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IBRAHIM FERRER, UNA ESTRELLA DE 70 AÑOS
“Cuba no me daba crédito”

Ya se había jubilado y no quería cantar más cuando lo llamaron para grabar “Buena Vista Social Club”, el CD que hoy es furor.

Ferrer se hizo famoso por su versión de “Dos Gardenias”.
Hasta entonces trabajó de albañil, carpintero y pintor.

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Por Carlos Galilea Desde La Habana

t.gif (862 bytes) “Me pellizcaba y me decía ‘bueno, si cuando joven no me pasó esto, ¿por qué ahora de viejo?’. A mí que decían que me quedaban dos afeitadas”. El salón de su humilde hogar habanero, al lado de la plaza de la Revolución, está presidido por un altar con la figura en madera de San Lázaro, un vaso de ron, una tacita con miel de abeja, flores y un frasco de perfume. De la pared cuelga un cuadro por las ventas de Buena Vista Social Club, el disco que produjo Ry Cooder y dio la vuelta al mundo al ritmo de sones y vieja trova cubana. Ibrahim Ferrer se mudó hace seis meses gracias a los dólares del disco: aunque conserva su vieja heladera norteamericana pintado de azul. Durante más de treinta años vivió en Centro Habana: “Estábamos muy estrechos”, dice Ferrer, que tiene siete hijos, trece nietos y cinco biznietos.
Anda como loco con dos cachorros negros. “La perrita se llama Mocha y el varoncito, Muñeco”, cuenta mirándolos amorosamente. “Yo me crié con un perro. Ese fue el hermano que conocí. Pregúntele a mi señora, yo veo un perro y dejo de comer por darle a él”. En 1996, ya jubilado, Ibrahim Ferrer estaba en casa limpiando unos zapatos. “Juan de Marcos González se apareció porque me necesitaba para una grabación. Yo le dije que ya no quería cantar más. Estaba desilusionado. Me dijo, ‘mire, la única persona que me hace falta es usted. Además, vaya, se va a ganar cincuenta fulas (dólares)’. ‘¿Cuánto? Bueno, pues ya...’”. En el estudio esperaban Rubén González, Compay Segundo, Eliades Ochoa y Ry Cooder. El resultado, Buena Vista Social Club, casi millón y medio de discos y un Grammy. Su imprevista y apabullante interpretación del bolero “Dos gardenias” no pasó inadvertida.
Cooder, Nick Gold (director de World Circuit) y el ingeniero de sonido Jerry Boys regresaron a La Habana en su busca. Y ahora se publica Buena Vista Social Club Presents Ibrahim Ferrer. “He logrado lo que siempre yo anhelaba: que mi nombre saliera en la portada de un disco. Yo ya me conformo con eso”, asegura. “En Cuba jamás me dieron crédito. Fui maltratado. Sí, chico, porque me reconocían de la lengua para dentro, pero de la lengua para fuera no”, cuenta. “Me decían, coño fulano, tú eres muuy bueueeenoo. Pero a la hora de buscar a fulano, buscaban a sutano y a mengano”.
BVSC Presents Ibrahim Ferrer es “un sueño de juventud realizado a los 70 años”. Cuando murió su madre –”desde los doce ando luchando”– tuvo que dejar los estudios y trabajó de peón de albañil, carpintero, pintor... “Hasta que a los trece me metí en la música. Las cosas son como son y no como uno quisiera”, dice. Nació un 20 de febrero en San Luis, cerca de Santiago. Por poco ve la luz durante un baile: “Mi abuelo era presidente del Club Aponte. Se daban fiestas y esa vez a mi mamá le entraron los dolores y hubo que buscar rápidamente una máquina”. Al hablar de su madre se emociona: “Aurelia Ferrer. Cierro los ojos y la veo”, afirma. “Ella me dejó el bastoncito. ¿Usted conoce la historia? Mi abuelo también fue presidente de una sociedad francesa, El Cocuyé. Fue de visita una delegación de Africa y mi mamá le cayó muy bien a una de aquellas mujeres. De recuerdo le regaló un bastón de ébano. Yo me quedé con él al morir mi mamá. Lo llevo conmigo hace 60 años”.
Pasó por el Conjunto Wilson, Todo Sorpresa, Maravilla Beltrán... Con Pacho Alonso estuvo desde 1953, simultáneamente con la orquesta de Electo Rosell, creador de su mayor éxito: “El platanal de Bartolo”. En 1957 se instaló en La Habana. Trabajó en la construcción del hotel Hilton, hoy Habana Libre –”en el piso 14, quince días”–, y en la construcción del túnel de la bahía. “En el ‘58, yo ya estaba con Beny Moré”, recuerda. “Yo gozaba al verlo. Y sin embargo, él me oía a mí cantando en una vitrola yparaba el carro. ‘Aguarda un momentico, déjame oír a mi negro’, porque él me decía así. Cuando triunfó la Revolución, a Pacho le dio por volver a armar el grupo y le puso el nombre de Los Bocucos. Ahí ya no tuve que trabajar más. Tocábamos en cabarés, radios, televisión...”, recuerda con algo de nostalgia.
“Al director de Los Bocucos, no le parecía que mi voz sirviera para boleros”, relata el veterano músico. “Y ahora Ry Cooder se fajó para que yo no cantase números movidos”, dice con ironía. Como cantantes le gustaban Nat King Cole e Imperio Argentina, a la que acaban de otorgarle la nacionalidad española: “¡Ay, chico, no me digas!”, se emociona. Yo creía que en realidad ella ya había muerto, pobrecita. Si Dios quiere, cuando yo vuelva a España, voy a tratar de encontrar la manera de que me la presenten”.

 

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