Para recuperar su cultura y luchar por sus
tierras, los indios quilmes, en Tucumán,
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En el medio de los Valles Calchaquíes, el ritual de la Pachamama y las casas de adobe con piso de tierra la mayoría sin luz ni agua potable conviven con un laboratorio fotográfico, cámaras de video y computadoras. Los descendientes de los indios quilmes apenas manejan dinero, intercambian lo que siembran y los animales que crían. Pero incorporaron las nuevas tecnologías, fotografía y video, como herramienta para recuperar su propia cultura. Desde fines del año pasado, además, tienen un sitio en Internet. Incentivados por un grupo de estudiantes de antropología y fotógrafos de la ciudad de Quilmes en Buenos Aires, estarán en el 2000 en el Museo del Hombre de París con una muestra multimedia y charlas para dar a conocer la problemática de esa etnia en su tierra: Nos enfrentamos con la gente que dice que las tierras son de ellos. Nosotros entendemos que somos dueños porque siempre vivimos acá y además la Constitución lo reconoce, plantea la Comunidad India Quilmes. Están a 250 kilómetros de San Miguel del Tucumán, muy cerca del límite con Catamarca. Son 14 comunidades que, en total, suman unos 2000 habitantes dispersos en 70.000 hectáreas de tierra. La primera información que se tiene al llegar a Tucumán es que los quilmes ya no existen, es la información oficial que circula, relata Consuelo Becerra, estudiante de antropología. Pero un grupo de quilmeños bonaerenses insistió hasta dar con la comunidad. Enseguida creamos lazos afectivos con ellos, dice, en nombre del grupo que impulsa el Proyecto Antropológico Visual, formado además por los fotógrafos Virginia Leopardi, Alejandro Schettini y Christian Brosa y la estudiante de antropología Carolina Camporotondo. Ellos ya estaban trabajando con un proceso de rescate y revalorización cultural, entonces les propusimos la idea de utilizar los medios, la fotografía y el video, para apoyar esto, relató Becerra. Con el aporte económico del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inadi), la comunidad compró una cámara video, una de fotos, un televisor, una videocasetera y los materiales para montar un laboratorio fotográfico. Y en enero de 1997 empezaron los cursos. Fue muy difícil, porque no es como acá que decís nos encontramos el sábado a las dos y listo, algunos tienen que bajar 20 kilómetros del cerro, caminando, comenta Alejandro. Los cursos duran una semana o el tiempo que pueda quedarse el grupo allí. Cada mes y medio o dos meses vuelven, refuerzan las clases, y además analizan lo que sus alumnos trabajaron por su cuenta durante todo ese lapso. Con el tiempo, los talleres se orientaron según las necesidades planteadas por los propios quilmes: Venían con sus problemas, como la necesidad de fotografiar plantas medicinales, por ejemplo, y empezamos a trabajar con eso, señala Virginia. Para no seguir perdiendo su propia cultura, los quilmes hicieron entrevistas a los ancianos y las registraron con fotografías y video. Y ahora también se las puede leer en Internet. Se calzan la notebooke y las cámaras al hombro y suben al cerro a trabajar. Después nos mandan el trabajo y lo incorporamos a la página, comenta Virgina. En el cerro las casas de piedra tienen siglos, también hay viviendas de adobe. Y los indios se mueven a pie o caballo. Cerca de la ruta 40, hay algunas casas de material y con luz, algún que otro auto, y algún televisor. A pesar de haber perdido su idioma original, el kakán, mantienen algunas palabras, las que todavía tienen algún sentido: Usamos la pecana, piedra para moler granos; comemos charque, carne secada al sol con sal; usamos ushutas, ojotas de cuero o goma, enumera Abel Yapura, un quilme de 18 años. También se mantiene la siesta obligada, la comida en familia, el respeto a los mayores y a la naturaleza, cuenta orgulloso Abel. A pesar de que en enero recién llegó la luz a su casa, y después una tele blanco y negro, Abel maneja la cámara como experto. Lo interesante es que ellos toman a los medios como un arma muy fuerte. No se desprenden de la cámara y la video. Si tienen que ir a hablar con alguien, filman. Ahora tienen unas radios y se comunican: Che, ahí hayalguien que se está robando unas leñas, salí con la cámara y filmalos, relata Consuelo. El paisaje árido, su forma de vida, el ruido del viento en el valle, las coplas tradicionales y, sobre todo, su lucha por la tierra que habitan desde hace siglos, van a estar dando vueltas por Europa a partir del año que viene. No es una muestra clásica, va a ser multimedia. Va a haber sonido digital, cabinas audiovisuales, fotos panorámicas. La idea es que sea una puerta para que atrás vengan ellos con su discurso y sus necesidades, explica Alejandro. Lo único que les falta es apoyo económico. Lo de París es algo como que viene nomás. No tomamos conciencia de que estamos haciendo algo tan importante, lo vemos como normal, dice Abel, con la misma naturalidad con la que aceptó el uso de Internet porque es la manera más rápida de contar todo lo que pasa acá. Los más viejos miran con orgullo el impulso de los jóvenes. Y aunque no andan dando vueltas con una cámara al hombro, se aferran a sus pequeñas radios como antídoto contra el silencio. Producción: Sonia Santoro. http://www.quilmesnet.com.ar/indioquilmes
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