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Reportaje a Leon Arslanian tras la renuncia por la campaña de mano dura
“Conducir no es leer encuestas y correr”

León Carlos Arslanian recibió a Página/12 en su último día como ministro bonaerense de Justicia y Seguridad. Criticó a Ruckauf por poner en riesgo la reforma que disolvió la maldita policía, condenó la idea de poner otra vez a un jefe único para toda la fuerza y explicó por qué quiso irse.

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Arslanian entre las cajas y las bolsas con papeles después de un año y medio de gestión. “Se me planteó un conflicto político.”

Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes) El despacho, con San Martín en lugar de Duhalde o Menem, está lleno de cajas y bolsas. Sobre la mesa de trabajo, un cartón de cigarrillos a medio abrir, el timbre portátil que va y viene, papeles y más papeles. En los pasillos se palpa la incomodidad de funcionarios y asesores. Sin la rutina, perdida por una mudanza forzosa, van y vienen como chocándose. León Carlos Arslanian, el presidente del tribunal que en 1985 condenó a los comandantes de la dictadura, el abogado que en 1997 propuso disolver la Policía Bonaerense, el ministro de Justicia y Seguridad que siguió la reforma iniciada por Luis Lugones, fuma desde la primera pregunta. Durante una hora de reportaje no mencionará ni una vez por nombre y apellido a Carlos Ruckauf.
–¿Su renuncia supone el fracaso de la reforma policial?
–De ninguna manera. La reforma ha sido francamente exitosa. No perdamos de vista cuál era la situación cuando yo llegué. Era insostenible. Anarquía, caos, problemas de corrupción, miedo generalizado en la gente... En fin, lo que se caracterizó como la Maldita Policía. Ahora, en cambio, la gente aprecia y valora una policía que tiene una capacitación de la que antes carecía, que tiene controles civiles para su funcionamiento que evitan los fenómenos generalizados de corrupción. La gente aprecia que hay más policía en la calle. Pusimos un 30 por ciento más. El personal policial aprecia mucho la jerarquización con la nueva academia y el modo en que rápidamente resolví su nueva relación con la comunidad. Aprecia también que este proceso de cambio se haya podido llevar adelante mientras yo funcionaba como pararrayos. O sea: la reforma ha sido francamente exitosa. Fue exitoso el modelo de descentralización y control civil del funcionamiento policial.
–¿La reforma es irreversible?
–Bueno, acá se me plantea un interrogante.
–¿Y por qué se fue?
–No porque la reforma no funcionara sino porque se planteó un conflicto político. Y ante ese conflicto no quise malograr las chances ni del gobernador y candidato a presidente ni del candidato a gobernador. No está bien que yo mantenga disputas públicas con el que aspira a ser gobernador. Y mucho menos si el aspirante dice que todo lo que hicimos nosotros no sirve y que él hará algo mejor. Si esto es así, yo dejo de hacer lo que estoy haciendo ahora.
–¿Por qué?
–Para que él haga algo mejor cuando sea gobernador. Yo renuncié por eso, y no porque haya fracasado. Tampoco renuncié siguiendo a los que dicen que la inseguridad en la provincia se debe a la reforma. Si esto es así, ¿por qué hay inseguridad también en la Capital Federal, que no tuvo reforma?
–¿Cuál es su propia respuesta?
–Volvemos a lo mismo, a las consecuencias del modelo económico. La Argentina tiene los mismos problemas que América latina y el Caribe. La gente delinque cuando no le resulta beneficioso seguir respetando el pacto social. Esto es así. Discutamos sobre esta base, y no creyendo que vamos a resolver la conflictividad social solo mediante la policía y la Justicia. Es ridículo.
–¿No es una autojustificación?
–No. Siempre hice este tipo de diagnóstico. Y además, no me desentendí de los problemas sociales. En la provincia por ejemplo constituimos un grupo de respuesta múltiple con todos los organismos que tienen que ver con los problemas sociales. Así creamos los foros, uno por cada comisaría, para que fueran alerta temprana. Ahí nos enteramos de que cerró una fábrica, de que la gente quedó sin empleo, de que la deserción escolar llegó a equis número.
