Por Felipe Yapur
Tal vez se
haga el acto peronista en Boca y tal vez no. Tal vez haya reunión con Menem. Tal vez no.
Los zigzags de la campaña de Eduardo Duhalde reflejan el clima de desconcierto que se
vive en su bunker, ligado a su continuo retroceso en las encuestas. El acto está entre
paréntesis; la cumbre, también. Por ahora, lo único
seguro es que los dos popes del justicialismo se verán cara a cara el próximo lunes
cuando participen de la reunión del consejo partidario. Ese día, el PJ proclamará la
fórmula presidencial que el bonaerense integra con Ramón "Palito" Ortega. Tal
vez esté el gobernador cordobés José Manuel de la Sota. Tal vez.El 2 de agosto,
Menem presidirá la reunión, prevista para las 11, y esto generó nuevas especulaciones
que dicen que el mentado encuentro se concretará unas horas antes de la convocatoria al
consejo. "No estoy seguro de ello" es la respuesta de los hombres del bonaerense
que, indisimuladamente molestos, responden a todas las consultas a partir de la andanada
de versiones que inundaron la sede del comando de campaña del PJ y que obligaron al
propio Duhalde, en diálogo con Página/12, negar la cumbre con el Presidente. "Me
reuniré con el Presidente, sólo espero su llamado. Pero no creo que sea este fin de
semana porque estoy ocupado", dijo.
La nueva crisis con Menem comenzó con la discusión del lugar que ocuparía el riojano
en el acto de lanzamiento de la campaña que iba a realizarse en Boca. Duhalde se
opuso a compartir el palco con el Presidente y, tal vez fruto de su debilidad, encontró
oposición en su compañero de fórmula quien ayer, desde Entre Ríos, reiteró que en
caso de hacerse el acto --suspendido hasta nuevo aviso-- "Menem va a ocupar el lugar
que le corresponde a un presidente, al presidente del partido". Otro que acuerda con
el candidato es Carlos Ruckauf. Ayer, desde Mar del Plata, indicó que "si (Raúl)
Alfonsín habla con (Fernando) De la Rúa, a pesar de sus diferencias, por qué Duhalde no
tendría que hablar con Menem".
Esta situación produjo un clima de nerviosismo entre los operadores del gobernador.
"Desde el anuncio de la reunión con Menem, pasando por una visita de (Carlos) Corach
a nuestro comando de campaña y hasta la posible renuncia a la candidatura presidencial de
Duhalde, responden a operaciones que provienen de un solo sector: el menemismo", fue
la frase más escuchada en el entorno duhaldista. Los hombres del candidato retomaron la
vieja teoría de que el Presidente juega a la derrota del peronismo como para mantener
vivas sus esperanzas de volver a la Casa Rosada en el 2003.
En el edificio de Corrientes al 2000, donde está ubicado el comando de campaña,
ningún operador se atreve a negar que el retroceso en las encuestas de la fórmula
presidencial es la razón de los renovadas bríos con que aparecieron las denominadas
operaciones menemistas. "Es igual que en la época de (Alfredo) Yabrán. Duhalde
estaba políticamente débil y para perjudicarlo más buscaban pegarlo al cartero",
se justificó un hombre muy cercano al gobernador bonaerense.
Los que se muestran menos nerviosos son los operadores del jefe de campaña, Julio
César "Chiche" Aráoz, quienes aseguran que las versiones que lanza el
menemismo son porque "no se quieren quedar afuera del triunfo de octubre". Estos
dicen que la recuperación de la fórmula justicialista comenzará en poco tiempo más y
apuestan a la conformación del frente electoral previsto para el 17 de agosto donde
presentarán a 38 partidos políticos encolumnados detrás del binomio Duhalde-Ortega.
Menem va por la revancha
El presidente Carlos Menem viajará hoy a Villa Mantero, con la esperanza de que esta vez,
la bienvenida en la localidad entrerriana no sea una manifestación de repudio. Es que el
viernes anterior, centenares de productores agropecuarios de la zona le habían organizado
al Presidente una protesta, en repudio a la política que el Gobierno implementa hacia el
sector. Menem miró la escena desde su helicóptero y decidió no aterrizar. Hoy va a
probar suerte nuevamente. Cuando llegue a Villa Mantero, participará de un homenaje a
Emilio Perina, dirigente desarrollista y ex asesor presidencial. Según informó Eduardo
Bonnin, el intendente del pueblo, se trata de bautizar a una calle de Mantero con el
nombre de Emilio Perina, nombre que también llevará un centro cultural
recientemente creado. Perina, oriundo de Villa Mantero, fue un militante radical. En sus
comienzos, acompañó a Ricardo Balbín y a Arturo Frondizi. Fue asesor de Raúl Alfonsín
y, hasta su muerte, que ocurrió el año pasado, se desempeñó como asesor del presidente
Carlos Menem. |
Es como De Vito
El titular del Frepaso, Carlos Chacho Alvarez, comparó hoy al gobernador
Eduardo Duhalde con el personaje de la película Tira a mamá del tren porque no
sabe dónde poner al Presidente.
