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Estados Unidos ya tiene un pie dentro de Colombia, y todo indica que se prepara para pisar con el otro bajo el paraguas de la lucha contra el narcotráfico. El zar antidrogas Barry McCaffrey aseguró ayer que la situación de emergencia colombiana justifica el aumento de la presencia militar estadounidense en la región para contener la expansión del narcotráfico. Pero también dijo que narcotráfico y guerrilla son lo mismo, reforzando las sospechas de una intervención extranjera para combatir a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a las que el ejército colombiano responsabilizó ayer por un nuevo ataque en que murieron 10 personas, seis de ellas militares. Las máximas autoridades militares parecieron avalar esa posibilidad al anunciar que EE.UU. está entrenando un Batallón Antinarcóticos de 1000 soldados que trabajará junto al ejército colombiano. Los efectivos se sumarían a los militares que ya se encuentran en el país, como los que viajaban en el avión norteamericano accidentado en una misión antidrogas que la embajada norteamericana se ocupó de subrayar que estaba bajo control del Comando Sur. El jefe del Comando, el general Charles Wilhelm, llegará mañana a Colombia para analizar con el presidente Andrés Pastrana y altos jefes militares la cooperación militar entre los dos países. El problema de la droga en Colombia es terrible y se está poniendo peor: en los últimos tres años la producción de cocaína se duplicó. Colombia es ahora la nación líder en producción del mundo, no Perú ni Bolivia. 10 años atrás no había opio en Colombia, y ahora produce seis toneladas de heroína al año. El diagnóstico sobre la alarmante situación colombiana salió de los labios del zar antidrogas de Estados Unidos. McCaffrey describió así lo que considera una amenaza a la seguridad del continente ante la que, aseguró, habrá cero intervención de fuerzas norteamericanas. Aportaremos recursos, equipos y apoyo de inteligencia. Pero creo que ésa va a ser nuestra relación, explicó. Sin embargo, McCaffrey consiguió ayer lo que no pudo obtener de Venezuela: Ecuador y las islas de Aruba y Curazao aceptaron que Estados Unidos establezca en sus territorios Puestos de Operación Avanzada (FOL) que, según el militar, permitirán el acceso a las plantaciones de coca del sur de Colombia y compensarán la pérdida de la base militar de Fort Clayton en Panamá. Pero la ayuda norteamericana no hace más que reforzar las sospechas de que Washington interviene en la guerra interna del país. Estados Unidos estaba espiando a las FARC con el DH-7, tituló el diario colombiano El Espectador, después de que la embajada norteamericana en Bogotá asegurara que el Comando Sur de Estados Unidos en Florida tenía bajo su control la operación y la tripulación de la nave durante su permanencia en Colombia. En el avión accidentado viajaban cinco militares estadounidenses y dos colombianos, que monitoreaban las acciones del narcotráfico, aunque los medios denunciaron que la misión conjunta de los dos países se ocupaba en realidad de interferir las comunicaciones de la guerrilla. El presidente Andrés Pastrana se esforzó ayer por desligar al narcotráfico de las actividades de las FARC, e intentó que la ayuda militar y económica de Estados Unidos no aparezca como una financiación al combate que el ejército colombiano intenta librar contra la guerrilla. El pedido de 500 millones de dólares a Washington es un apoyo para modernizar a las fuerzas armadas y crear un batallón antinarcóticos para que el ejército pueda centrarse en el combate a los grupos armados -justificó. El propio presidente Bill Clinton ha dicho que el problema de Colombia no se puede resolver por la vía militar. Sin embargo, el ministro de Defensa, Luis Fernando Ramírez, declaró orgulloso que el ejército del futuro en Colombia será como el que se está gestando con la ayuda norteamericana. El entrenamiento de un Batallón Antinarcóticos financiado por Washington ayudaría a cubrir las carencias económicas y tácticas de las deficitarias fuerzas colombianas, justificó sin aclarar cómo hará Colombia para mantener a Estados Unidos al margen de la lucha contrainsurgente del ejército. El jefe de la IV Brigada delejército, el general Eduardo Herrera, aseguró ayer que las FARC fueron responsables de un ataque con un coche bomba a una instalación militar en Medellín, en el que murieron al menos 10 personas y 38 resultaron heridas. Paralelamente, representantes del gobierno y las FARC se reunían en los Llanos del Yarí, en la zona desmilitarizada de 42.000 km2 controlada por la guerrilla, para intentar fijar una nueva fecha de inicio de las conversaciones de paz.
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