Por Irina Hauser y Raúl Kollmann Un chofer custodio de Hugo
Anzorreguy, titular de la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE), fue asesinado el
martes a la noche en circunstancias extrañas. Daniel Rossini, de 42 años, estaba con una
chica de 16, Solange, en un lujoso auto Renault Mégane blanco descapotable cuando fue
atacado por tres personas que lo perforaron a balazos con armas de diferentes calibres,
incluida una ametralladora. La Justicia y la Policía Federal están concentradas en
analizar la hipótesis de que fue un robo. Sin embargo, según informaron a Página/12
allegados a la pesquisa, dentro del organismo de inteligencia circulaban otras teorías:
una sugiere que puede haberse tratado de un ajuste de cuentas y otra vincula al
culata con la trata de blancas y el negocio de la droga. O sea, lo podrían
haber matado por quedarse con algún vuelto. La Side montó su propio operativo de
seguimiento. Dirigió a la comisaría interviniente estrictas órdenes de no hablar
de más y desperdigó agentes por la zona del homicidio y sus alrededores.
Rossini fue guardaespaldas de extrema confianza de Anzorreguy durante los últimos diez
años. Lo mataron el martes cerca de las once de la noche, después de haber dejado en su
casa a Anzorreguy y a su hijo. De acuerdo con la versión de una altísima fuente de la
Side, un auto venía siguiendo al custodio y a su acompañante por la autopista 25 de
Mayo. A la altura del cruce de las calles Viel y Tejedor, en el barrio Parque Chacabuco,
Rossini detuvo el Renault Cabriolet blanco (aunque, con el relato de la chica, no se
descarta que el otro vehículo lo haya cercado). Se bajó y exhibió su identificación.
Los tres atacantes, que según una información policial llevaban armas de 45 milímetros,
9 milímetros y una ametralladora, le retrucaron con una catarata de disparos de los
cuales al menos siete se le incrustaron en el tórax y en los brazos. El trío huyó
instantáneamente, sin llevarse absolutamente nada y sin tocar a Solange.
El guardaespaldas fue trasladado al Hospital Durand y falleció a las pocas horas. En el
ínterin apareció Anzorreguy en persona. También se acercó al hospital Rodrigo Toranzo
alias el Señor Tres, subsecretario de Inteligencia Exterior. Colaboradores de
la secretaría dijeron a este diario que el titular de la Side estaba emocionalmente
afectado y profundamente preocupado. Ayer habló con el secretario general de la
Presidencia, Alberto Kohan, y con el jefe de la Policía Federal, Pablo Baltazar García.
A este último le imploró celeridad en la investigación.
u La causa judicial quedó en manos del juez Alberto Baños, el mismo que instruye el
expediente de los ñoquis del ex Concejo Deliberante y de las escuchas telefónicas a
Fernando de la Rúa. Está orientada al análisis de un posible robo. También intervino
la comisaría 10ª. Fuentes judiciales y policiales coincidieron en que los atacantes
querían llevarse el atractivo automóvil un ejemplar codiciado para sortear en
pocas horas la frontera con Paraguay y todo lo que (el custodio) tuviera de
valor. Cuando el conductor se bajó del auto y mostró su credencial los atacantes
vieron que, además, portaba un arma, le habrían dicho ah, sos rati, y lo
balearon. Esta hipótesis del robo no sería, según un experto consultado, tan
descabellada porque la cercanía a la autopista es una característica típica para
realizar robos de este tipo. Igualmente lo sería el cruce de un coche para detener al
otro.
u Una fuente de la investigación dijo a Página/12 que tiempo atrás Rossini había sido
denunciado en una comisaría por trata de blancas. El caso no pasó a la Justicia sino
directamente a la Side. Un colaborador de la secretaría aseguró que buena parte de la
preocupación que ayer reinaba en el edificio de 25 de Mayo al 100 se debía a que el
custodio asesinado estaría estrechamente vinculado a la protección de prostíbulos
y al negocio de la droga. De acuerdo con esta hipótesis, el crimen habría sido un
ajuste de cuentas relacionado con estos negocios sucios. Esta fundamentación de los
hechos coincide con el relato de algunos vecinos.Se dice que trabajaba con la
droga, dijo un zapatero del barrio. Otros, tanto o más aventurados, lo ligaron a la
prostitución y señalaron con tono dubitativo que la chica era muy bonita, vestía
minifalda y remera.
Quienes pusieron esta interpretación sobre la mesa no tuvieron que esforzarse demasiado
en recordar el caso de Raúl Martins, el ex agente de la Side acusado el año pasado de
ser la cabeza visible de una red de sexo y extorsión, quien regenteaba al menos tres
locales nocturnos dedicados a la prostitución (Top Secret, The One y Veo-Veo).
En su rol de chofer y custodio, Rossini ganaba unos 1000 pesos de sueldo básico,
apuntaron las fuentes de la pesquisa. Entre horas extras y viáticos, podría llegar a los
5000 pesos aproximadamente. El auto que manejaba, y que según fuentes judiciales le
habría regalado su madre, cuesta más de 40 mil dólares. Había estado casado, según
los informantes, con la secretaria del subdirector del área de Logística de la Side, a
cargo de Ricardo Abdon Díaz Luján. Y tenía dos hijos.
