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El caso de un empresario amenazado por sí mismo

Un hombre denunció que su auto fue baleado. Y que apareció un aviso fúnebre con su nombre. Pero todo resultó ser un invento.

Martín Oscar  Jacobi fue   detenido  por intentar  coimear a  una empleada para que evite acusarlo.
Se trata de quien recepcionó de él mismo el aviso de un diario sobre su supuesta muerte.

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t.gif (862 bytes)  Un empresario de Florencio Varela que denunció ser víctima de amenazas y agresiones resultó detenido al descubrirse que había pagado el aviso fúnebre, con su nombre, que presentó en una comisaría de Berazategui para fundamentar la campaña intimidatoria. La policía bonaerense también duda de la veracidad de un atentado en su contra: las pericias balísticas contradicen su versión. Según la pesquisa de la Delegación de Investigaciones de Quilmes, que intervino en el caso, Martín Oscar Jacobi, de 36 años, habría orquestado la maniobra por motivos comerciales.
Jacobi fue sorprendido el martes a las 19.30 cuando intentaba coimear con 200 pesos a la dueña de la agencia de recepción de avisos para que ocultase la verdadera identidad del autor del obituario. Cuando se retiraba del local, después de entregar el dinero, tres policías vestidos de civil que simulaban ser clientes del negocio cayeron sobre Jacobi y se lo llevaron detenido por el delito de “tentativa de soborno”.
El insólito episodio comenzó la semana anterior, cuando Jacobi se presentó en la Oficina de Coordinación de Berazategui de la policía bonaerense para denunciar que, el viernes 16, su auto había sido baleado por desconocidos. El hombre, que sería propietario de dos clínicas médicas –en las localidades de Bosques y Gutiérrez– y de un servicio de colectivos móviles sanitarios, declaró que el ataque buscó intimidarlo debido a que por estos días está compitiendo en una licitación por la concesión de servicios en municipalidades de esa zona del sur del conurbano. Según su denuncia, mientras conducía por la ruta Nº 36 su Renault Clío, a la altura del kilómetro 36 –frente al cementerio privado Campanario– se le apareó otro automóvil y desde el asiento del acompañante le dispararon tres balazos que impactaron en el parabrisas y dejaron tres agujeros.
Sin embargo, la pericia balística que realizó la Policía Científica contradice su versión. “No coincide en nada”, afirmaron fuentes de la DDI de Quilmes. De acuerdo con ese informe, los impactos fueron provocados con el auto detenido y desde un camión. Su denuncia del atentado fue transmitida por el canal Crónica TV y publicada por el diario El Sol, de Quilmes, con su fotografía.
Las mismas fuentes precisaron que en su denuncia Jacobi dijo que hacía unos veinte días que venía siendo amenazado anónimamente por teléfono y adjuntó una copia de un aviso fúnebre a su nombre –publicado el miércoles 21 en el diario La Nación– con el siguiente texto: “Sus amigos participan con dolor y acompañan a su familia. q.e.p.d. Casa Fúnebre HEG”.
Fue este aviso el que le permitió a la policía descubrir que el autor había sido el propio Jacobi. Primero ubicó el local donde se pagó el obituario y citó a su propietaria, Silvina Benítez. “Jacobi se mostró muy preocupado por la investigación y todos los días fue a la oficina de Coordinación. Así se enteró pormenorizadamente de cómo avanzaba y supo de la citación de Benítez”, agregaron fuentes de la DDI de Quilmes. Según declaró la mujer, Jacobi fue a verla y le ofreció dinero para comprar su silencio. Ella lo había reconocido por sus apariciones en la televisión y en el diario. El fiscal Roberto Maidana, a cargo de la instrucción del caso, le tendió la trampa y ordenó a los policías camuflarse en el local para atraparlo “in fraganti”, en el momento de coimear a Benítez. Jacobi pasó la noche en la comisaría de Ranelagh. Ayer por la tarde declaró ante el fiscal Maidana y luego quedó en libertad.
“Suponemos que tenía problemas económicos y que quería presionar a un acreedor. Las iniciales de la casa fúnebre coincidirían con las de su acreedor”, especuló un funcionario policial cercano a la investigación del caso. En su declaración, Jacobi se negó a aclarar el motivo de la autoamenaza. De esta forma, la causa originalmente caratulada como “amenazas calificadas” derivó en otra por “falsa denuncia, tentativa de soborno e instigación al falso testimonio”.

 

Autoatentado

La estrategia del autoatentado tuvo su caso trágico en El Alcázar, un pequeño pueblo de Misiones, en octubre del año pasado. Fernando Salazar del Risco, el médico del pueblo y ex candidato a intendente, armó una bomba “cazabobos” y la dejó enfrente de su casa. Los cazados fueron dos chicos de 11 años: Jorge Britez murió y Maximiliano Piris resultó con heridas graves en las piernas. Risco fue detenido el 26 de octubre, doce días después del atentado. Y el 14 de noviembre, el juez Osvaldo Lunge ordenó la prisión preventiva. Dos días más tarde, el médico era trasladado a la cárcel de Posadas, acusado por la muerte del niño: según la investigación, fue él mismo quien fabricó el autoatentado.

 

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