En ese film, Danny De Vito intenta un canje con su profesor de literatura para
deshacerse
de su madre, aunque todos sus intentos se frustran.
Alvarez también afirmó que el candidato presidencial del PJ está desorientado
porque a veces está muy cerca del abrazo del oso y otras, del pacto con el
menemismo.
De esa forma, el candidato a vicepresidente de la Alianza se refirió a la polémica
generada en los últimos días a partir de la negativa del gobernador bonaerense a que
Carlos Menem ocupe un lugar preferencial en el acto de lanzamiento de la plataforma
justicialista y que generó una aguda controversia en el justicialismo.
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OPINION
Un problema de percepción
Por Daniel Bilotta (*)
La
dificultad para consolidar un liderazgo en el PJ y la meseta en la que ingresó, después
de su sostenido crecimiento tras oponerse a una nueva reelección del presidente Carlos
Menem, son las debilidades que las últimas encuestas coinciden en señalar como factores
de estancamiento en la candidatura presidencial de Eduardo Duhalde. Con este cuadro, sus
declaraciones sobre la deuda externa pueden leerse como un intento de reinstalar su
diferenciación con Menem, que tan buenos resultados le deparó. Un dato a tener en cuenta
son las recientes declaraciones de todo el arco menemista desde Alberto Kohan hasta
Eduardo Menem en apoyo, al menos formal, a los planes futuros de Duhalde, lo que
apuntaría a desbaratar esa intencionalidad. Para sostener una pelea son necesarios, al
menos, dos oponentes. Si uno no quiere, el otro no puede.
El tema del liderazgo peronista ofrece algunas aristas interesantes para el análisis. En
1989, Carlos Menem tuvo una percepción acabada del humor social. Ya estaba roto el
tácito contrato entre la sociedad y el Estado, lo que ponía fin a una larga tradición
gestada por y desde el peronismo.
También captó la necesidad del empresariado de encontrar en el gobierno una fuerte
concentración de poder una autoridad única y absoluta bajo el paraguas del sistema
republicano para llevar adelante un modelo económico cuyos efectos negativos se
harían sentir, paradójicamente, en el electorado donde el justicialismo había
traccionado sus votos.
Esa actitud, que los políticos más pragmáticos definen como intuición, fue
esencial para preconfigurar su liderazgo y en la articulación de un nuevo e
inédito contrato entre esos actores.
Puede que en el caso de Duhalde lo que esté fallando sea la percepción de un cambio de
humor social en ciernes. Sobre este punto, es preciso recordar que la ciudadanía ya dio
indicios de romper el rol de opinión pública que le imponen los sondeos. El fracaso de
boca de urna en Tucumán es un ejemplo.
Las decisiones de último momento sobre el voto podrían estar hablando de una práctica
similar al zapping, donde el espectador trata de encontrar su satisfacción mediante una
consulta hiperactiva a veces caótica a la sobreabundante oferta de
programación, sospechosamente uniforme.
Las medidas adoptadas por el flamante gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, han
roto con el mito de que la voluntad de la gente yace inerte en las encuestas. De la Sota,
derrotado tres veces por el radicalismo, pareció percibir el reclamo implícito. Ninguna
verdad que deba revelar, a esta altura, un muestreo: vivir mejor y que los costos de esa
realización resulten compartidos con los que gobiernan. El tiempo dirá si basta para
consolidar otro liderazgo.
Duhalde intenta corporizar esas expectativas, por ahora, desde escenarios virtuales. No
hace mucho, en el mes de mayo, sentenció en el programa Hora Clave que
el PJ y la UCR están enfermos. Este discurso, que hace público lo que muchos
dirigentes de segundo y tercer orden comentan en privado, tiene su sintonía también con
el pensamiento de un sector de la Iglesia Católica. Una institución de prestigio sin
mellas, según los propios consultores de opinión.
La alianza que el candidato del PJ se plantea con la jerarquía eclesial para mejorar su
posicionamiento con eje central en el tema de la deuda tiene que revalidar en
hechos reales su capacidad de nuclear una nueva coalición social. Esa cuestión, que
excede las estrategias de imagen, implica mucho más que moverse apenas dos grados a
la izquierda de su adversario en una pantalla o un cambio sustancial de discurso,
sin un anclaje adecuado en tierra firme. Es decir, la gestión de gobierno.
* Docente e investigador de Comunicación Social (Universidad de Lomas de
Zamora)
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