Por Irina Hauser La causa de los
ñoquis del ex Concejo Deliberante que instruye el juez Alberto Baños ya tiene un muerto.
Pedro Sergio Poznanzky, un hombre identificado con el justicialismo y que ocupó cargos
clave en la administración de dinero y cargos del viejo órgano legislativo porteño,
apareció ayer a la mañana en el baño de su lujoso dúplex de Belgrano tirado en el piso
con un balazo en la cabeza. Poznanzky, quien estuvo muy vinculado al ahora preso José
Manuel Pico, tenía que prestar declaración indagatoria mañana por su presunta
responsabilidad en falsas designaciones. Sus antiguos allegados dicen que era un católico
empedernido y lo describen con frases extremistas. Era el contador de la mafia del
Concejo, acusan algunos. Era un tipo muy eficiente, hombre de consulta de todo
el mundo y trabajó con radicales y con peronistas, afirman otros. Poznanzky
sabía todo sobre los manejos en el Concejo. Conocía todos los vericuetos administrativos
y manejaba quién se quedaba y quién se iba, aseguró un ex funcionario que
trabajó con él. Fue, en muchos de los cargos que ocupó, el segundo en importancia
después del presidente del cuerpo, comentó a este diario la misma fuente. Agregó
que era un militante católico, culposo. Otro de sus más cercanos amigos
contó a Página/12 que Poznanzky, historiador y economista, se había convertido del
judaísmo al catolicismo y que su fanatismo lo llevaba a misa todos los domingos. Cuando
el juez Baños resolvió, tres semanas atrás, citar para prestar declaración indagatoria
a 32 ex funcionarios, incluyó a Poznanzky en la lista. En principio sobre él sólo
había sospechas. Su firma aparecía certificando la prestación de servicios de siete
empleados del ex Concejo que, al parecer, nunca habían trabajado allí, según señalaron
dos allegados a la pesquisa. En el chismorreo de la dirigencia política ayer se oían
interpretaciones. La más reiterada y maliciosa decía que ahora la figura del difunto
podría servir a los futuros indagados como chivo expiatorio. Poznanzky se voló la cabeza
con un arma calibre 32. Lo hizo en la casa ubicada en Blanco Encalada y Montañeses donde,
según versiones, vivía con su mujer y sus dos hijos menores. Anoche, después de la
autopsia, fuentes de la investigación daban casi por confirmado que se había tratado de
un suicidio. Pero todavía no hay nada cierto y el caso, caratulado como
averiguación de suicidio, está a estudio del juez Federico Salvá. Cuatro
personas que lo conocen desde hace varios años relataron que Poznanzky ingresó al ex
Concejo en 1983 con el grupo de los 25, de la mano de Ricardo Basile (del
sindicato del tabaco) y amparado también por Pico. Mientras Pico ocupó una banca de
concejal, Poznanzky integró la Comisión de Hacienda. Desde fines de 1989 hasta 1991 fue
secretario administrativo del ex presidente del Concejo Jorge Argüello (PJ) y después,
hasta 1993, de Ricardo Marcos (UCR). También se desempeñó como subsecretario técnico
durante la presidencia de Eduardo Rollano (PJ) y ocupó un rol similar en la gestión de
Pico al frente de la institución. En el ínterin, con la presidencia de Juan Trilla
(UCR), se convirtió en subsecretario de enlace (relaciones institucionales) entre la
Municipalidad y el Concejo. Después fue adjunto de Antonio Cartañá en la Defensoría
del Pueblo. Aquel ombudsman, paradójicamente, fue el impulsor de la acción judicial que
puso a Pico entre rejas. En el famoso expediente de los ñoquis, Baños analiza cientos de
nombramientos irregulares concretados en el ex Concejo entre 1993 y 1996. En muchos casos,
se trata de personas que aseguran que nunca trabajaron en el órgano legislativo pero su
identidad habría sido utilizada para que alguien cobrara por ellos. El juez apunta a
desnudar mecanismos de financiación ilegal de la política. Como parte de esta causa se
pidió la detención de Rollano, Pico y Trilla tres ex presidentes del cuerpo
con quienes Poznanzky en uno u otro rol compartió tareas. Trilla, con sus 76años de
edad, cumple arresto domiciliario y declarará hoy a la mañana. Pico ya estaba preso por
asociación ilícita y estafa. Y Rollano, que actualmente es diputado del duhaldismo,
está sujeto a un pedido de desafuero (para que pueda ser indagado). El tema sería
debatido mañana en Diputados y todo indica que será rechazado por la comisión de
Asuntos Constitucionales. También está pedida la detención del ex concejal, enemigo de
Fernando de la Rúa, Eliseo Roselló (UCR), del ex concejal Roberto Larrosa (UCR), la ex
mujer de Pico, Claudia Cabezón, y los ex secretarios radicales Braulio Feliú, Carlos
Bernardou y Luis Alberto Sánchez. Ninguno de ellos fue encontrado aún por la Policía
Federal.