–¿Por qué no es seguro que la reforma sea irreversible?
–Siempre dije que lo que garantiza la continuidad son los foros de la comunidad. Es el pueblo con su espacio de participación. Tenemos ahora una acechanza: que este modelo sea convertido en un modelo autoritario.
–¿Se puede volver a ese modelo sin derogar las leyes que generaron la reforma?
–No sé. ¿Cómo hacen? ¿Cómo consiguen la mayoría en la Legislatura?
–Se podría hacer una recentralización de la policía, de hecho.
–Solo violando la ley. Para tener consenso, además, hay que crearlo en el propio Partido Justicialista. Y este tema es de los que dividen aguas. Sucede lo mismo que con las cuestiones de conciencia. Por eso creo que volver atrás del todo es difícil.
–¿Entonces cuál es el peligro?
–Perjudicar el proceso de cambio, que solo se asienta en una vigorosa fuerza política, en convicción, en compromiso.
–¿Puede volver la maldita policía?
–Bueno, uno de los riesgos de cambiar el esquema nuestro es la regeneración del fenómeno. Si se da marcha atrás el peligro es que se regenere la maldita policía. Yo espero que el candidato tenga la misma preocupación que nosotros por que la policía sea lo más impoluta posible. Ahora, cierto tipo de medidas pueden favorecer el riesgo.
–¿La designación de un policía, por ejemplo?
–Sí, y la concentración de poder, la desaparición de control civil, el debilitamiento de los controles parlamentarios, el cambio del sistema de enjuiciamiento penal que ahora da importancia a los fiscales en la pesquisa.
–Cuando Ruckauf critica a Graciela Fernández Meijide, pero intuyo que no solo a ella, dice que le preocupan más los pobres delincuentes que vienen de la villa que las víctimas de esos delincuentes.
–En democracia uno se debe preocupar por las pobres víctimas, a quienes yo recibo permanentemente, y también por los menesterosos. El gran problema es la falsa opción de los que dicen que no se puede dar seguridad al pueblo sin afectar derechos o garantías. Craso error. Yo quiero que los miserables no delincan y que las víctimas del delito sean lo menos afectadas posibles. Pero los que hacen hincapié solo en la policía y el sistema penal acallan el debate sobre la situación social y económica.
–¿Hubo más policías muertos que antes?
–No. La desechamos. Llevamos 19 policías muertos en acto de servicio. Y nos preocupa.
–¿Creen que murieron como parte de un complot?
–No. De ninguna manera. Son 620 enfrentamientos que dejaron 91 delincuentes muertos y 561 heridos. Hubo más enfrentamientos que antes. O sea que la policía no está inactiva.
–Usted se corrió al costado, pero Duhalde optó por Ruckauf.
–Duhalde me insistió en que quedase. Pero no tenía sentido pelearme con el candidato. Tampoco me podía quedar en silencio, claro, frente a los embates del candidato contra el nuevo sistema de seguridad. ¿Y qué alternativa tenía Duhalde? ¿Desautorizar al candidato cuando el candidato tiene derecho a sus propias propuestas?
–¿Cómo le va a ir al peronismo en la provincia si adopta como suya la campaña dura de Ruckauf en seguridad?
–Honestamente, nunca tuve preocupación por las encuestas. Quizás porque no busqué cargos electivos, pero también porque cuando los hombres más se apegan a las encuestas más se equivocan y más inconsecuentes se hacen.
–Parece una crítica a Duhalde.
–Duhalde dice que sigue sosteniendo nuestra reforma policial.
–¿Proponer mano dura da más votos?
–(Piensa). Sí, creo que sí.
–¿Y por qué?
