Por Cristian Alarcón Se lo ve alterado, con las
mejillas subidas de tono, no lo puede creer. Ha volteado un árbol, supuestamente seco,
frente a la casa donde ha vivido toda la vida su familia, en Maure al 1700. Luego ha
plantado otro. Pero el peso de la ley se está haciendo sentir sobre su equilibrio porque
hace casi un año y medio que transita, un trámite tras otro, en la causa judicial en la
que se lo acusa de daño agravado. ¿Por qué? Por haber destruido el fresno
americano de mentas: está penado cortar un árbol público. Mañana será sometido a un
juicio oral y la sentencia, si un tribunal penal lo considera culpable, podría ir de tres
meses a cuatro años de prisión. Es por eso y por los vaivenes burocráticos de
declaraciones, huellas dactilares, pasillos, citaciones, y ahora, el público que lo mira,
que el hombre, Juan Carlos García, hace unas señas con todo el cuerpo, indicando, a las
claras, que se siente vulnerado.
Es de los ciudadanos que podrían ser de repente hombres en llamas. Estallar, convertirse
en personas incorrectas, furiosos mandriles porteños. A pesar de la buena senda
transitada durante años. Es el caso de García, 52. ¡Esto me pasa por gil!,
grita en el galpón de su casa. Se refiere a los pasos que dio, entre noviembre del
97 y febrero de 98, para sacarse el árbol de encima. Yo primero fui
hasta la Municipalidad. Después me hicieron llamar. Lo hice tantas veces que no puedo
contarlas. Me atendía una mujer. Fue durante dos meses y medio. La cansé. Porque entre
que la cuadrilla estaba en una punta o en otra, nunca vinieron. Ahí está el quid de la
cuestión, la mujer me terminó diciendo sáquelo. El se sintió avalado
por sus vecinos, quienes, asegura, acordaban con cambiar el fresno seco por uno nuevo.
Ayer, todos los vecinos consultados por el tema aseguraron que la versión de García es
real. Y así lo declararán en el juicio.
García tenía cierto apuro por quitar el árbol seco, y plantar uno nuevo. Quería verlo
florecer en la próxima primavera. Lo consiguió. Porque planté el mío, que me
costó ochenta pesos. Y no el que te meten los de la Municipalidad que cumplís 70 y nunca
lo viste en flor. Dice que toda la vida ha sido un amante de la naturaleza.
Deportista, desde niño se dedicó al ciclismo. Más tarde al squash. Fue profesor para
ricos europeos y vernáculos. Alternaba sitios top allá y en Punta del Este. La crisis lo
ha tocado de cerca. El squash ya no está tan de moda. Tiene apenas un par de alumnos a
los que les cobra por clase. Y la obra parada. Inició por la época en que cortó el
fresno la remodelación de la casa paterna. Fijáte en la losa, está como
entonces, señala.
Norberto La Porta, el secretario de Medio Ambiente de la ciudad, le dijo ayer a este
diario que si bien no existen constancias en la Dirección de Espacios Verdes sobre los
supuestos trámites realizados por García, no se puede alegar desconocimiento de
que está penado cortar por mano propia un árbol público. El director del área,
Daniel García Medina, informó que por pedido de la Justicia se realizó una inspección
sobre el árbol en cuestión y que se comprobó que estaba en estado
vegetativo, o sea vivo.
También indicó que el caso del talador de Belgrano comenzó por una denuncia hecha
por un vecino. Consultada por Página/12, una fuente de la fiscalía sostuvo que la
investigación sobre el daño agravado de la calle Maure comenzó por
iniciativa de la División Delitos Ecológicos de la Policía Federal. Es un asunto
de inteligencia de la comisaría de la zona, o la denuncia anónima de un vecino que fue
tomada por esa división.
El asunto, según la misma fuente, es que la tala indiscriminada de árboles es un delito
frecuente. Si se recorre la ciudad no se daría abasto con las denuncias de oficio.
