Por Pablo Ferreira En el Gobierno se pueden
quedar tranquilos, siempre que concurran sólo los obsecuentes de la Rural y el menemismo,
porque cualquier productor que sea consciente y asuma su realidad sólo iría para silbar
y abuchear al Presidente, y no para aplaudirlo. Esta cruda referencia, expresada
ante Página/12 por un productor mesopotámico, es apenas una muestra del belicoso clima
que reina en el campo, pese al paquete financiero decidido el pasado lunes por orden
presidencial. Así, la inminente inauguración de la Exposición Rural apunta a
transformarse a despecho de las autoridades en un test que podría afectar
duramente a Carlos Menem. La ceremonia del próximo sábado amenaza con replicar la
difícil jornada vivida en ese mismo escenario por su antecesor Raúl Alfonsín hace más
de una década.
Las aguas ruralistas están claramente divididas ante la inquietante perspectiva, tal como
ocurrió días atrás con la Marcha Federal. De un lado se ubica el anfitrión de la
fiesta, Enrique Crotto, titular de la minoritaria Sociedad Rural Argentina, quien junto a
sus cabañeros viene esmerándose por asegurar un feliz aterrizaje del Presidente en la
celebración oficial. Del otro están los pequeños y medianos productores de todo el
país, agrupados en la Federación Agraria, en Coninagro y en Confederaciones Rurales
Argentinas (CRA), cuya única diferencia manifiesta en este momento es la manera de
expresar su bronca en esa vidriera nacional que es Palermo.
Pese a la complacencia en que parece sumido el equipo de Roque Fernández, responsable de
darle respuestas a la situación crítica del campo, los operadores políticos de Menem no
ignoran que la inauguración de la muestra puede convertirse en una prueba de fuego para
el Gobierno y, al mismo tiempo, una tentación para quienes se sienten abandonados a su
suerte por la máxima conducción del país. No fue casual que en la última reunión
plenaria del jefe del Palacio de Hacienda con las cuatro entidades del sector agropecuario
en la Casa Rosada, el ministro del Interior, Carlos Corach, y el jefe de Gabinete, Jorge
Rodríguez, mostraran una marcada preocupación por la dureza de Roque ante los reclamos
de los dirigentes agrarios. Querían distender las relaciones para quedar mejor
posicionados para la Rural, susurró al respecto un testigo del encuentro.
Además, el síndrome de Villa Mantero anticipó días movidos para el jefe de Gobierno.
En esa pequeña localidad entrerriana la espontánea reacción el viernes 23
de cientos de colonos movilizados ante la visita de Menem para homenajear al fallecido
Emilio Perina derivó en el desvío del helicóptero presidencial. Ese episodio, sumado a
los paros y las movilizaciones de los últimos meses, parece haber despertado súbitamente
para espanto de los ruralistas, que lo califican de frivolidad
menemista la lucidez del frustrado huésped.
No obstante el peligroso panorama, el Gobierno terminó apresurando una jugada que tal vez
echó más leña al fuego. A juzgar por las opiniones recogidas por este diario en las
principales provincias de la pampa húmeda, las decisiones de Economía generaron un doble
consenso negativo en el campo. En primer lugar, que el paquete financiero, hijo más del
temor que de la voluntad, aportó muy poco a la resolución de los problemas de fondo de
los chacareros, aun en el caso de que llegara a ponerse plenamente en práctica. Y, en
segundo lugar, que seguir esperando resultados de las charlas con los ministros es una
pérdida de tiempo, factor éste esencial en medio de una crisis.
La conclusión no resulta difícil de extraer para los productores y coloca a la Rural en
primer plano. Esta muestra como destacó uno de ellos es un escenario
político y gremial del que todo el país está pendiente. El propio presidente de
Coninagro, Valentín Levisman, admitió que seguramente aunque ningún
dirigente de la cumbre agropecuaria las promueva van a producirse manifestaciones de
protesta en la apertura de la muestra de los cabañeros. Una evaluación compartida por un
sociodecisivo de CRA, la poderosa Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y
La Pampa (Carbap). Su titular, Dardo Chiesa, aseguró pese a la cautela que adoptan
todos los dirigentes rurales ante esta crónica anunciada que la idea de los
productores es por lo menos ir a mostrar su descontento.
En tanto, los chacareros, cuando se los consulta al respecto, son mucho más contundentes.
Por ejemplo, Rubén Berardo, productor entrerriano de Urdinarrain, además de comentar que
la cosa se está poniendo cada vez más pesada, dijo que no pocos productores
de esa provincia están pensando en hacer algo adentro (del predio palermitano) y
también afuera de la exposición. Por su parte, Omar Barchetta, productor de
Alcorta, provincia de Santa Fe, en plena zona sojera, contó que el disconformismo
es tremendo y que se escucha todos los días gente que dice: Basta de charlar
con el Gobierno, salgamos a la calle. También en esa zona los hombres del campo
están pidiendo ir a Buenos Aires a silbar. El clima es tan tenso en esa
región que la gente en muchísimos casos está pretendiendo pasar por encima de la
dirigencia, como quedó demostrado en los piquetes que se armaron en los paros de
este año.
