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JUICIO ORAL PARA UN HOMBRE QUE CORTO UN ARBOL: PODRIA IR PRESO
Al banquillo por culpa del fresno

Juan Carlos García vive en Belgrano. El año pasado volteó un fresno supuestamente seco en la puerta de su casa y plantó otro. Afirma que pidió muchas veces que lo sacaran pero no le hicieron caso. Se lo acusa de “daño agravado” y mañana será sometido a un juicio oral. La sentencia podría ir de tres meses a cuatro años de prisión.

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Juan Carlos García junto al árbol que plantó en reemplazo del que tiró abajo: dice que la Justicia “lo acorraló”.

Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Se lo ve alterado, con las mejillas subidas de tono, no lo puede creer. Ha volteado un árbol, supuestamente seco, frente a la casa donde ha vivido toda la vida su familia, en Maure al 1700. Luego ha plantado otro. Pero el peso de la ley se está haciendo sentir sobre su equilibrio porque hace casi un año y medio que transita, un trámite tras otro, en la causa judicial en la que se lo acusa de “daño agravado”. ¿Por qué? Por haber destruido el fresno americano de mentas: está penado cortar un árbol público. Mañana será sometido a un juicio oral y la sentencia, si un tribunal penal lo considera culpable, podría ir de tres meses a cuatro años de prisión. Es por eso y por los vaivenes burocráticos de declaraciones, huellas dactilares, pasillos, citaciones, y ahora, el público que lo mira, que el hombre, Juan Carlos García, hace unas señas con todo el cuerpo, indicando, a las claras, que se siente vulnerado.
Es de los ciudadanos que podrían ser de repente hombres en llamas. Estallar, convertirse en personas incorrectas, furiosos mandriles porteños. A pesar de la buena senda transitada durante años. Es el caso de García, 52. “¡Esto me pasa por gil!”, grita en el galpón de su casa. Se refiere a los pasos que dio, entre noviembre del ‘97 y febrero de ‘98, para sacarse el árbol de encima. “Yo primero fui hasta la Municipalidad. Después me hicieron llamar. Lo hice tantas veces que no puedo contarlas. Me atendía una mujer. Fue durante dos meses y medio. La cansé. Porque entre que la cuadrilla estaba en una punta o en otra, nunca vinieron. Ahí está el quid de la cuestión, la mujer me terminó diciendo ‘sáquelo’.” El se sintió avalado por sus vecinos, quienes, asegura, acordaban con cambiar el fresno seco por uno nuevo. Ayer, todos los vecinos consultados por el tema aseguraron que la versión de García es real. Y así lo declararán en el juicio.
García tenía cierto apuro por quitar el árbol seco, y plantar uno nuevo. Quería verlo florecer en la próxima primavera. Lo consiguió. “Porque planté el mío, que me costó ochenta pesos. Y no el que te meten los de la Municipalidad que cumplís 70 y nunca lo viste en flor.” Dice que toda la vida ha sido un amante de la naturaleza. Deportista, desde niño se dedicó al ciclismo. Más tarde al squash. Fue profesor para ricos europeos y vernáculos. Alternaba sitios top allá y en Punta del Este. La crisis lo ha tocado de cerca. El squash ya no está tan de moda. Tiene apenas un par de alumnos a los que les cobra por clase. Y la obra parada. Inició por la época en que cortó el fresno la remodelación de la casa paterna. “Fijáte en la losa, está como entonces”, señala.
Norberto La Porta, el secretario de Medio Ambiente de la ciudad, le dijo ayer a este diario que si bien no existen constancias en la Dirección de Espacios Verdes sobre los supuestos trámites realizados por García, “no se puede alegar desconocimiento de que está penado cortar por mano propia un árbol público”. El director del área, Daniel García Medina, informó que por pedido de la Justicia se realizó una inspección sobre el árbol en cuestión y que “se comprobó que estaba en estado vegetativo”, o sea vivo.
También indicó que el caso del talador de Belgrano “comenzó por una denuncia hecha por un vecino”. Consultada por Página/12, una fuente de la fiscalía sostuvo que la investigación sobre el “daño agravado” de la calle Maure comenzó por iniciativa de la División Delitos Ecológicos de la Policía Federal. “Es un asunto de inteligencia de la comisaría de la zona, o la denuncia anónima de un vecino que fue tomada por esa división.”
El asunto, según la misma fuente, es que la tala indiscriminada de árboles es un delito frecuente. “Si se recorre la ciudad no se daría abasto con las denuncias de oficio. Es un hecho común en las obras en construcción, son capaces de sacar un árbol para que pase un camión. Está lleno de actas de comprobación de daños, pero no hay conciencia de la naturaleza delictiva del hecho y no es fácil comprobarlo.” También es cierto, tal como informa la Dirección de Espacios Verdes, que de los 400 mil árboles de la ciudad, hay 13 mil secos o enfermos. Con un plan enejecución de cien mil árboles nuevos se extraerían cinco mil de ellos. Cuando la última gestión comenzó, hace dos años, había 4800 expedientes con solicitudes de cortes de raíces, podas o extracciones de árboles atrasadas. Y ese déficit aún no se saldó. “Es muy dinámico. De las diez denuncias diarias que se hacen en los Centros de Gestión, cinco son por problemas de arbolado público”, sostuvo el García de Espacios Verdes. Los datos verdes de la ciudad y el Código Penal no le alcanzan al García del árbol quitado para explicarse su situación. Ayer en su diatriba contra la Justicia que lo “acorraló”, decía que el dilema del fresno terminó por llenarlo de vergüenza a él y de “gastos inútiles” al Estado. “Al principio caí seco. Después me vi de repente en una oficina rodeado de delincuentes. Me encontré poniendo los dedos (imprimiendo sus huellas dactilares). Ahí le dije a la cana si sabía por qué estaba yo ahí. ‘No sé ni me interesa’, me dijo y me los aplastó como a un chorro. ‘Estoy por el árbol’, le dije. Pero a nadie le importó un pepino.” García cuenta lo suyo junto a su nuevo fresno, al que ha rodeado de un cantero en el que plantó una hiedra, un malvón, una uña de gato y un helecho silvestre. Los rodeó de una cinta roja. Dice que es su “símbolo de rebeldía” a la ley que lo castiga.

