Por Claudio Zlotnik Economía pagó ayer la tasa
de interés más alta en la colocación de deuda desde que empezó el Plan de
Convertibilidad. En la ampliación de un Bono del Tesoro (Bonte) por 349,4 millones de
dólares, Roque Fernández debió hacer frente a una tasa del 15,25 por ciento anual.
Semejante sobrecosto -de diez puntos por encima del rendimiento de un título
estadounidense a igual plazo le da dimensión a la incertidumbre que despierta la
economía entre los inversores. Pero esta no fue la única mala noticia que ayer debió
digerir el ministro. La calificadora de riesgo estadounidense DCR Duff & Phelps bajó
la perspectiva económica que tiene sobre la Argentina.
La noticia sobre la tasa pagada por el Gobierno sorprendió a la city. Los financistas
creyeron que tras la visita a Nueva York de Roque y los candidatos a sucederlo, la
percepción de los inversores sobre el futuro de la economía iba a mejorar. Pero ocurrió
lo contrario. Y Roque terminó pagando aún más caro que durante la crisis rusa.
No entiendo el apuro del Gobierno. A esta tasa le hubiese convenido suspender la
operación y esperar un momento más relajado. Hasta fin de año se necesitan menos de
2000 millones de dólares y había tiempo para aguardar, comentó a Página/12
Guillermo Corzo, economista de la Fundación Capital. En Economía, no obstante, tienen
otra versión. Un importante funcionario del ministerio admitió en diálogo con este
diario que hasta que asuma el nuevo gobierno estaremos obligados a costear tasas
similares a las de hoy (por ayer). Hay incertidumbre por el momento político, y es una
suerte que no se nos haya cerrado el mercado de crédito, apuntó la fuente.
Al respecto, un informe del Santander Investment difundido en Nueva York aseguró que
la Argentina cuenta con recursos que le permitirían enfrentar un eventual cierre de
los mercados internacionales hasta junio del 2000. Según el banco de inversión,
llegado ese caso, el Gobierno dispondría de fondos por 31.400 millones de dólares,
gracias a los aportes previsionados del sistema financiero y de los organismos
internacionales, y debería hacer frente a 29.000 millones.
La convalidación del incremento en el costo del dinero por parte del Gobierno tendrá un
efecto cascada sobre la economía. No hay que descartar que en los próximos días
los bancos encarezcan sus préstamos. Y que tanto a las empresas como al público en
general se les exijan tasas de interés más altas, advirtió Corzo. El primer
efecto ya se notó en los precios de los títulos públicos, que ayer cayeron entre 1 y
1,5 por ciento. Las acciones, en tanto, cedieron 0,1 por ciento en promedio.
Los problemas para Roque habían empezado cerca del mediodía, cuando la agencia de riesgo
DCR Duff & Phelps redujo de positiva a estable sus
perspectivas sobre la economía argentina, aunque mantuvo en BB la
calificación otorgada al país. Hay un conjunto de variables que deterioraron la
economía: la recesión, el aumento del endeudamiento, la caída en la recaudación
impositiva y la falta de una reforma laboral, explicó a este diario Gabriel
Rubinstein, gerente general de la filial argentina de la calificadora de riesgo
estadounidense. La degradación de las expectativas suele ser la antesala para la rebaja
en la nota del país. No creemos que la situación se deteriore más. A partir de
que asuma el nuevo gobierno, la recuperación será lenta. El problema principal que
enfrentamos es de expectativas. Los inversores extranjeros aún temen una devaluación, o
que la Argentina deje de honrar sus deudas, añadió Rubinstein.
ESTRATEGIA DE LOS HIPERMERCADOS
Apuesta a la distribución
La
competencia entre las cadenas de supermercados no ha perdido fuerzas pese a la recesión.
Los grandes protagonistas del sector están obsesionados por bajar sus costos y aumentar
la porción en un mercado que mueve más de 10 mil millones de pesos al año. Por ejemplo,
Carrefour, desplazada de su tradicional liderazgo a raíz de las fusiones Norte-Tía y
Disco-Americanos, cambió su estrategia de distribución poniendo en operaciones un
gigantesco centro de abastecimiento que demandó una inversión de casi 35 millones de
dólares.
Además, los franceses apuran la inauguración prevista para fines del mes
próximo de su hipermercado número 22 en los terrenos del ex Albergue Warnes. Este
megaproyecto incluye la construcción de un shopping center, once torres de departamentos
y un parque de seis manzanas de superficie con una inyección de 135 millones de pesos.
Por su parte, el nuevo centro de Esteban Echeverría, que alcanzará a fin de año 80 mil
metros cuadrados cubiertos, opera desde hace dos meses con la mitad de esa superficie y
abastece a los 21 hipermercados de la cadena. Para el 2000 se prevé que todos los rubros
salvo algunos masivos como bebidas y otros como pescadería estarán
incorporados al nuevo sistema. Según informó Luis Aliaga, director local de
Organización y Sistemas de la cadena francesa, para desarrollar el nuevo centro se
tercerizó todo.
Para hacer la inversión, por caso, fue seleccionada la empresa Roman, que debió oblar
a cambio de un alquiler mensual unos 35 millones de dólares. Se trata
de no inmovilizar capital propio, explicó Avendaño, quien resaltó la conveniencia
del esquema dado que Carrefour no sabe si seguirá con la misma estrategia dentro de tres
años, al vencimiento del contrato de locación. Lo mismo ocurrió con el manejo del
sistema de distribución y el transporte.
La reducción de stocks tiene un gran incentivo: baja los costos de Carrefour y de los
proveedores dada la minimización que se logra de la cantidad de mercadería inmovilizada
en los depósitos. De hecho el stock habitual de Carrefour bajó ahora de 15 a 7 días.
Con la eliminación de las trastiendas de los hipers los galos esperan
incrementar las ventas por reducción de los faltantes en las góndolas y racionalizar los
costos totales.
En tanto, el megaproyecto de reurbanización en La Paternal completará su primera etapa a
fines de setiembre con la inauguración de un hipermercado de 8400 metros cuadrados de
salón de ventas y 933 cocheras.
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