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La ofensiva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no se detiene. Luego de haber volado un cuartel del Ejército el viernes en Medellín, un comando de las FARC tomó ayer por asalto a la población campesina de Nariño, matando a siete civiles y ocho policías, según fuentes del Ejército. La otra guerrilla colombiana, el Ejército de Liberación Nacional, negó ayer que hubiera secuestrado un avión de la aerolínea venezolana Avior, desaparecido desde el viernes pasado con 16 personas a bordo. El ELN se había adjudicado la autoría del hecho. Mientras cae la popularidad del presidente Andrés Pastrana y el Papa pide --como hizo ayer-- que haya una solución política al conflicto, crecen las evidencias de una presencia norteamericana en el país: Estados Unidos tiene 300 efectivos en Colombia, según afirma el semanario Newsweek en su edición de hoy. De acuerdo con la revista estadounidense, en Colombia hay 200 soldados norteamericanos y 100 agentes de la Agencia Antidrogas (DEA) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Esta presencia norteamericana está destinada solamente a reforzar "la lucha contra la droga. Pero como la guerrilla en Colombia trafica drogas (...) la guerra contra las drogas se vuelve contra la guerrilla", según la publicación. La cuestión de la intervención norteamericana comenzó a plantearse con fuerza hace tres semanas, cuando Estados Unidos sondeó a los países latinoamericanos sobre un apoyo a su entrada en Colombia. Siguió con la visita del zar antidrogas norteamericano Barry McCaffrey a Bogotá durante la semana pasada y se confirmó con el accidente, también en esa semana, de un avión militar estadounidense en territorio colombiano. Allí murieron siete personas. En este panorama, las FARC escalaron su ofensiva. Esta vez el epicentro fue Nariño, un pueblo cerca de Medellín, donde el viernes un coche bomba había volado la sede de la IV Brigada del Ejército. "La población quedó en poder de la guerrilla", declaró el comandante de la I División del Ejército, general Víctor Alvarez. Entre los siete civiles muertos se hallan cuatro menores, precisó Alvarez, quien indicó que al menos seis de los 32 policías de la población resultaron heridos y que un número indeterminado de agentes fue dado como desaparecido. El militar también señaló que las tropas de tierra no han podido llegar a la localidad porque las vías de acceso a Nariño se hallan minadas o bloqueadas. Todos estos hechos hacen dudar cada vez más a la opinión pública colombiana sobre el destino del actual proceso de paz, presentado con gran entusiasmo por el gobierno de Andrés Pastrana desde el inicio de su mandato. La imagen del presidente colombiano pasó de ser positiva para el 69 por ciento de los encuestados, hace seis meses, a una imagen negativa del 66 por ciento en este último mes, según un sondeo publicado por el diario El Tiempo. La misma investigación señala que las esperanzas de que las conversaciones conduzcan a la paz disminuyeron al 23 por ciento, frente al 32 por ciento registrado hace seis meses. Pero lo más revelador es que un 48 por ciento aprobó una eventual solución militar de la guerra civil y que, a juicio de un 54 por ciento, ésta podría contar con la ayuda norteamericana. Los problemas de Colombia llegaron hasta Roma, donde el papa Juan Pablo II expresó su "preocupación" después del atentado de las FARC en Medellín. "La negociación es la única vía posible para la reconciliación entre los colombianos", dijo el Papa desde su residencia de verano en Castelgandolfo
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