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OPINION
Defensoras de la vida
Por Mabel Bianco*

Este tema que reúne a autoridades eclesiásticas y políticos de América latina trata cuestiones muy sensibles para los argentinos, especialmente en los últimos 30 años. Recordemos a los desaparecidos y muertos durante la última dictadura militar, a los jóvenes que no regresaron de Malvinas y a las víctimas de los atentados a la embajada de Israel y la AMIA, entre otros.
A esto se suman las muertes silenciosas de niños desnutridos y/o abandonados, de madres por problemas vinculados a su reproducción, de jóvenes con tuberculosis, vih/sida, y otras enfermedades sociales. Todas estas muertes tienen un denominador común: la pobreza extrema y la vida indigna a la que son sometidos por las políticas económicas adoptadas.
Por eso parece oportuno –aunque tardío– que se realice este encuentro. Sin embargo, llama la atención que se califique a quien indultó a los responsables de tantas muertes injustas de “paladín” en la defensa de los derechos humanos. O que se exalte a la familia legítima: monógama y estable. Porque como mujeres sabemos del sufrimiento de muchas por la infidelidad y el abandono de esposos y compañeros, actitud consentida y aceptada por toda la sociedad.
Somos defensoras de la vida porque somos dadoras de vida. Por eso nos duele profundamente que se ignoren las muertes evitables que ocurren de tantas mujeres vinculadas a la maternidad, y que los gobiernos no asuman la responsabilidad de evitarlas.
Las mujeres no necesitamos decir que defendemos la vida, toda nuestra vida es un testimonio de ello. El aborto siempre es un hecho doloroso, como mujeres nos resistimos a juzgarlo desde la teoría. Cada mujer, cada familia, cada pareja, viven situaciones particulares difíciles de juzgar. Muchas de ellas pueden prevenirse con educación y servicios de salud accesibles y gratuitos para quienes no pueden pagar, hoy inexistentes o insuficientes. Esperamos que los políticos, hombres y mujeres, entiendan que no aceptamos más madres con hijos muertos, ni hijos huérfanos de madre. Esto exige políticas públicas que promuevan la dignidad humana y el respeto a los derechos humanos por igual de mujeres y hombres. Para eso, falta mucho. Esperamos justicia.

* Médica, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM)

 

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