–Porque nadie se tomó el trabajo de hacer la conducción. Conducir, liderar, significa influir en la opinión pública dándole todos loselementos de información y ayuda para el análisis, lo que siempre permite convertir en racional la demanda que se presenta errática. Yo en los foros explico. Y hablo con franqueza. Los que piden mano dura, mano dura mano dura, ciertamente consienten la posibilidad de que la policía salga a la calle y perfore a tiros al primer sospechoso. Como esto lleva a un envilecimiento de la fuerza policial (porque no se cumple la Constitución), después viene la comunidad y lo patea en el piso. “¡Qué horror esta policía! No quiero saber nada con ella. Me mataron un hijo. Torturaron a mi sobrino....” Cuando la institución policial está muy envilecida empieza una demanda inversa. Bueno, yo creo que no debemos caer en estas tentaciones. Nos costó mucho sacar a la policía del envilecimiento. Hay que convencer a la gente, hay que explicarle, hay que reunirse con ella. La labor de un conductor no es hacer una encuesta y salir corriendo. Conducir en seguridad es más trabajoso, pero vale la pena. Ya tenemos la experiencia de lo que le pasó a la Argentina cuando se combatió a la violencia política con procedimientos ilegales...
–¿Cuál fue la reacción de los policías?
–Creen que veníamos en la buena senda, que estaban siendo dignificados. Uno me dijo: “No nos van a llevar dos veces por el mismo camino”.
–El de la maldita policía.
–Sí. Están como curados de espanto. No quieren salir a matar a la gente. Siguen mi doctrina.
–¿Y en la propia policía no hay nada de doctrina vieja?
–Sí, claro que hay. No hemos hecho magia. Pero son una minoría.
–¿Alberto Piotti, uno de los antiguos encargados de la seguridad en la provincia, alentó el reclamo de Ruckauf?
–Lo desconozco.
–¿Lo conoce a Osvaldo Lorenzo, su reemplazante?
–No.
–¿Tenía razón la Alianza al sostener que la reforma es buena pero quedó agotada por falta de apoyo político de Duhalde?
–No. La reforma subsistió y avanzó con su apoyo. Y sin la reforma los niveles de inseguridad –de eso no tengo dudas– serían mucho mayores. Hacía 20 años que no entrenaban. Ahora entrenan. Tienen cobertura social. Tienen una academia nueva.
–Pero es poco cuando algunos oficiales pierden la chance de hacer negocios por izquierda.
–Sí, la reforma es eso. Implicó tomar medidas muy duras, generar un poder ejemplarizador y empujar desde la doctrina y el discurso el cambio de paradigma. Policías que podrían cometido delitos en una época anterior, hoy tienen una contramotivación. Y tienen una mejor protección social. Cuando yo llegué me encontré con expedientes de 1996 para decidir si una muerte había sido o no en acto de servicio, con lo cual la viuda no podía cobrar la pensión correspondiente. Esto hoy se resuelve en el día y los familiares de los muertos tienen prioridad para trabajar en el Ministerio.
–¿Cuál era el paso siguiente de la reforma?
–Varios: terminar de constituir los foros, organizar la obra social, la nueva ley de jubilación, la edad de jubilación en 60 años en lugar de 45, el nuevo escalafón unificado (con oficiales y suboficiales). Todo eso está incluido en un proyecto de ley de Plan Trienal que debiera ser sancionada. Y muchas otras cosas.
–La impresión es que, en este tipo de reformas, interrumpir no es congelar: es ir hacia atrás.
–Sí, es decididamente malo.
–No hay una rutina aceitada.
–No. Luis Lugones asumió en diciembre de 1997 como secretario de Seguridad. Yo asumí en abril del ‘98 como ministro. Mucha mala sangre, mucho sacrificio personal. Pero qué voy a hacer, no tengo alternativas.
–¿Se integrará a la campaña? –No sé. Quiero ver cómo decanta todo esto. Yo sigo sosteniendo al gobernador.
–Votará por Duhalde.
–Obviamente.
–¿Y por Ruckauf?
–No voto en la provincia.
–¿No será candidato a diputado en la Capital?
–Las listas ya están cerradas.
–¿Y jefe de la SIDE si gana Duhalde?
–Duhalde me lo propuso muchas veces. Pero no es mi perfil. A mí me interesan más las cuestiones institucionales, la Justicia, que hacer la inteligencia dentro del Estado.
–También puede aceptar la SIDE para descentralizar y proponer el control civil.
–Ah, bueno, si es para reformarla seguramente lo aceptaría.
–¿Y si la Alianza le ofrece la SIDE?
–Bueno, yo no pertenezco a esa fuerza. Tendría que haber un acuerdo político. Yo soy justicialista. Hasta cuando me fui del gobierno de Menem me mantuve dentro del partido.

