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“VELADA VIAN”, UN CURIOSO EJERCICIO DE DIEGO KOGAN
El poeta sobre el escenario

Mediante la combinación de varios textos de Boris Vian, Kogan y el grupo La Cave realizan un fresco de la posguerra europea, pero más como descripción irónica que como denuncia social.

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La “Velada Vian” se basa en varios textos realizados por el escritor francés entre 1950 y 1953.
La obra transcurre durante un cumpleaños, pero el clima en escena está lejos de ser festivo.


Por Hilda Cabrera

t.gif (862 bytes) A la manera del nouveau roman, Velada Vian no se presenta como una expresión artística lineal sino como una búsqueda, lo que implica avances y retrocesos, yuxtaposición de instantáneas e incluso versiones divergentes de una misma escena. Esto produce en el espectador la impresión de un mundo abierto, imaginativo, como el que ofrece la escritura de Boris Vian (1920-1959), donde todo se transfigura y un vegetal “se expresa” y un mineral “se anima”. La curiosa mezcla de situaciones que aparece en Velada... es producto de la dramaturgia de Diego Kogan, realizada sobre la base de fragmentos de diferentes textos de Vian –Vercoquin y el plancton, La hierba roja (1950), La espuma de los días y El arrancacorazones (L’Arrache-Coeur, de 1953)–, traducidos por Julia Elena Sagaseta. La trama se desarrolla en torno de un cumpleaños, ambientado con música de la época. Los jóvenes allí reunidos hablan de sus amores y desencuentros. Se muestran despreocupados, casi frívolos, hasta que algo les ensombrece el ánimo. Unos personajes grises les trastocan la vida, instalándose en escena a la manera de monstruosas excrecencias de un mundo autoritario.
La propuesta del Grupo La Cave, dirigido por Kogan, es recorrer parte de la monumental producción de Vian, figura destacada de la posguerra en el ambiente intelectual de Saint Germain-des-Prés. Escritor y poeta, actor, jazzman, letrista y dramaturgo, escribió, entre otras obras, L’équarrissage pour tous (“Descuartizamiento para todos”, de 1946), cuya acción sitúa en la época de la liberación, Les bâtisseurs d’Empire y Le goûter des généraux (“La merienda de los generales”, de 1951), donde caricaturiza a la oficialidad.
En Velada... los personajes se multiplican creando un complicado y complejo fresco de época, pero no como retrato social sino como irónica ilustración de ciertos temas. Esto se logra en parte por el cruce entre lo trágico de una situación absurda y el lenguaje que se utiliza para expresarla. El recurso es afín al poeta Vian, admirador de Alfred Jarry y de Jean Paul Sartre, a quien bautizó “Jean Sol Partre” en L’écume des jours, de 1947. Dirigiendo a un elenco de jóvenes actores, entre los que se lucen Nadina De Lellis, Matías Villa, Maja Martinovic y Gabriela Tognetti, Diego Kogan (asesorado en la dramaturgia por Alejandro Tantanian) desanuda secretos de un mundo odioso, y acierta en el tono y el ritmo impuestos a cada acontecimiento y evocación, a cada sueño y representación de la muerte.

 

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