Otro testimonio, pero en la provincia de Córdoba, es el de Juan Pibeta, productor
agropecuario de Pilar. Nunca he visto esta situación en muchos años, dijo
preocupado. La situación es gravísima; se ha cortado la cadena de pagos y hay
gente muy desesperada. Además, aludiendo al trascendido según el cual el Gobierno
trató de negociar con la dirigencia una salida al brete palermitano, dijo: No me
extrañaría en absoluto que hayan hecho un acuerdo con algún dirigente para evitar los
silbidos en la Rural.
A propósito de esto, Chiesa mencionó que la ira del campo también se vuelve contra la
Sociedad Rural, que desertó de la última movilización y ahora quiso aplacar los
ánimos, pidiendo que se reconozca el esfuerzo gubernamental expresado en las devaluadas
medidas de apoyo financiero. Un chacarero lo manifestó sin vueltas: A Crotto sólo
le interesan el predio y los cines, una referencia a la preocupación pública del
titular de la entidad por el destino del complejo de 16 salas que quiere construir junto a
Plaza Italia. Así las cosas, la esperanza de Menem de despedirse gloriosamente de la
élite del campo apenas se sostiene.
PATOTAS, RECHIFLAS, PIÑAS EN LA PISTA DE
PALERMO
Una historia de silbatinas
Desde la
recuperación de la democracia, los ruralistas supieron aprovechar el escenario anual de
la inauguración de la Exposición Rural para expresar el humor de los productores en
presencia del presidente de la Nación. En 1988 un prolongado abucheo galardonó el
discurso de Raúl Alfonsín mientras a su lado, en el palco montado en la pista central
del predio, Guillermo Alchouron ponía su mejor cara de póquer. En 1993 un reprimida
chiflatina recibió a Carlos Menem en medio de disturbios protagonizados por patoteros
convocados por Matilde Menéndez, entonces a cargo del PAMI, justamente para evitar las
manifestaciones desde las patricias tribunas.
La última Exposición Rural que Alfonsín inauguró como Presidente fue difícil, y no
sólo por la lluvia torrencial de ese mediodía de agosto: por primera vez en la historia
de la Feria, un jefe de Estado ingresó en medio de silbidos generalizados. Descontento
con las medidas económicas que reimplantaban las retenciones en las exportaciones
agropecuarias, el sector afectado no dudó en dejar bien clara su posición. Apenas
finalizado el Himno Nacional, los productores cantaron Que se vaya, que se
vaya.... El coro se imponía a las vivas de los simpatizantes y militantes
radicales, que no lograban disimular el descontento y la tensión de las tribunas. En su
discurso, Alfonsín contestó los abucheos calificando de fascistas y
fanáticos a los que se manifestaban en su contra. Descartando que se tratara de
productores agropecuarios, los definió como los que, muertos de miedo, se han
quedado en silencio cuando vinieron a hablar acá en representación de la
dictadura.
Lo de Menem fue peor. Un funcionario de Agricultura aseguraba la noche anterior a la
inauguración de la Exposición de 1993, que vamos preparados. Sabemos que va a
haber de todo. Y lo hubo: un gigantesco operativo de seguridad y gradas copadas por
militantes menemistas, entre las que se destacó la presencia de Miguel Arjona,
Batata para los que lo conocen del Mercado Central. Fue quien manejó la
batuta de golpes y agresiones al ritmo de gritos favorables al Presidente. Los barrabravas
impidieron la entrada a la tribuna de la dirigente de los jubilados, Norma Plá, quien
perdió su peluca en el intento.
Carlos Negri, un cooperativista rural de Florencio Varela, fue quien se atrevió al primer
silbido cuando Menem comenzó su discurso. Varios hombres lo sacaron a empujones; Negri
intentó hablar con los periodistas reunidos en la cercana sala de prensa, pero un grupo
de 50 forzudos avanzaron para impedirlo mientras vivaban al presidente Menem. Allí
comenzaron las agresiones y golpes a los periodistas. Enseguida, un grupo de la Juventud
Intransigente desplegó un cartel en la tribuna central: Méndez `95 Intendente de
Perico. JI. Brigada Duhalde compadre.... Resultado: en menos de diez segundos, seis
corpulentos enfervorizados les arrancaron el cartel de las manos, ante la paralítica
presencia de los uniformados de la Federal. Menem calificó las agresiones como un
hecho policial. La entonces titular del PAMI, Matilde Menéndez, negó que los
militantes de la agrupación que ella lideraba, Ramón Carrillo, hubieran estado
involucrados pese a que llegaron en micros contratados por el ente.
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