. Hasta hicieron gacetillas promocionando la
rezada de un rosario frente al templo. A las nueve y media de ayer, allí estaban. Y
adentro, medio centenar de desocupados comenzaban con el baldeo cotidiano de los pisos.
Ahí se bifurcan las versiones. Anoche, el fiscal actuante, Guillermo Nicora, le explicó
a Página/12 que, según los fieles pro expulsión, mientras ellos oraban, los otros
comenzaron a mojarlos a lampazo limpio, en franca provocación. Uno de ellos, Ricardo
Oliveros, denunció a los ocupantes por el piedrazo que su hijo recibió en la cabeza. Y
acusó a uno de los dirigentes de disparar el tiro que ayer se escuchó hasta por
televisión. Pero esa versión se ve rebatida por las propias imágenes de los disturbios
que anoche evaluaba el fiscal. La persona señalada por Oliveros, de inconfundibles boina
y barba de izquierdas, se ve en las grabaciones del lado de afuera de la iglesia
intentando entrar y gritando enloquecido ¡Tiene un arma! ¡Tiene un arma!, en
alusión a uno de los supuestos feligreses. Hasta que se escucha un disparo y el militante
salta del susto.
Anoche, este diario pudo hablar con un militante de la Coordinadora contra la represión
de Mar del Plata, Pedro Picot, quien estuvo en la puerta de la Catedral y asegura que
mientras los desocupados limpiaban, y afuera los fieles rezaban, ingresó un grupo
de civiles organizados con palos y armas para provocar. Dos de esos hombres portando
bates de béisbol también se ven en las grabaciones en manos del fiscal. La versión del
piquete armado también fue contada a Página/12 por uno de los desocupados que estaban en
la iglesia cuando comenzaron los disturbios. Eran doce tipos, algunos con armas
cortas, otros con palos, y varios aparecieron por la parte de atrás que da a la calle
Rivadavia y que es por donde siempre entran solamente los curas. Nos acorralaron a
palazos, nosempujaron hacia las puertas de adelante, les dieron a mujeres y chicos.
Gritaban ¡Salgan hijos de puta! ¡Fuera hijos de puta! y rompían todo.
El fiscal Nicora explicó que había una orden de desalojo del juez de Garantías,
aplazada por pedido del obispo, quien pretendía que se retiraran sin el uso de la fuerza.
Y que esa orden de desalojo se puso en práctica después de que los ocupantes fueron
expulsados del templo por los feligreses violentos. El desalojo fue hecho por
civiles antes de que el juez diera la orden. Los expulsores sacaron a todos los ocupantes
justo antes de que llegara la policía y pusieron barricadas hechas con los bancos en las
puertas para que no volvieran a entrar. Los desocupados desde afuera rompieron vidrios
para intentar entrar otra vez y en el medio se escuchó en el interior de la iglesia un
disparo o dos de arma de fuego.
Media hora después de esa escena del Dante, el fiscal, con la orden de del juez en la
mano, supervisó el podría decirse desalojo oficial. Esta vez sí
el Grupo Especial de Operaciones (GEO) sacó por la fuerza a los desocupados expulsados
por los feligreses furibundos que se habían parapetado en el pasadizo lateral de la
iglesia. En ese momento es que fueron detenidos dos activistas del grupo de desocupados:
Ricardo Berrozpe, de 36, y Juan Pablo Gómez, de 19. Luego, al realizar una segunda
requisa en la primera no habían encontrado nada anormal la policía
secuestró dos revólveres de calibres 38 y 32. Uno estaba en un bolso de un ocupante. El
otro, en un confesionario, que había sido transformado por los desocupados en un placard
de emergencia. Para el fiscal no estaba claro anoche a quién pertenecían las armas. Ni
quién las había cargado.
LA CATEDRAL OCUPADA DE CORDOBA
Esta es nuestra casa
Por Mónica Gutiérrez Desde Córdoba
No
creemos que a Jesús le molesten los pobres en la Catedral, ésta es nuestra casa. El
verdadero debate debería ser dentro de la estructura de la Iglesia, para ver si realmente
está comprometida con los pobres o no, definió Noel Alberto Quinteros, uno de los
delegados de los Vecinos Autoconvocados. Se trata de la entidad que en Córdoba está
ocupando la Catedral desde hace 45 días por un abanico de reclamos que van desde la
creación de puestos de trabajo hasta problemas impositivos.
