¿Cuál será el primer acto
de gobierno del nuevo presidente? Es fácil intuirlo: colocar deuda. En el trimestre
inicial del 2000 caen, sólo en bonos, vencimientos por 2500 millones de dólares. El
equipo de Roque Fernández aseguró lo necesario para financiar un déficit fiscal de 5500
millones en 1999, pero hoy ya se prevé que el rojo estará entre 5800 y 6000 millones.
¿Y el famoso colchón que preparó el subsecretario de Financiamiento, Miguel Kiguel?
Sólo consiste en las preventivas líneas de crédito contingente para situaciones de
crisis.
"Esas, como que lleguemos a usarlas, se nos desploman los
mercados", advierte Guillermo Mondino, de Fundación Mediterránea. Obvio, porque
equivaldría a confesar una circunstancia grave. En síntesis, al día siguiente de la
asunción, quien suceda a Kiguel (si éste no se perpetúa) deberá volar a Nueva York en
busca de plata, antes que con las Navidades desaparezcan todos los financistas. Hoy, con
los mercados prácticamente cerrados para la Argentina, no habría forma de conseguir
tanta financiación, lo cual actúa como un serio condicionante político en la campaña.
El viernes 23 de julio, el riesgo argentino saltó abruptamente hasta
los 940 puntos (lo cual implica añadir un 9,4 por ciento de interés anual al costo
básico del crédito) porque la calificadora Standard & Poors's había explicitado el
día anterior lo que ya venían percibiendo los operadores sobre las deterioradas cuentas
del país. La perspectiva de la deuda argentina fue degradada de estable a negativa. Esto
supone, entre otras consecuencias, que la factura de intereses que afrontará el país el
año próximo se agrandará en unos 1200 millones.
Según Matías Ibarra, de la consultora Exante, una primera proyección
del déficit fiscal para el próximo año se sitúa por encima de los 7200 millones, algo
así como 2,5 por ciento del PBI, cuando el año pasado fue de 1,3 por ciento. En 1999 la
deuda pública llegará a representar el 41 por ciento del PBI (aquélla crece sin cesar,
y éste se reduce, tanto por el recálculo como por la recesión). Menos del 7 por ciento
de esa deuda está en pesos, lo cual demuestra que también para el Estado sería
catastrófica una devaluación.
La tabla de salvación que propondrán los economistas del candidato triunfante
consistirá, con alta probabilidad, en el célebre shock de confianza. Es decir, un
ajustazo fiscal que logre reabrir el crédito externo y la entrada de capitales para
reactivar la economía y crear así la perspectiva de un déficit presupuestario en baja.
En resumen, un debut impopular, apostando a recrear en el mediano plazo el círculo
virtuoso del crecimiento. |