Alguien usón el nombre
El presunto suicidio de Pedro Poznanzky no fue el único evento significativo de ayer
en la causa de los ñoquis. También se hizo el careo entre Elvira Bracamonti y Nelson
López Boado. Ella es una mujer enferma de cáncer que asegura que en septiembre 1994,
después de haber dejado sus datos para gestionar remedios oncológicos, alguien usó su
nombre para inventarle un cargo en el ex Concejo y cobrar por ella. Bracamonti dijo que su
contacto para hacer el trámite había sido López Boado, un viejo colaborador de Fernando
de la Rúa, a quien le entregó una copia de su DNI. Ayer, al ser enfrentado, el hombre
admitió que la conocía pero volvió a decir que no confeccionó ningún legajo y le
echó la culpa al ex concejal Eliseo Roselló. Por momentos, Bracamonti se mostró al
borde del llanto y aseguró que López Boado me quiere hacer quedar como una pobre
infeliz y que tiene mala fe. El abogado de Bracamonti, Juan Carlos
Iglesias, denunció al juez Baños por violación del secreto de sumario. Sin embargo,
otro juzgado investiga el posible delito de prevaricato a raíz de un escrito que
presentó Iglesias la semana pasada. |
Cada caso importante tiene su suicidio |
El hermano menor del ex subsecretario general de la Presidencia, Juan Carlos Cattáneo
apareció colgado de una soga en el medio de un descampado aledaño a Ciudad Universitaria
en octubre de 1998. El empresario muerto, Marcelo, de 41 años, estaba acusado de repartir
parte de los 21 millones de dólares que se pagaron en 1994 por el servicio informático
muletto que la empresa estadounidense IBM vendió al Banco Nación. La autopsia reveló
que en la boca de Marcelo Cattáneo se encontró un recorte una nota periodística de La
Nación que hacía referencia a un viaje del juez federal Adolfo Bagnasco a Suiza para
indagar sobre el destino de las coimas. En un primer momento, el presidente Carlos Menem
consideró que se trató de un suicidio, pero pocos días después admitió que
existen dudas.
Después de cuatro días prófugo al resistirse a ser indagado por el
asesinato del reportero gráfico, José Luis Cabezas, el poderoso empresario Alfredo
Yabrán se disparó un escopetazo en la boca mientras doce policías irrumpían en su
campo de San Ignacio para atraparlo. Era mayo de 1998 y el país quedó en vilo ante la
noticia del suicidio del hombre que se había atrevido a definir al poder como
impunidad y había sido recibido meses antes en la Casa Rosada por el jefe de
gabinete Jorge Rodríguez. El juez de Dolores, José Luis Macchi había ordenado la
captura internacional de Yabrán por considerarlo presunto instigador del
homicidio de Cabezas en Pinamar el 25 de enero de 1997. El jefe de la custodia del
empresario, Gregorio Ríos, continúa detenido acusado de ser uno de los autores
intelectuales del asesinato.
Yo frente a la droga me paro, le dijo el brigadier retirado Rodolfo
Echegoyen a su hermano en una comunicación telefónica a Suiza.
A los pocos días, el 13 de diciembre de 1990, la fecha en que se casó uno de sus hijos,
el ex administrador nacional de Aduanas apareció muerto en su oficina, ubicada en Arroyo
845, con un tiro en la boca. En noviembre había renunciado al cargo al que llegó por
recomendación de Alfredo Yabrán, el por entonces misterioso empresario telepostal
concesionario de los depósitos de Edcadassa. El sumario se orientó hacia la hipótesis
de suicidio, pero las pericias balísticas la pusieron en duda. La prueba decisiva fue que
no se encontraron restos de pólvora en las manos del cadáver. Ocho años después de su
muerte, los hijos del brigadier, Marcela Alejandra y José Ignacio, pidieron el juicio
político del juez Roberto Marquevich, por mal desempeño de sus funciones. El
juez de San Isidro dio la causa por sobreseída en no más de tres meses. La
investigación fue reabierta por la jueza Silvia Ramond en 1997. Esa muerte vinculada con
los oscuros manejos de la Aduana inauguró una seguidilla de suicidios en
torno a los hechos de corrupción enquistados en el poder.
El capitán de navío retirado Horacio Estrada, ex represor de la Escuela de Mecánica
de la Armada, involucrado en la venta ilegal de armas la única causa que puede
desembocar directamente en el presidente Carlos Menem fue encontrado muerto por su
mucama el 25 de agosto de 1998. El cuerpo, enfundado en un pijama, estaba sentado en la
silla del escritorio de su departamento de Arenales 910, rodeado de videos pornográficos
y con un balazo calibre 38 milímetros en la sien izquierda pese a ser
diestro. Sobre su escritorio había una pistola 9 milímetros que no fue disparado. El
militar había sido indagado dos días antes por el juez Jorge Urso en la investigación
por contrabando de armas. En el sumario consta que Estrada, en febrero de 1995, controló
en Ezeiza tres embarques clandestinos de cinco mil fusiles FAL obsoletos y munición
vencida hacia Ecuador, mientras ese país estaba en guerra con Perú y regía un embargo
internacional.
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