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El injusto reparto del ingreso limita el crecimiento del país

Es la tesis central de un estudio que
elaboró Ecolatina. Para lograr una mayor equidad hace falta cambiar la producción.

Economista Roberto Lavagna, responsable de la consultora Ecolatina.
Su documento analiza críticamente las políticas económicas del último cuarto de siglo.

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Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) ”Lograr tasas de crecimiento sostenidas, del orden del 5 por ciento anual, no es compatible con la actual distribución del ingreso”, afirma un documento de Ecolatina, la consultora que comanda Roberto Lavagna. La injusticia social es vista así como una restricción que retarda la expansión de la economía nacional. El dato en que se basa el informe es de absoluta crudeza: la mitad de la población argentina consume anualmente por valor de 40.110 millones de pesos, que representan apenas el 19,1 por ciento del consumo privado total, que es de 210 mil millones (de esta suma, el 20% más rico se come 111.200 millones). “Que el 50% de la población garantice un consumo equivalente a sólo 40 mil millones –dice el estudio– les fija un techo a numerosas producciones, como los bienes de consumo durable (electrodomésticos, automóviles, muebles), pero incluso a bienes no durables como ciertos alimentos más sofisticados, que van desde carnes envasadas hasta lácteos de mayor valor agregado.” Lo mismo ocurriría con la bancarización, los seguros y otros servicios.
Con una visión crítica de la política económica del menemismo, el trabajo indica que los planes de estabilización no alcanzan por sí solos, más allá del aumento inicial y por única vez que provocan en el poder adquisitivo de los trabajadores, para asegurar un proceso gradual y durable de participación de los asalariados en los flujos de ingreso y generación de demanda.
Para Lavagna, el problema de la distribución del ingreso será esencial en la próxima década, pero sin que se necesiten razones éticas para plantearlo: “Bastan las razones esencialmente económicas”, asegura. Ellas se refieren a la escala del mercado, a la capacidad de absorción de productos y servicios de mayor valor agregado y a la posibilidad de desarrollar ventajas competitivas basadas en la calidad del capital humano. “En síntesis –concluye–, a la capacidad de alcanzar un crecimiento menos volátil en el corto plazo y más sostenido en el mediano y largo”, aludiendo así a la inestabilidad de los mercados mundiales de materias primas e insumos en los que hoy se centra la oferta argentina.
La tesis de Ecolatina es que para mejorar la distribución del ingreso hay que cambiar la estructura de la producción y del empleo, y que no se trata de pretender una mayor equidad mediante la asignación de fondos asistenciales, “muchas veces de dudosa asignación y peligrosos políticamente por el clientelismo”. Como puntos básicos, el informe resalta las siguientes cuestiones:
ron2.gif (93 bytes)  La distribución del ingreso muestra una tendencia estructural al deterioro en los últimos 25 años, erosionando la ventaja que la Argentina tenía en Latinoamérica.
ron2.gif (93 bytes)  El capital humano, pilar del crecimiento económico, vino deteriorándose desde la segunda mitad de los ‘70. La dictadura militar combinó una política de desarticulación productiva con un fuerte déficit fiscal financiado con deuda. Ese endeudamiento generó más déficit y alta inflación en los ‘80, con mercados de capitales cerrados para la Argentina, todo esto agravado por la inconsistencia de las políticas internas del gobierno radical. En los ‘90 se aplicaron políticas ofertistas (Cavallo), privatizando y desregulando, “con muy alta concentración..., fuertes subsidios implícitos o explícitos, marcada suba del gasto público, del déficit externo y de la deuda...”.
ron2.gif (93 bytes)  Junto con la ya referida inequidad del reparto, otro factor condicionante del crecimiento es la desocupación. Casi 3,5 millones de personas tienen problemas de empleo. Más de 3 millones están por debajo de la línea de pobreza. Dentro de éstas, más de 800 mil están en condiciones de indigencia absoluta.
ron2.gif (93 bytes)  Ninguno de los posibles factores de compensación funcionan. La política impositiva, centrada en gravar el consumo, ahonda la desigualdad. El gasto público social “no parece tener ningún efecto sobre los problemasde distribución... Frente a problemas de producción y estructura de empleo no hay gasto público que alcance para compensar los efectos negativos”.

 

La caída del PBI no para

La profundidad de la recesión económica quedará reflejada en los indicadores de nivel de actividad del segundo trimestre. El secretario de Programación Económica, Rogelio Frigerio, anticipó ayer que la caída con respecto al año pasado para dicho período habría superado el 4 por ciento. Pese a haber errado el cálculo previo –había proyectado una baja del 1,5 por ciento–, Economía mantuvo su optimismo en cuanto a una recuperación antes de fin de año. Para el último trimestre del año, ahora pronostica un crecimiento del uno por ciento, que saltaría al 3 por ciento en el 2000 con respecto al corriente año.
Frigerio reveló que durante julio las importaciones habrían vuelto a bajar, entre un 15 y un 20 por ciento con respecto a junio, revelando que se mantienen las condiciones recesivas de la economía local. En el período abril/junio no se produjo la recuperación del PBI, en términos desestacionalizados, que auguraba Economía, admitió el funcionario, “pero tampoco hubo una caída: por ahora estamos viendo un estancamiento”. El secretario consideró que “ya se ha alcanzado el piso de la recesión”, punto en el que la economía se habría estancado desde principios de año, según sus propias palabras.
“Nosotros proyectamos una recuperación durante el último trimestre y nuestro fundamento es que en ese período se terminará la incertidumbre que provoca un cambio de gobierno después de 10 años”, agregó Frigerio. Por otra parte, un estudio realizado por la Cepal, publicado en Chile, indica que la crisis externa reveló la “vulnerabilidad” de las economías latinoamericanas y “el reducido margen de maniobra de las políticas macroeconómicas nacionales en procesos de apertura comercial y financiera”. El organismo señala que la merma de los ingresos corrientes a causa de la crisis obligó a mantener una política de gastos “lo más austera posible”, que tropezó con dificultades por problemas de coordinación en las políticas macroeconómicas de los países de la región.

 

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