Es un hecho común en las obras en construcción, son capaces de sacar un árbol para que
pase un camión. Está lleno de actas de comprobación de daños, pero no hay conciencia
de la naturaleza delictiva del hecho y no es fácil comprobarlo. También es cierto,
tal como informa la Dirección de Espacios Verdes, que de los 400 mil árboles de la
ciudad, hay 13 mil secos o enfermos. Con un plan enejecución de cien mil árboles nuevos
se extraerían cinco mil de ellos. Cuando la última gestión comenzó, hace dos años,
había 4800 expedientes con solicitudes de cortes de raíces, podas o extracciones de
árboles atrasadas. Y ese déficit aún no se saldó. Es muy dinámico. De las diez
denuncias diarias que se hacen en los Centros de Gestión, cinco son por problemas de
arbolado público, sostuvo el García de Espacios Verdes. Los datos verdes de la
ciudad y el Código Penal no le alcanzan al García del árbol quitado para explicarse su
situación. Ayer en su diatriba contra la Justicia que lo acorraló, decía
que el dilema del fresno terminó por llenarlo de vergüenza a él y de gastos
inútiles al Estado. Al principio caí seco. Después me vi de repente en una
oficina rodeado de delincuentes. Me encontré poniendo los dedos (imprimiendo sus huellas
dactilares). Ahí le dije a la cana si sabía por qué estaba yo ahí. No sé ni me
interesa, me dijo y me los aplastó como a un chorro. Estoy por el
árbol, le dije. Pero a nadie le importó un pepino. García cuenta lo suyo
junto a su nuevo fresno, al que ha rodeado de un cantero en el que plantó una hiedra, un
malvón, una uña de gato y un helecho silvestre. Los rodeó de una cinta roja. Dice que
es su símbolo de rebeldía a la ley que lo castiga.
De castigo, al Botánico Hay más de una norma que protege los árboles de la ciudad. Existe una
ordenanza del año 1990 en la que se estipula que todos los árboles en el espacio común
son un servicio público y patrimonio natural y cultural de la ciudad. Allí
también se prohíbe la extracción, aun cuando se reponga el ejemplar. En 1995 se
sancionó una nueva ordenanza, que obliga a cualquiera que extraiga legítimamente uno, a
reponerlo. En el caso de Juan Carlos García, el hombre no fue acusado por violar esa
reglamentación, sino por un delito más grave, el de daño agravado,
contemplado en el artículo 184 del Código Penal. Por ese delito contra un árbol ya
existen condenas. Una de ellas es la impuesta a un ingeniero que actualmente cumple con
una probation trabajando una vez por semana en el Jardín Botánico porteño.
La ordenanza 44.779 de 1990 establece la prohibición de eliminar, erradicar,
destruir, podar y cortar ramas y raíces de cualquier árbol ubicado en un lugar
público. También sanciona a quienes los agredan pintándolos o fijando elementos en
ellos. Cualquier porteño que quiera realizar alguna poda o extracción debe solicitar por
nota el trabajo a Espacios Verdes y esperar una inspección para ser autorizado. Por otra
parte, el delito de daño contemplado en el Código Penal sanciona a quienes
destruyeren, inutilizaren, hicieren desaparecer o de cualquier modo dañaren
cosas o animales. El artículo 184 determina que el delito es agravado y en su inciso
quinto puntualiza los producidos contra puentes, caminos, paseos u otros bienes de
uso público o en objetos colocados en edificios o lugares públicos.
Discapacitados, de la calle al andén
Desde ayer, los discapacitados que necesiten viajar en subte
pueden tomar un ascensor en la vereda y bajar directamente en el andén de una estación.
Metrovías inauguró en la estación Tribunales de la línea D el primer ascensor
hidráulico panorámico. Aunque por ahora sólo la estación Juramento de esa misma línea
cuenta con infraestructura para discapacitados, la empresa informó que las próximas
obras de adaptación se realizarán en la estación Facultad de Medicina. Y posteriormente
serán acondicionadas las demás estaciones de la D.
El objetivo final es adaptar toda la red, de acuerdo con un convenio firmado por
Metrovías con la Comisión Nacional Asesora para la Integración de Personas con
Discapacidades. Las obras de readecuación incluyen la incorporación de material rodante
con espacio reservado y preparado para sillas de ruedas. Y la instalación de medidas de
seguridad y orientación para discapacitados en andenes, baños y estaciones.
Metrovías también informó que, próximamente, se inaugurará un ascensor similar en la
estación Juramento con el objetivo de crear un circuito que una el centro porteño con el
barrio de Belgrano. El monto previsto en las inversiones para la transformación del subte
ronda los 30 millones de pesos. A lo que se sumarán otros 11 millones, que Metrovías
planea emplear, con el mismo fin, en la línea del ferrocarril Urquiza, del cual también
es concesionaria. |
|