|
Por Eduardo Videla El gobierno nacional propuso una reforma legal para que los miembros de la Policía Federal puedan utilizar su arma sin necesidad de identificarse previamente, como los obliga la ley. Para el ministro del Interior, Carlos Corach, esa obligación da una enorme ventaja a los delincuentes. El anuncio surgió después del asesinato de un policía franco de servicio, que intentó enfrentar, en inferioridad de condiciones, a tres delincuentes que asaltaban un restaurant. La propuesta implicaría un retroceso respecto de las normas internacionales para la actuación policial, incorporadas a la legislación argentina, advirtieron especialistas en seguridad. Pero en realidad esas mismas normas eximen al policía de dar la voz de alerta cuando haya riesgo para su vida o la de terceros como en el caso del policía asesinado, por lo que el anuncio oficial sólo sería una respuesta coyuntural sin demasiadas consecuencias, según varias fuentes consultadas por Página/12. El presidente (Carlos) Menem estuvo analizando conmigo la situación de violencia y, siguiendo sus instrucciones, dispuse que el jefe de Policía presente un proyecto para modificar esa obligación que tienen los policías de identificarse como tales, antes de usar el arma de fuego en situaciones de peligro, explicó Corach. Y agregó: Cuando exista realmente peligro para la vida, ya sea de él o de terceros, el policía debe actuar y no darles a los delincuentes la ventaja de anunciarse primero y luego repeler la agresión. El anuncio se hizo el mismo día en que fue sepultado el suboficial José Luis Bejarano, asesinado el domingo en un restaurant de Belgrano, frente a su mujer y su hijo. Fue el cuarto policía asesinado en una semana. En rigor, la Ley de Seguridad Interior incorpora los Principios básicos sobre el empleo de la fuerza por parte del Estado, aprobados en 1990 por el congreso de la ONU que sesionó en La Habana, donde se establece que los policías deben identificarse como tales salvo que al dar esa advertencia se pusiera en peligro a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Ese principio está incorporado, además, al último reglamento interno de la Policía Federal (ver aparte).No quiero creer que éste es un vía libre para el gatillo fácil, advirtió la diputada nacional Diana Conti (Frepaso), miembro de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara baja. Para la legisladora, la seguidilla de asesinatos de policías no tiene nada que ver con la falta de facultades policiales. No hay mayor facultad que hubiera podido evitar esas muertes, aseguró la diputada, que calificó el anuncio de Corach como una nueva respuesta espasmódica, sin un estudio serio que la respalde. Gustavo Palmieri, director del programa de Violencia Institucional y Seguridad Ciudadana del Centro de Estudios Legales y Sociales, consideró lamentable que los funcionarios políticos estén a la retaguardia de los avances de la policía, que está realizando esfuerzos para incorporarse a la normativa internacional. El investigador del CELS destacó, en ese sentido, el último reglamento de la fuerza que apunta al uso de las armas para la defensa de la vida y la norma interna que termina con la obligación de portar armas de fuego cuando están de franco, dictada semanas atrás.En cambio, el secretario de Gobierno porteño, Enrique Mathov, no se escandalizó por el anuncio de Corach. Es una cuestión meramente formal que no va a cambiar demasiado las cosas, dijo. Para el funcionario, los policías ya están relevados de dar la voz de advertencia cuando están en situación de extremo riesgo. Nadie puede suponer que el policía que mataron el domingo se identificó antes de sacar su pistola, frente a tres delincuentes armados, dijo Mathov a Página/12.Las aclaraciones desde el Gobierno llegaron de la mano del secretario de Seguridad, Miguel Angel Toma. Lo que se busca es adaptar la legislación a las recomendaciones internacionales de la ONU, que eximen a los policíasde identificarse cuando están en situación de riesgo para su vida. Según los especialistas, esas sugerencias ya están contempladas en la legislación local. Para el ex comisario Edgardo Mastrandrea, asesor de la Legislatura porteña en materia de seguridad, en el mensaje de Corach hay una trampa perversa. Si el policía está uniformado no hace falta que se identifique. pero si está de civil tiene la obligación de identificarse. Para Mastrandrea, el eje del problema pasa porque la ley lo obliga a intervenir, aunque no esté de servicio, aun a riesgo de su vida, y si no lo hace pueden llegar a exonerarlo.Según Palmieri, la clave para evitar la muerte de más policías está en que los efectivos actúen sólo cuando tienen control de la situación, nunca cuando están en notoria desventaja. El policía debe proteger la vida de los demás y su propia vida, aclaró. La diputada Conti coincidió en que muchas de las muertes ocurridas en los últimos días obedecen en parte a negligencia y falta de capacitación del personal. Son ineficientes hasta para cuidar su propia vida, enfatizó.
Según las estadísticas, en lo que va del año 19 policías de la Federal y 24 de la Bonaerense murieron baleados por delincuentes, cumpliendo actos de servicio, estuvieran o no calzando su uniforme. El último, que desató la idea presidencial de que no se identifiquen antes de usar el arma cuando están de franco, fue la muerte del suboficial José María Bejarano ocurrida el sábado pasado, mientras cenaba con su familia en una cantina de Belgrano. Bejarano fue la cuarta baja policial en el término de ocho días.A la una de la madrugada del viernes 30 de julio, el cabo de la Bonaerense Enrique Ojeda respondió a una denuncia contra un grupo de muchachos que daba vueltas alrededor de una estación de servicio, en Eva Perón y Donato Alvarez, Quilmes. Dos patrulleros, en uno de los cuales viajaba Ojeda, se dirigieron al lugar y llegaron cuando el grupo denunciado iniciaba su asalto a la estación de servicio. Se originó entonces un tiroteo que se extendió durante varios minutos, hasta que dos de los asaltantes arrojaron sus armas y el tercero se echó al piso, simulando rendirse, pero ocultando una pistola debajo de su cuerpo. Ojeda se acercó armado y con las esposas en la otra mano, pero no tuvo tiempo para nada.El miércoles por la noche, también en Quilmes, el subinspector de la Federal Modesto Paiva murió en una situación similar a la de Bejarano, pero en un caso más dramático: cenaba con su novia en el restaurante La Nueva Madrid, en avenida Calchaquí y Lavalleja, cuando entraron cinco hombres armados. Paiva amagó sacar su billetera, pero uno de los delincuentes lo palpó y descubrió que estaba armado. Ahí nomás le disparó dos veces matándolo en el acto.El 23 de julio, el cabo de la Federal César Giménez se encontraba de franco, conversando frente a la casa de su hermano, en Llavallol, cuando confundió a un grupo de asaltantes con policías bonaerenses y se presentó como policía ofreciendo su colaboración. Giménez, que fue tomado como rehén y secuestrado con su auto, apareció muerto de un escopetazo en el rostro pocas horas después en un descampado.
|