UNO En el centro exacto de Glamorama
la más que interesante novela de Bret Easton Ellis el protagonista se sube a
un barco. El protagonista se llama Victor Ward y es modelo, y el barco es un barco modelo
y se llama Queen Elizabeth II. La situación del viaje por mar, el recurso de
hacer flotar todo aquello que parecía estar suspendido en las vertiginosas alturas
milenaristas no es casual ni gratuito. Sobre el agua, el afilado mundo de Victor Ward se
dulcifica, su ablanda, se hace, sí, líquido. Así, Victor Ward pronto pierde la noción
del día y de la hora y pasa el tiempo viendo una y otra vez Parque Jurásico. La gente
desde el principio de los tiempos siempre ha subido a los barcos para
escaparse.
DOS Lo que nos lleva al concepto de crucero de placer. ¿Qué significa
exactamente eso además de dar vueltas por ahí, de isla a isla, bebiendo cocteles de
nombres ridículos y de colores lisérgicos? Fácil: el placer de desaparecer y
convertirse en otro. La gente desde el principio de los tiempos sube a los
barcos y sufre violentas alteraciones de su conducta por lo general terrena y firme y, si
no, vean lo que le ocurre a la heroína de Titanic.
TRES Pero lo interesante de todo es el efecto suspensión-de-larealidad.
Los principales usuarios de los cruceros de placer son, se sabe, gente que pertenece a la
clase media acomodada. Subirse a un barco, saludar al capitán, jugar al bridge, comer
mucho y gratis (la ilusión del todo gratuito habiendo pagado todo de antemano), releer La
novena profecía o el último de Paolo Coelho, ponerse un smoking por primera y última
vez en la vida, y practicar extraños deportes y bailes descabellados que nunca
practicaron les produce ese curioso efecto-espejismo de sentirse vagamente millonarios sin
saber por qué y sin sentir culpa acerca de cómo fue que hicieron fortuna. Leo con
malicia de escritor, con el regocijo perverso que producen esas noticias demasiado
increíbles para ser ciertas un titular que dice: 62 violadas en cruceros de placer.
Sigo leyendo: la compañía se llama Carnival Cruise Lines (compañía con base en Miami
que, ya que estamos, acaba de comprar el QEII en el que sonambula el modelo
tóxico Victor Ward) y es dueña de barcos con nombres como Imagination,
Fantasy, Ecstasy, Destiny, Sensation,
Celebration. Y parece que algunos miembros de las tripulaciones de la Carnival
Cruise Lines se toman los nombres en serio y hacen de las suyas. Cocineros, camareros,
jefes de casino, peluqueros, músicos. Hombres en su mayoría, pero parece que hay de todo
y los sucesos al tener sitio en aguas internacionales, fuera de la jurisdicción
norteamericana son difusos y producen cierto desorientador mareo. Las víctimas, por
lo general, no dicen demasiado (léase: arreglo extrajudicial), los victimarios son
rápidamente despachados a su país de origen y el caso se archiva o se tira por la borda.
La situación cambió hace poco a partir del testimonio de una damnificada (también parte
de la tripulación) quien fuera violada por un compañero de trabajo a bordo del
Imagination volviendo de Cozumel. Pidió cuatro millones de dólares
deindemnización, su agresor ya no estaba sobre cubierta cuando llegaron los oficiales del
FBI y la compañía Carnival Cruise considera la suma desproporcionada y
afirma que los incidentes calificados como avances no deseados son
hechos aislados: uno en cada cien mil pasajeros. Sesenta y una mujeres más se
anotaron en la demanda. Leo en un libro de David Foster Wallace que sus competidoras han
rebautizado a la Carnival como Carnívora. La cuestión ha llegado, ahora, al
Congreso. Leven anclas y El bote del amor nunca volverá a ser lo mismo.
CUATRO La mejor crónica jamás escrita sobre los cruceros de placer se
llama A Supposedly Fun Thing Ill Never Do Again, está firmada por el joven escritor
y periodista norteamericano David Foster Wallace, apareció originalmente en la revista
Harpers y fue posteriormente recopilada en el libro de igual título. Una cosa
supuestamente divertida que nunca volveré a hacer es lo que cuenta DFW en casi cien
páginas: el horror conradiano de altamar atrapado en una ficción flotante. DFW no es
violado (aunque si se hace eco de rumores que harían palidecer a los personajes de
Porkys) pero sí enloquecido por el rigor militar de ritos y ceremonias y, sí, por
la repetida emisión y visión de Parque Jurásico. Mar adentro todos se vuelven un poco
prehistóricos, parece.
CINCO Y los millonarios en serio, por supuesto, vuelan en Concorde.
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