La convulsión que dominaba ayer la Side se tradujo en una clara pesquisa paralela. Había
agentes encubiertos en cada recoveco del barrio y a las siete de la tarde se desplegó un
megaoperativo en el lugar del homicidio. Fue un procedimiento distinto a los vistos
hasta el momento en ese punto. Eran seis patrulleros ubicados de a pares sobre la calle
Viel, entre Zuvíra y Tejedor, contó un testigo que vive en Viel 1010. Alberto, el
hermano de la madre de Rossini, refirió también que la policía está
desorientada y que miembros de la secretaría advirtieron en la comisaría que
no hablaran de más.
Asesinaron a balazos al guarda
espaldasy chofer del jefe de la Side, Hugo Anzorreguy
Espía poco secreto
Por Carlos Rodríguez
Daniel
Guillermo Rossini era un espía, pero estaba lejos de ser sigiloso y mucho menos secreto.
Después de un par de fracasos conyugales, a los 42 años su vida se había orientado
hacia el barrio de la infancia, en Boedo, donde vivía en casa de su mamá, Erica, de 75,
aunque andaba en malas compañías, rumorean los vecinos. Era público y
notorio su noviazgo con Solange, una chica hermosa
coincidencia total que tiene apenas 16 años. La niña suele lucir minifaldas
y maquillaje que aparentan la mayoría de edad. Los paseos de la pareja eran tema en la
cuadra de Cochabamba que va desde Muñiz a Avenida La Plata. Por el vestuario de la chica,
la diferencia de edad y el increíble automóvil del agente de la Side: un Renault Mégane
Cabriolet importado cuyo valor supera los 40.000 pesos.
La mamá es muy buena persona, dice el encargado del edificio de Cochabamba
4334, y la sentencia abre un manto de duda sobre la opinión que le merece Rossini hijo.
Era un vecino normal, sostiene una señora gordita que cuchichea con el
portero y parece decir la mitad de lo que hubiera querido contar. No hay nada, son
todas mentiras, afirma Alberto, tío de Daniel Rossini, cuando Página/12 le comenta
las versiones que vinculan al muerto con la trata de blancas.
Escuchá bien, esto quiero que lo pongas en el diario: mi sobrino era tan buen tipo
que si yo pudiera sería capaz de matar con mis propias manos a los que lo
asesinaron, asegura Alberto, sin perder en ningún momento la calma y la sonrisa,
mientras lleva en su mano derecha una bolsa con gaseosas. Y no me importan los
derechos humanos de esos tipos, agrega por si hiciera falta. Alberto resaltó que su
sobrino estaba en la Side desde hacía muchos años y que realizó
varios viajes por el mundo acompañando a los presidentes (Raúl) Alfonsín y
(Carlos) Menem.
Alberto cuenta sobre las parejas que tuvo Rossini, padre de dos hijos, uno de los cuales
tiene 7 años y se llama Franco. Alberto es hermano de Erica, quien además de Daniel
tiene otro hijo que se llama Osvaldo. Estamos destrozados, no sabemos qué
pensar, dice el tío, a quien la desgracia familiar ha vuelto locuaz. Fui
hasta la comisaría de acá a la vuelta (se refiere a la seccional décima de la Policía
Federal) y me dijeron que están desorientados en cuanto a las causas del crimen. Además,
vino gente de la Side y les recomendó que no se vayan de boca.
Rossini vivía con su mamá en una vieja casa, reciclada hace unos años, que está
ubicada en Cochabamba 4337. Justo enfrente, en el 4342 de la misma calle, vive la chica
Solange. Este no sería su nombre verdadero, pero es el único que se le conoce.
Mirá, lo que se dice de la chica es que es bailarina en un club nocturno, pero yo
no puedo asegurar nada, cada uno hace lo que puede. El dueño de la peluquería que
está en Cochabamba 4397 dice todo sin hacerse responsable de nada.
El tío Alberto estima que novios, lo que se dice novios, no eran, pero éstas son
cosas de hombre en las que uno no puede meterse. En la comisaría décima, los
voceros autorizados parecen darle crédito al maquillaje que suele usar Solange: No
es menor de edad, es mayor, pero no declaró todavía porque estaba en medio de una crisis
nerviosa. En el 4342 de Cochabamba, la chica vive con sus padres.
La vivienda es la más deteriorada de todas las del barrio. La vieja puerta de madera
está rota y remendada, torpemente, con tablas de una caja de manzanas. Anoche, la puerta
que da a la calle permanecía cerrada y nadie contestaba los llamados, aunque por una
pequeña grieta podía verse gente al final del pasillo, que simulaba no escuchar el
timbre.
Por la mañana, la madre, Nelly Rosas, que es peluquera, fue el filtro que evitó que los
periodistas llegaran hasta Solange. Ella no se acuerda muy bien lo que pasó. Dijo
que intentaron robarle el auto y que, como Daniel tenía un arma, los asaltantes le
dispararon. Nelly Rosas aseguró que Rossini la había pasado a buscar porque
quería verla un ratito antes de comer. Los policías de la décima aseguran que el
agente de la Side quería entregarle a la chica unos aros que le había comprado. Para el
peluquero de la esquina, Daniel era un gran amigo, un buen tipo, al que le gustaban
las minas y la piba es hermosa, así que lo entiendo. Otra vecina, a la que su hijo
le tiene prohibido hablar del tema, juraba que toda la historia es un
gran escándalo y centraba sus críticas en Rossini, de quien dijo en
coincidencia con otros vecinos del barrio que andaba en asuntos raros.
|