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![]() "Avanzamos hacia un acuerdo con los palestinos: el 1º de septiembre comenzará la aplicación del acuerdo de Wye, y un mes después la retirada de Cisjordania". Estas fueron aparentemente las palabras con las que Barak anunció a su gabinete que la retirada israelí del 13 por ciento sería consumada en octubre. Pero no fue suficiente para los negociadores palestinos. La ANP exigió que el repliegue comenzará en tres semanas, no dentro de dos meses, y rechazó terminantemente ayer las tentativas de Barak de fusionar la implementación del acuerdo con negociaciones sobre la paz definitiva. Los diferendos también se centraron en los detalles militares puntuales del repliegue proyectado. Pase lo que pase de ahora en adelante en las negociaciones de paz, Barak se está asegurando su retaguardia en el Parlamento israelí, donde su antecesor Benjamin Netanyahu no pudo lograr la mayoría necesaria para aplicar el acuerdo de Wye. Barak tomó pasos para que no le suceda lo mismo. Su Parlamento aprobó ayer por mayoría absoluta aumentar el número de ministros de 18 a 24. El aumento le permite a Barak satisfacer las demandas por puestos gubernamentales de los partidos de su coalición, y asegurarse de que ninguno de ellos ponga en jaque por motivos internos a su política de paz. Barak había afirmado que esta ampliación era "indispensable". Arafat, por su parte, también está atando los cabos sueltos de su lado de la mesa. Su presencia ayer en El Cairo se debía a una reunión con el delegado del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Abu Alí Mustafá. El FPLP es opuesto a la política de paz con Israel, pero la reunión de ayer con la ANP fue calificada por ambas partes de "fructífera", y ambos grupos podrían armonizar su política. "Nuestro rechazo a los acuerdos de paz (suscritos por la ANP) no nos impide que busquemos una visión conjunta para enfrentar los peligros que amenazan al pueblo palestino", declaró Mustafá. El apoyo del FPLP es vital para que Arafat presente un frente palestino unido en las negociaciones. Pero la paz definitiva en el Oriente Medio también requiere un acuerdo con Siria, y las señales desde ese país son confusas. Después de la elección de Barak, el presidente sirio, Hafez Assad, se había mostrado dispuesto a comenzar un diálogo de paz. Pero Assad criticó ayer las "maniobras y contradicciones" del manejo israelí del proceso. Afirmó que una condición indispensable para que Siria se siente a negociar sería un compromiso público por parte de Israel a devolverle las Alturas del Golán, ocupadas en 1967 durante la Guerra de los Seis Días. La necesidad de moderar las demandas sirias fue uno de los motivos por los cuales Barak visitó ayer Rusia. Moscú, como tradicional aliado y proveedor de armas de Siria, ejerce una influencia considerable en Damasco.
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