Por Santiago Rodríguez El destino de Lino César
Oviedo quedará a partir de hoy en manos del Gobierno: es que a las 10 de la mañana el
vicecanciller de Paraguay, Carlos Balmelli, presentará ante la Cancillería el pedido
formal de extradición del ex general golpista paraguayo. Así comenzará un trámite cuya
resolución será en última instancia de naturaleza política y que podría terminar con
la entrega de Oviedo a su país, algo que no termina de convencer a las autoridades
paraguayas por los problemas internos que la presencia del militar golpista volvería a
provocar.
Balmelli entregará la solicitud de extradición de Oviedo al vicecanciller Andrés
Cisneros. El diplomático paraguayo que tiene previsto reunirse por el mismo asunto
con el ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo habló ayer del tema con el
ministro del Interior, Carlos Corach, quien lo recibió en la Casa Rosada.
Al término de ese encuentro, Balmelli se mostró satisfecho de que el Gobierno
restrinja las visitas que (Oviedo) recibe en su haras de la localidad bonaerense de
Moreno y afirmó haber encontrado muy receptivo a Corach frente a la demanda
de las autoridades paraguayas de que el ex general golpista sea extraditado a Paraguay.
Corach recibió a Balmelli en compañía del secretario de Seguridad Interior, Miguel
Angel Toma. A raíz de la inquietud que el gobierno paraguayo transmitió formalmente al
argentino por las actividades políticas que Oviedo desarrolla en el país, fue
precisamente Toma el funcionario que tuvo a su cargo la misión de recordarle anteayer al
ex hombre fuerte de Paraguay los límites que impone su condición de asilado.
Balmelli aseguró también que Oviedo no representa un peligro para la estabilidad
política de su país y afirmó que el gobierno paraguayo tiene la voluntad
firme de extraditarlo porque no está atado a ningún interés oscuro. De ese modo,
buscó acabar con la sensación de que las autoridades paraguayas no ponen demasiado
énfasis en el pedido de entrega del ex general golpista.
Lo cierto es que el gobierno de Paraguay insiste en reclamar públicamente la
extradición, pero sus funcionarios admiten en privado que el retorno de Oviedo a
Asunción provocaría más problemas que su presencia en territorio argentino porque le
permitiría operar políticamente desde una posición aún más cómoda. La salida que las
autoridades paraguayas consideran ideal es que la Argentina le sugiriera hacer sus valijas
y que el ex general golpista pida asilo en Alemania, país en el que vive su hija y al que
siempre tuvo en cuenta como destino para el caso de que el gobierno de Carlos Menem le
cerrara las puertas.
De eso se tomó Federico Pinto Kramer, abogado defensor de Oviedo, para calificar a
Balmelli como el che pibe que viene a hacer lobby en contra de la extradición
porque cualquiera sabe que para mandar un exhorto diplomático no hace falte la presencia
del vicecanciller. Pinto Kramer explicó a Página/12 que el gobierno de Paraguay
necesita que la Argentina niegue la extradición porque, si Oviedo va para allá,
les arma flor de quilombo y recordó que los tratados internacionales que
tienen rango constitucional desde la reforma de 1994 establecen claramente que la
concesión de la extradición es una potestad exclusiva del Estado.
La Justicia paraguaya reclama a Oviedo por considerarlo autor intelectual del asesinato el
23 de marzo último del vicepresidente de ese país, Luis María Argaña, y de la masacre
de civiles que siguió a ese magnicidio. El departamento jurídico de la Cancillería debe
analizar los fundamentos de la solicitud de extradición y, si se ajusta a derecho,
girarla a la Justicia ordinaria. Así y todo, la entrega del ex general golpista depende
en última instancia de una decisión política, puesto que el asilo se le concedió
frente a la presunción de que podía ser objeto deuna persecución política y como tal
pueden ser entendidos por el Gobierno los delitos que se le imputan.
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