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EL EQUIPO DE “ESMA” PRESENTA UN ESPECIAL SOBRE LA CENSURA EN la ARGENTINA
“No es fácil hablar ahora de lo prohibido”

Magdalena Ruiz Guiñazú, Walter Goobar y Silvia Florio anticipan el contenido de “Los archivos
de la censura”, que se estrenará el miércoles.

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Por Patricia Chaina
t.gif (862 bytes)  Para el ex censor Miguel Paulino Tato, su labor fue una “tarea de higiene mental”. Y su “ideal” era “llegar a prohibir 200 películas por año”. Pudo hacerlo con 320 films en la última década –1974-1984– de su carrera al frente del Ente de Calificación Cinematográfica, en una demostración nada sutil de lo que Magdalena Ruiz Guiñazú llama “los defectos de la sociedad argentina: la represión, la desorganización y el autoritarismo”. Esa observación corresponde a una escena del documental “Los archivos de la censura”, que emitirá Canal 13 el miércoles que viene a las 23. Será a casi a un año de la emisión de “El día del Juicio”, a las Juntas Militares, que el 24 de agosto del ’98 desestabilizó el rating de la TV y demostró que los documentales históricos de buena producción son bien recibidos por el público.
El nuevo trabajo fue abordado por el mismo equipo de realizadores: Magdalena Ruiz Guiñazú en conducción y producción general, Walter Goobar en investigación y guión y Silvia Florio editando las cintas rastreadas en archivos del Instituto Nacional de Cine, trascodificadas a video y recién entonces compaginadas. Así, films que van desde Cinema Paradiso a Regreso sin gloria, pasando por Yo también tengo fiaca y La hora de los hornos van protagonizando los episodios de censura que el documental aborda en bloques temáticos: sexo, malas palabras, educación sexual, violencia. En el especial participan nombres destacados en el espectro cinematográfico: Aída Bortnik, Sergio Renán, Héctor Alterio y Octavio Gettino.
“Nosotros sólo somos humildes artesanos”, advierte Magdalena en la entrevista con Página/12 respecto de esta realización. “Hacemos un programa por año”, agrega. Y desliza que “ya estamos trabajando en el próximo especial”. El tiempo es un aliado de estos artesanos, ya que “el trabajo de la ESMA fue bastante traumático para nosotros –según explica Goobar–, denso, y queríamos probar algo supuestamente más light”.
–¿Eso lo motivó a elegir el tema de la censura?
Magdalena Ruiz Guiñazú: Después del trabajo sobre la ESMA queríamos hacer algo que no nos encasillara en ser “los documentalistas del horror”.
Silvia Florio: Nos interesaba indagar en alguna otra cosa que estuviera guardada y mantuviera el tema del rescate para devolvernos la memoria.
–¿Qué evaluación hacen ustedes al ver ahora las escenas censuradas?
M. R. G.: Produce una especie de revoltijo interior por pensar que hemos vivido esa época, bancándonos el doble final de películas como El año que viene a la misma hora, donde los amantes se reencuentran en la versión original, pero en la que se vio en la Argentina en su momento terminan separados. O films que directamente no se daban, como Regreso sin gloria, por su temática antimilitarista. En esa película, un personaje, el militar que en la ficción es el marido de Jane Fonda, enloquece y se suicida metiéndose en el mar. Eso para un militar es insoportable.
–¿Fue difícil la búsqueda del material censurado?
Walter Goobar: Cuando empezamos pensamos encontrar muchas sorpresas. Pero había mucho material basura. Hubo que visualizar mucho para seleccionar lo importante. Después vimos otro problema: que estas escenas ya se incorporaron a sus películas y que hoy en TV hay sobreoferta de sexo y violencia, por ejemplo, y no es fácil hablar de lo prohibido ahora que está permitido. Hubo que darle un nivel narrativo de mayor complejidad que al documental del Juicio.
S. F.: Poder identificar las películas que no estaban clasificadas, porque ni siquiera se guardaban actas, hilar las imágenes sueltas y balancear los idiomas y los temas fue complicado. Había mucho de discurso político, pero no podíamos poner el acento sólo ahí, o sólo en el sexo.
–¿Cómo encontraron la línea narrativa que resulta informativa y atractiva al mismo tiempo?
W. G.: De entrada comenzamos con el análisis del discurso político censurado. Tuvimos esa tentación, pero al final dimos la entrada con eltema sexual para no caer en una politización forzada. Por eso al comienzo la gente que vio el programa se ríe, pero termina mirando en silencio, de forma reflexiva, y preguntándose ¿en qué país vivimos?, aunque hay escenas que, a nivel de gags, son muy graciosas. De alguna manera, esta mirada reflexiva marca que a cierto nivel, el programa cumple su función.
–¿En qué medida los testimonios de los invitados aportan nuevos datos o lecturas diferentes sobre el tema de la censura?
M. R. G.: Una explicación que da Hector Alterio es ejemplar sobre cómo funciona esto, porque a él no lo censuran por La Patagonia rebelde, que sería lo previsible, sino por La tregua. Y la justificación que le dan es perfecta: “Interpreta a un hombre grande que deja el trabajo, que se enamora de una chiquilina y que tiene un hijo puto”. Es la imagen de lo que una sociedad de rasgos autoritarios e intolerantes tiene que rechazar. Me sorprendió porque yo también pensaba que su inclusión en las listas negras se debía a La Patagonia rebelde.

 

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