En estricto castellano, tabicar dice María
Moliner es cerrar con un tabique una puerta o ventana. En dúctil
porteño, la palabra padeció otras acepciones bajo la dictadura militar. En los centros
clandestinos de detención tabicaban a los prisioneros con capuchas o
vendándoles los ojos, a veces con cinta aisladora, para que no vieran la cara de sus
victimarios ni reconocieran los lugares de encierro. Afuera, los militares desde luego, y
con raras excepciones los partidos políticos, la Justicia, la Iglesia, los
medios, la dirigencia sindical procuraban aplicar a la sociedad argentina otro matiz del
verbo tabicar: impedir que se sepa lo que ocurre. En esos años imperó la
voluntad de tabicar al país entero. Y es curioso reencontrar esa palabra en
las actas del Superior Tribunal de Honor del Ejército ante el cual depuso el general
Cabanillas.
Se halla, por ejemplo, en el testimonio que prestó el hoy coronel (R) Rubén Víctor
Visuara, ex jefe de la OT1, organismo de la SIDE del que en 1976 dependía la OT18
(Automotores Orletti, primer polo de la Operación Cóndor en la Argentina) a cargo
entonces de los capitanes Calmon y Cabanillas. En apoyo a la ignorancia declarada por el
general Cabanillas acerca de la existencia de Orletti, su ex jefe superior afirmó que
ambos oficiales subalternos estaban inmersos en un medio muy específico que se
desenvolvía con extremas medidas de confidencialidad y terriblemente
tabicados. Es decir, no sabían nada de lo que estaba sucediendo allí. El
general (R) Isaías José García Enciso, vocal secretario del Tribunal de Honor, repite
textualmente la aseveración del coronel Visuara entre los descargos que fundamentaron la
absolución sin más trámite del general Cabanillas (Análisis y juicio sobre la
conducta del general de división Eduardo Cabanillas, al tenor de lo normado por el
Reglamento de los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas (PC-28-01), en su artículo
4.12).
Y hete aquí que Estados Unidos empieza a desclasificar documentos secretos en razón del
caso Pinochet. En uno de ellos (Comments on Operation Condor, informe de la CIA del
18-4-77) se indica que representantes de todos los países miembros de la
organización Cóndor se reunieron en Buenos Aires del 13 al 16 de diciembre de 1976 para
analizar las actividades pasadas y examinar planes futuros. Un participante
seguramente argentino su nombre está tachado con un trazo de tinta negra
explica que la seguridad se ha reforzado en el centro operativo de Buenos Aires y se
incrementó la compartimentación después de que los representantes del Cóndor se
encontraron, en setiembre de 1976, con que los servicios de inteligencia franceses
conocían la existencia y algunos objetivos de la Operación Cóndor. Pero el
general Cabanillas reiteró ante el Tribunal de Honor que la OT18, de la que era segundo
jefe, no tenía relación alguna con un centro de detención. El, por ejemplo, era correo
de documentos cuyo contenido no conocía porque estaba en sobres cerrados y
cumplía tareas burocráticas y administrativas. Es decir, ubicado en el
centro neurálgico argentino de la Operación Cóndor, el capitán Cabanillas nunca supo
de la existencia de Orletti.
El informe de la CIA registra que el hablante anonimizado añadió que la reacción
ante esta ruptura de seguridad particular (la filtración a los servicios franceses) fue
extremadamente dura en la Argentina y llevó al despido (sic) del entonces director (sic)
de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y su reemplazo por el general Carlos
Enrique Laidlaw. El despedido era el general Otto Carlos Paladino.
Videla firmó el 3 de diciembre de 1976 el decreto que nombró nuevo secretario de la SIDE
al general Laidlaw. El general Cabanillas compartió los cuatro meses finales de la
gestión Paladino, que es caracterizada así en otro informe desclasificado de la CIA (Nº
6 804 0334 76) fechado el 28-9-76: Cada vez se oye hablar más de la
Operación Cóndor en el Cono Sur. Los militares que hasta ahora habían
guardado silencio sobre el tema han comenzado a hablarlo abiertamente. Una observación
favorita es que uno de sus colegas se encuentra fuera del país porque está volando
como... un cóndor. Pero el capitán Cabanillas nunca supo de la existencia de
Orletti.
En el sumario militar de 1977 que, se supone, los miembros del Tribunal de Honor leyeron
cabalmente, el capitán Cabanillas declara que por comentarios del señor Eduardo
Ruffo, empleado orgánico de la SIDE se había enterado de la detención de varios
miembros de la banda de Gordon, incluso orgánicos involucrados en el secuestro extorsivo
que dio origen al sumario. Fojas más adelante lo confirma el mismo Ruffo, señala que
conoce al capitán Cabanillas por haber sido segundo jefe de un grupo al cual
pertenece el declarante y que mantiene con él una vinculación
amistosa. El agente civil de la SIDE Eduardo Ruffo había firmado el contrato de
locación de Automotores Orletti en calidad de fiador, fue visto trabajando
con la picana en ese campo y allí se apropió de dos niños, Carla Rutila Arlés,
rescatada por su abuela Sacha, y un varón. Era amigo del capitán Cabanillas. Pero el
capitán Cabanillas nunca supo de la existencia de Orletti.
Y el que no, no.
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