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 en Francia
 Por Eduardo FebbroDesde París
 
  Decenas de
    miles de dólares para llevar a la práctica uno de los proyectos políticos más arduos
    de finales de siglos que consiste en europeizar los Balcanes: tal es la meta
    de la cumbre que convocó ayer en Sarajevo, la capital de Bosnia Herzegovina, a unos 40
    jefes de Estado y de gobierno. La reunión de Sarajevo marca el comienzo solemne de lo que
    dio en llamarse el Plan Marshall para el sudeste de Europa prometido por la
    comunidad internacional inmediatamente después del fin de la guerra en Kosovo. Plan
    Marshall o pacto de estabilidad para los Balcanes, ambos calificativos definen
    una misma ambición: crear las condiciones de una paz duradera a través de la
    democratización y la prosperidad económica de la región más pobre de Europa.
    Pobre antes y todavía más empobrecida por las guerras sucesivas que sacudieron la ex
    Yugoslavia entre 1991 y 1999. Además de Serbia y Kosovo, ya devastadas por once semanas
    de bombardeos, los países limítrofes de la región que ya figuraban entre los menos
    desarrollados pagaron el precio de las bombas a un nivel que el FMI calcula entre dos y
    cinco puntos del PBI. Los dirigentes presentes en Sarajevo se comprometieron a promover la paz y la democracia
    en la zona con el objetivo de hacer en los Balcanes lo mismo que se realizó en Europa
    occidental tras la Segunda Guerra Mundial: hacer que la guerra se vuelva algo
    impensable. La elección de Sarajevo como sede de la cumbre viene a manifestar la
    voluntad de borrar un pasado doloroso en el que la capital de Bosnia Herzegovina,
    martirizada por las bombas serbias entre 1991 y 1995, ocupa el lugar del martirio impune.
    Según afirmó el presidente finlandés Martti Ahtisaari, el proyecto del pacto de
    estabilidad para los Balcanes fue lanzado en Sarajevo a fin de que los horrores
    sufridos por esta ciudad durante los últimos años pertenezcan definitivamente al
    pasado. Mucho más realista en sus enunciados, el premier británico Tony Blair
    resumió los propósitos de la cumbre diciendo que después de haber ganado la
    guerra debemos ganar la paz. Sin embargo, a pesar del peso de los símbolos y de la
    asistencia de la mayor parte de los dirigentes de los países ricos, la reunión abundó
    en buenas palabras y pocas cifras. La perspectiva principal del pacto sigue siendo
    arrimar los Balcanes bajo el ala de la opulenta Unión Europea, pero los
    medios puestos sobre la mesa distan de estar a la altura del diagnóstico político.
    Reactivar la economía de los Balcanes a su mismo nivel de antes de la guerra ya es
    difícil, elevarla a la misma altura que los otros 15 países de la Unión resulta
    imposible. Tanto más cuanto que todavía no existe ninguna evaluación sería sobre el
    monto de la factura. El Banco Europeo de inversiones estimó que serían necesarios unos
    23.000 millones de dólares en un lapso de cinco años para el conjunto de la región,
    incluida Serbia. Según el comisario europeo Yves Thibault de Selguy, hasta ahora no
    existe la más mínima estimación verosímil y realista. Esta sólo podrá hacerse
    recién a finales del otoño.
 Una de las pocas propuestas concretas presentadas en Sarajevo vino de la mano de Bill
    Clinton. El presidente norteamericano presentó una iniciativa comercial para
    el sudeste de Europa cuyo núcleo consiste en permitirles a las exportaciones provenientes
    de la región ahorrase el pago de los derechos de aduana en los rubros como el vidrio, los
    zapatos y los rulemanes. La iniciativa de Clinton está limitada a los productos que
    ingresen a EE.UU. y su costo para la administración norteamericana es mínimo, unos 80
    millones de dólares de pérdidas de derechos de aduana por año. La declaración final de
    la cumbre sobre el Pacto de Estabilidad para los Balcanes reafirma la
    determinación de trabajar concertadamente paraaportarle a la región la
    democracia, el respecto de los derechos humanos, el desarrollo económico y social y la
    seguridad. Pero, por ahora, los dólares faltan. Lo único concreto es el compromiso
    al que se llegó el miércoles en Bruselas para desembolsar dos mil millones de dólares
    destinados a la reconstrucción de Kosovo. Habrá que esperar hasta finales del 99,
    cuando los países donantes se vuelvan a reunir para presentar sus ayudas específicas.
    Montenegro, parte, junto a Serbia, de la República Federal de Yugoslavia. quedó sin
    embargo disociado de Serbia en el comunicado final de la cumbre, y va a ser la primera
    república a cuyas vacías arcas irán los modestos aportes de la comunidad internacional.
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