OPINION
El Poder Moral de
Bolívar
Por Roberto Gargarella*
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El Poder Moral de BolívarEl hecho de que el nuevo y militarizado presidente
venezolano, Hugo Chávez, invoque a Bolívar a la hora de impulsar un proyecto de reforma
constitucional agrega una nota de preocupación a su ya preocupante ejercicio del poder.
Por supuesto, la apelación al líder militar latinoamericano como la idea de anexar
el apellido del libertador al nombre de Venezuela representa meros golpes de efecto,
de probable eficacia política. Sin embargo, la pretensión de retomar las propuestas
constitucionales de Bolívar no constituye un mero recurso efectista. Ocurre que los
proyectos de Constitución elaborados por Bolívar se inscriben dentro de los más
perfeccionistas y autoritarios que conoce el derecho latinoamericano.Típicamente, el
Poder Moral que Chávez pretende resucitar para su Constitución había sido pensado por
Bolívar como un cuarto poder fundamentalmente destinado a controlar la
conducta de la población un control que, según el líder latinoamericano, ni la
religión ni la filosofía aseguraban. En el Congreso de Angostura, en donde defendió
esta nueva institución, Bolívar dejó en claro que entre las funciones del Poder Moral
se encontraba la de vigilar la ingratitud, el desacato a los padres, a los maridos,
a los ancianos, a los institutores, a los magistrados y a los ciudadanos reconocidos y
declarados virtuosos. En la Constitución se determinaba también que las
obras morales y políticas, los papeles periodísticos y cualesquiera otros escritos
estaban sujetos a [la] censura del nuevo Poder. Se afirmaba, además, que la
jurisdicción de este instituto no se extendía exclusivamente a lo que se escribe
sobre moral o [concierne] a ella, sino también a lo que se habla, se declama o se canta
en público. De todos modos, y muy notablemente, ni siquiera los aliados de Bolívar
se animaron a dar aprobación a semejante institución, que algunos consideraron como
una inquisición moral no menos funesta ni menos horrible que la religiosa. De
allí que algo piadosamente dejaron al Poder Moral como un simple anexo de la
Constitución, e invitaron a todos los sabios del mundo a pronunciar su
opinión sobre el mismo.Más allá del llamativo cuarto poder mencionado, la
Constitución defendida por Bolívar en 1819 contenía claros componentes monárquicos. En
particular, y alentado por la designación de su amigo Alejandro Petión como presidente
vitalicio en Haití, Bolívar propuso la adopción de un Presidente vitalicio con
derecho para elegir [a su] sucesor, que a la vez era jurídicamente irresponsable
esto es, inmune a todo juicio político, tanto durante su mandato como una vez
finalizado el mismo. Más todavía, el presidente tenía el derecho de recibir de manos
del Congreso todos los poderes que éste considerara necesario para la salvación
del Estado, en tiempos de peligro extraordinario o guerra. La Constitución de
Bolivia de 1826, también impulsada por Bolívar, ratificó y extendió en buena medida el
proyecto de Angostura. Así, junto al Poder Moral, el Ejecutivo vitalicio e irresponsable,
los limitados derechos políticos de la ciudadanía, destacaron un Senado hereditario,
diseñado a la luz de la Cámara de los Lores inglesa, y la facultad del Presidente de
convocar libremente a los cuerpos legislativos.Vistos estos antecedentes, es posible
reconocer que, en su apelación al pasado bolivariano, el presidente venezolano demuestra
no ser, simplemente, un nostálgico. Seguramente, el futuro de la ciudadanía de Venezuela
y en buena medida también el futuro de la región necesitan de un horizonte
político menos temible que el que hoy propone el ex golpista Hugo Chávez.* Profesor de
Derecho Constitucional. Universidad Torcuato Di Tella. UBA. |
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