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Por Pedro Lipcovich Otra vez, en la madrugada de ayer, se repitió la escena: un policía franco de servicio cena en un restaurante con su familia, irrumpen delincuentes armados, es un asalto; el policía, en absoluta desventaja, trata de sacar su arma para reprimirlos si no lo hiciera, la institución lo castigaría y lo matan. Ayer, la víctima fue el suboficial José María Bejarano, de la Policía Federal. Hace pocas semanas, silenciosamente, la Federal dictó una norma que por primera vez permite a los policías no portar el arma cuando están de franco. Pero, en realidad, la institución condena a los policías que no reaccionan en esas situaciones, opina un investigador del CELS. En efecto, el secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel Toma, del cual depende la Policía Federal, defendió la obligación de que los efectivos intervengan en toda circunstancia: El que entra en la policía ya sabe que su profesión implica riesgos, dijo a Página/12. A la 0.45 de ayer, el suboficial José María Bejarano, de 56 años, cenaba con su mujer y su hijo de 13 años en la Cantina de Miranda, Crámer y Rivera, en el barrio de Belgrano. Tres hombres armados ingresaron y, además de robar la recaudación de la caja, fueron mesa por mesa exigiendo el dinero. Cuando Bejarano trató de sacar su arma, le pegaron tres tiros, hirieron en un brazo a su esposa y huyeron en un Peugeot 405. El miércoles pasado, el oficial Jesús Paiva, de la Policía Federal, fue muerto por cinco asaltantes en el restaurante donde cenaba con su novia, en Quilmes. Ese mismo día murió el oficial retirado Horacio Rodríguez Peñalba, de la misma fuerza, baleado por tres ladrones cuando se resistió al robo de su auto en Burzaco. En lo que va del año 19 integrantes de la Federal y 24 de la bonaerense fueron muertos por delincuentes. Hace varias semanas, la jefatura de la Policía Federal modificó el reglamento interno para suprimir la obligación de que los policías porten el arma aún de franco. Sin embargo, según Gustavo Palmieri, director del programa de Violencia Institucional y Seguridad Ciudadana, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), no hubo ninguna acción para readaptar al personal a la nueva normativa o instruirlo sobre cuándo debe reaccionar y cuándo no en situaciones de delito. Sigue siendo muy fuerte el valor que la institución atribuye a reaccionar siempre, así como la condena por no hacerlo, afirmó el investigador y comentó que el FBI recomienda al personal que no reaccione en casos como el que le costó la vida a Bejarano. Eugenio Zaffaroni, director del Departamento de Derecho Penal de la UBA, señaló para este diario que el mayor número de muertes de policías se produce cuando están de franco, ya que los reglamentos policiales les imponen intervenir sin darles la posibilidad de evaluar la situación de riesgo, los obligan a actuar. Si al policía lo matan, le hacen un entierro de lujo, pero si está sano y le han quitado el arma, lo echan -agregó. Esta presión institucional hace que el policía, ante una situación así, se desespere, lo cual es riesgoso para ellos como para terceros y da lugar a situaciones como tiroteos dentro de colectivos. A juicio de Palmieri, la obligación de portar el arma e intervenir forma parte de una mala cultura de servicio, que sostiene la imagen de una institución heroica pero resulta totalmente inútil en la perspectiva de un servicio eficaz. Palmieri comentó que recién desde el año pasado la policía ofrece a sus miembros un manual de normativas para usar las armas; tiene cuatro páginas, cuando los manuales de otras policías llegan a 50. Esos manuales indican claramente en qué situaciones usar el arma: lo principal es usarla sólo cuando estén seguros de que ello es necesario para proteger su vida o la de terceros, pero esto no está incorporado a la cultura de las policías argentinas, observó Palmieri. Comentó además que la Federal todavía no capacita seriamente a su personal en tiro o en la respuesta ante situaciones complicadas: cuando uno le pregunta a unpolicía si, al interceptar un auto, debe pararse adelante o atrás, responderá según su intuición, no tiene una respuesta normatizada.
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