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OPINION

Vida privada, muerte pública

Por Luis Bruschtein

t.gif (862 bytes) Hay una polémica sobre la frontera entre la vida íntima y la vida pública de las personas. O sobre el sentido que da a su vida una persona y el que le dan a esa misma vida las demás personas, que a veces no solamente no coinciden sino que llegan a ser contrapuestos.El suicidio, que es el último acto privado en la vida de una persona, puede tener en la Argentina una carga adicional de dudas e interrogantes, que sobrepasa la decisión dramática, final, de su protagonista. En los últimos años, las investigaciones judiciales más resonantes, atravesadas por la política y la corrupción, han sido conmovidas por la muerte violenta.A Alfredo Yabrán se lo encontró muerto cuando estaba a punto de ser detenido por el asesinato de José Luis Cabezas. El cuerpo de Marcelo Cattáneo fue encontrado sin vida cuando avanzaba la investigación del caso IBM-Banco Nación. El brigadier Rodolfo Echegoyen apareció muerto de un tiro cuando la justicia investigaba la corrupción en la Aduana. El cadáver del capitán Horacio Estrada apareció, también con un tiro, en plena investigación de la venta ilegal de armas. Todos los hechos fueron caratuladas como suicidios. En la Justicia hay muchas causas abiertas por estafa o corrupción y no se producen suicidios. Lo llamativo es que éstos ocurren nada más en aquellas que tienen implicancias políticas.En algún caso se trató del principal imputado. Otros eran acusados secundarios que podían aportar datos importantes. Y otros eran testigos dispuestos a denunciar los hechos de corrupción, como el brigadier Echegoyen. Lo que tuvieron en común esas muertes fue que impactaron de manera decisiva en las causas que las involucraban. En ese punto, esas muertes dejaron de ser privadas y se convirtieron en públicas. La gente opina sobre ellas, duda de los suicidios, especula sobre procedimientos mafiosos, y trata de adivinar responsables entre los que se beneficiaron de ellas. La que no se benefició, seguro, es la Justicia. Y esta consecuencia es la que alimenta todas las dudas.Más allá de esa intención final, íntima, del protagonista, este nuevo suicidio busca su propia explicación. Es difícil saber ahora de qué manera la muerte de Pedro Poznansky afecta a la investigación de la corrupción en el ex Concejo Deliberante. Pero también es imposible no relacionarla con todos los casos anteriores porque a esta altura, en la Argentina, hasta el suicidio está bajo sospecha.

 

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