La mayoría son desocupados, otros temen perder sus viviendas por las deudas impositivas y
algunos se quedaron definitivamente dentro de la iglesia porque no tienen los medios
económicos para ir al barrio y volver al centro a reclamar. Quinteros, junto al grupo que
permanece en la sede central de la iglesia, ubicada en pleno centro de la ciudad, le
contó a Página/12 los motivos de la ocupación: Hace cuatro años que venimos
insistiendo sin ser escuchados por las autoridades, tanto del gobierno provincial como el
municipal, pero lamentablemente tienen una visión muy particular del derecho de los
vecinos. Declaración de la vivienda única e inembargable, generación de empleo y
seguro para desocupados, relevamiento socioeconómico en los barrios para determinar la
capacidad contributiva de los vecinos y suspensión de los remates de viviendas por
morosidad en el pago de impuestos figuran entre los puntos principales solicitados por los
vecinos.
Antes de irse, el ex gobernador Ramón Mestre recibió a cuatro delegados de la
agrupación. Nos contestó que la provincia no tiene plata, que el desempleo es
problema nacional, que hay que cambiar el plan económico, que aprendiéramos a votar y
que llegábamos tarde, porque él ya terminaba su mandato. Eso nos dijo después de dos
años de pedir audiencias, explicó Quinteros.
Vecinos Autoconvocados representa, según sus delegados, a cien barrios de la ciudad de
Córdoba y niegan que lo que están haciendo se trate de una toma. Es un encuentro
con permanencia, no es una toma, porque si así fuera no dejaríamos entrar ni salir a
nadie, y sin embargo las actividades de la Catedral se realizan normalmente,
señaló una de las delegadas. Con relación al Tedéum del 9 de julio pasado, que no se
realizó en la Catedral como tradicionalmente ocurre, los vecinos aseguraron que las
autoridades no vinieron para no vernos las caras, para no enfrentar el problema
social.
Las relaciones de los ocupantes de la Catedral con el Arzobispado de Córdoba se han
deteriorado últimamente, por declaraciones públicas del titular de la pastoral, Horacio
Saravia, cuando puso en duda la calidad humana de los dirigentes que estaban
permaneciendo en la Catedral.
Entre 20 y 40 personas permanecen todo el tiempo en un salón contiguo al recinto
principal, aunque también están dentro de la misma iglesia en algunos momentos. Los
delegados son 15 y son los que garantizan la continuidad de la permanencia y el reemplazo.
Los dirigentes aseguran no tener temor de ser desalojados por la fuerza: No nos
preocupa, si quieren desalojar que vengan con la policía y lo hagan, no tenemos
problema, desafió Quinteros.
UNA CIUDAD CON EL NIVEL DE DESOCUPACION RECORD
El conflicto social colado por el atrio
Por C. A.
La
Catedral de Mar del Plata se convirtió hace tres semanas en sede de un conflicto social
que atraviesa la ciudad con niveles de emergencia: la desocupación, según cifras
oficiales, trepa al 18.8 por ciento. Y según la última Encuesta Permanente de Hogares,
el 10,7 por ciento de la población vive bajo la línea de indigencia y el 33,8 por ciento
bajo la línea de pobreza. Esos datos constan en una carta enviada al presidente Carlos
Menem y al gobernador Eduardo Duhalde por el intendente marplatense Elio Aprile y el
propio obispo José María Arancedo. Son el conflicto de fondo, evidenciado por el
escándalo de ayer, después del accionar de la Agrupación Teresa Rodríguez y sus
católicos enemigos.
Según fuentes del gobierno marplatense consultadas por Página/12, la agrupación que
aglutinó a 200 desocupados para tomar la Catedral el 6 de julio tiene una historia de por
lo menos dos años. Están avalados por sectores de la Corriente clasista y
combativa del Perro Santillán, le dijo un funcionario a este diario. Más allá del
sector que impulsa el movimiento de desocupados, lo cierto es que ya en junio de 1996 el
grupo protagonizó tres cortes de rutas con impacto público. Y desde entonces que el
reclamo es el mismo: puestos de trabajo.
En el caso de la Catedral, la toma del edificio católico fue el extremo al que llegaron
después de varias marchas hacia la municipalidad marplatense. Pedían a Aprile que
consiga una promesa de hace dos años del gobernador Duhalde: 6 mil puestos de trabajo del
plan Barrios. De ellos, según la agrupación, sólo se concretaron 2 mil. El plan Barrios
consiste en una especie de subsidio de entre 200 y 400 pesos que se les da a desempleados
a cambio de trabajos comunitarios en sus lugares de residencia. Acá casi no se han
hecho arreglos porque no se les dan las herramientas ni se planifica, sostuvo una
fuente municipal. Entraron en un sinsalida porque desde lo local no podemos hacer
nada, explicó. Es el mismo mensaje que obispo e intendente hicieron llegar a Menem
y Duhalde. El grave panorama multiplica las demandas de los excluidos escalando en
la presión de los reclamos realizados. Recurrimos a ustedes para obtener una rápida
respuesta que permita enfrentar la actual crisis.
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