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Big Bang Bang
Por Rodrigo Fresán Desde Barcelona

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UNO Ya se sabe, ya ha sido científica y sociológicamente comprobado: antes de salir a disparar al aire, a la tierra, al fuego, al agua y a sus compañeros de escuela, los niños norteamericanos fin de milenio juegan muchos video-games violentos y escuchan muchas veces las canciones de Marilyn Manson. A partir del episodio Mark Barton (un hombre mata a martillazos a su familia –lo que definió en su mensaje final como “una forma tranquila y poco dolorosa de morir”– y sale a vaciar cargadores por las calles de Atlanta antes de suicidarse a solas y en su camioneta) se sabe que los adultos norteamericanos fin de milenio juegan mucho al videogame de la Bolsa por Internet y a veces pierden. No hay prueba de cuál es la música que escuchan los Mark Barton de este mundo pero nada me cuesta imaginármelo escuchando Bad Love, el nuevo compact-disc de Randy Newman. Canciones para las profundidades más oscuras del hombre superficial. Canciones sobre la decadencia del imperio norteamericano. Randy Newman -músico atípico– lleva más de treinta años haciendo lo mismo: componiendo dolorosas viñetas sobre el American Way of Life y la conducta patológica de quienes se creen los reyes de un mundo que no comprenden y, por las dudas, no les interesa comprender.

DOS . Antes de salir a ejercer su oscuro día de furia y de justicia, Mark Barton dejó escrito en la pantalla de su ordenador que “Las palabras no pueden expresar mi agonía... He llegado a odiar este orden de cosas. Ya no tengo esperanza.. No tengo excusas, no tengo buenas razones para lo que voy a hacer; estoy seguro de que nadie lo entendería”. Parece la letra de una de esas canciones de Randy Newman y lo que hizo Mark Barton –lo “inexcusable”– fue entrar a las oficinas de su financiera y ejercer lo que los norteamericanos entienden inconscientemente como un derecho nacional desde el principio de sus tiempos, desde el inicio sin final de la Era del Vaquero: hablar con la voz de un arma para ser oídos. El Big Bang Bang.

TRES De eso –más allá de la comedia boba y los efectos especiales– trata la nueva megaproducción Salvaje Salvaje Oeste. La película es un western ligeramente demencial donde Will Smith –uno de esos actores negros de la escuela de Sammy Davis, Jr. que se hacen ricos haciendo de negros, del tipo de negro que le causa tanta gracia a cierto tipo de blancos a quienes no les gustan los negros– lucha contra un demente sureño (Randy Newman les dedicó todo un disco, Good Old Boys) con ganas de matar a un presidente y ejercer, sí, otra de esas costumbres norteamericanas. Will Smith quien proviene del rap –la música más estúpidamente racista jamás escrita y cantada; Randy Newman la parodió en una canción de Land of Dreams– vuelve a hacer lo mismo de siempre y cada vez más lejos de lapoderosa y efectiva dignidad sin concesiones de hermanos como Sidney Poitier o Denzel Washington. En la rueda de prensa que ofreció la semana pasada en Barcelona, Will Smith no paró de hacer chistes sin sentido (Smith no puede dejar de ser gracioso, un negro gracioso) sobre una (otra) película gatillo caliente donde la actriz mexicana Salma Hayek –quien semanas atrás apareció en las páginas de George, la tonta revista frívolapolítica del difunto Shonshón Kennedy, disfrazada de estatua de libertad y envuelta en los colores, las franjas y las estrellas de una bandera que no es la suya– hace de mexicana. Esas cosas.

CUATRO Randy Newman también ha escrito más de una vez sobre el oscuro mito del pistolero: “Cowboy”, “Rider in the Rain”, las canciones que canta el cowboy de juguete en Toy Story y la banda de sonido de Maverick donde destaca una canción de saloon titulada “Tartine de Merde”. En una de vaqueros, Newman estaría perfecto como uno de esos tahúres de naipes afilados y sonrisa sinuosa porque saben que donde ponen la canción ponen la bala. En la tapa de Bad Love aparece una foto que dice más que mil palabras: un primer plano en blanco y negro de Randy Newman mordiéndose los labios para no decir nada o por haber dicho demasiado. “Estos son tiempos verdaderamente desesperados... Perdí la cabeza... Voy a conseguirme un revólver”, canta en una canción de Bad Love titulada “Shame”. Y shame, en inglés, significa vergüenza. Y está todo dicho. Y así –(continuará...)– el salvaje salvaje y lejano oeste está cada vez más cerca.

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