 

De castigo, al Botánico

Hay más de una norma que protege los árboles de la ciudad. Existe una ordenanza del año 1990 en la que se estipula que todos los árboles en el espacio común son un “servicio público y patrimonio natural y cultural de la ciudad”. Allí también se prohíbe la extracción, aun cuando se reponga el ejemplar. En 1995 se sancionó una nueva ordenanza, que obliga a cualquiera que extraiga legítimamente uno, a reponerlo. En el caso de Juan Carlos García, el hombre no fue acusado por violar esa reglamentación, sino por un delito más grave, el de “daño agravado”, contemplado en el artículo 184 del Código Penal. Por ese delito contra un árbol ya existen condenas. Una de ellas es la impuesta a un ingeniero que actualmente cumple con una probation trabajando una vez por semana en el Jardín Botánico porteño.
La ordenanza 44.779 de 1990 establece la prohibición de “eliminar, erradicar, destruir, podar y cortar ramas y raíces” de cualquier árbol ubicado en un lugar público. También sanciona a quienes los agredan pintándolos o fijando elementos en ellos. Cualquier porteño que quiera realizar alguna poda o extracción debe solicitar por nota el trabajo a Espacios Verdes y esperar una inspección para ser autorizado. Por otra parte, el delito de daño contemplado en el Código Penal sanciona a quienes “destruyeren, inutilizaren, hicieren desaparecer o de cualquier modo dañaren” cosas o animales. El artículo 184 determina que el delito es agravado y en su inciso quinto puntualiza los producidos contra “puentes, caminos, paseos u otros bienes de uso público o en objetos colocados en edificios o lugares públicos”.


Discapacitados, de la calle al andén

Desde ayer, los discapacitados que necesiten viajar en subte pueden tomar un ascensor en la vereda y bajar directamente en el andén de una estación. Metrovías inauguró en la estación Tribunales de la línea D el primer ascensor hidráulico panorámico. Aunque por ahora sólo la estación Juramento de esa misma línea cuenta con infraestructura para discapacitados, la empresa informó que las próximas obras de adaptación se realizarán en la estación Facultad de Medicina. Y posteriormente serán acondicionadas las demás estaciones de la D.
El objetivo final es adaptar toda la red, de acuerdo con un convenio firmado por Metrovías con la Comisión Nacional Asesora para la Integración de Personas con Discapacidades. Las obras de readecuación incluyen la incorporación de material rodante con espacio reservado y preparado para sillas de ruedas. Y la instalación de medidas de seguridad y orientación para discapacitados en andenes, baños y estaciones.
Metrovías también informó que, próximamente, se inaugurará un ascensor similar en la estación Juramento con el objetivo de crear un circuito que una el centro porteño con el barrio de Belgrano. El monto previsto en las inversiones para la transformación del subte ronda los 30 millones de pesos. A lo que se sumarán otros 11 millones, que Metrovías planea emplear, con el mismo fin, en la línea del ferrocarril Urquiza, del cual también es concesionaria.

 

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