 


 

Duhalde cambió de guardia
con la ilusión de ganar

El gobernador se desprendió de Arslanian, su ministro más prestigioso, para que Ruckauf pruebe suerte con su mensaje de mano dura.

“Fue un lujo”, dijo Duhalde sobre Arslanian, y anunció que se desprendería de él.
Sin precisiones, adelantó que el sucesor, Osvaldo Lorenzo, pondrá una “impronta distinta”.

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t.gif (862 bytes) A 80 días de las elecciones, el gobernador Eduardo Duhalde sacrificó a su ministro de Seguridad y Justicia, León Arslanian, el que disolvió la cúpula de la Maldita Policía y encabezó la reforma a la ex bonaerense. Lo hizo como respuesta a la presión de su propio candidato a la gobernación, Carlos Ruckauf (ver página 4), quien ayer siguió deleitando a la franja prorrepresiva del electorado con frases como la que sigue: “A los asesinos los quiero ver muertos”. En la cartera vacante el gobernador designó al hasta ayer juez federal de Campana, Osvaldo Lorenzo, un hombre que en ocho años de carrera judicial supo cultivar excelentes vínculos con la policía, y que asumirá hoy (ver página 5). Duhalde aseguró que, pese al cambio, mantendrá la actual política de seguridad.
Como adelantó ayer Página/12 cuando informó en exclusiva que Arslanian tenía redactada la renuncia desde la noche del miércoles, el desenlace se produjo en la mañana. Fue durante una reunión que mantuvieron Duhalde y Arslanian en el Hotel Alvear. El ministro llevaba en el bolsillo su “renuncia indeclinable” y lo había dejado traslucir con una frase, antes de entrar a la reunión: “No tiene sentido que siga trabando (en la reforma policial) si el candidato de mi partido está en contra”.
Ruckauf, en su ofensiva por recuperar la punta en las encuestas, había prometido –en caso de resultar electo gobernador– volver a designar a un policía como jefe de la ex bonaerense, lo que echaba por tierra la reforma policial que impulsó Arslanian durante un año y medio. Duhalde, entonces, le sugirió al candidato que si ya tenía los nombres de su equipo, los sugiriese ahora mismo. Desautorizado, al ministro no le quedó otra salida que presentar su renuncia.
Antes de recibirlo, Duhalde ya le estaba dando la despedida: “Arslanian ha sido un lujo para la provincia. Le estoy enormemente agradecido porque ha venido a hacer patria, abandonando uno de los estudios más prestigiosos de la Capital Federal para ponerle el pecho a una situación muy difícil”, elogió. Y como premio consuelo, le ofreció a Arlanian –en el caso de acceder a la Presidencia– el cargo de titular de la SIDE, una propuesta por al que el ex ministro no mostró el menor entusiasmo si es para conservar la estructura actual.
El futuro de la seguridad en la provincia, ahora, es un interrogante. Según Arslanian, el gobernador le prometió que “no modificará un ápice lo que estamos llevando adelante actualmente”. Duhalde, por su parte, aseguró que “mientras sea gobernador, la policía estará comandada por un civil”. Lo dijo con cierta resignación ya que, admitió, la Ley de Seguridad vigente en la provincia no contempla el cargo de jefe de policía: “Habrá que seguir aplicando la ley que la provincia votó, porque para cambiarla habría que cambia la ley”, dijo el gobernador. La reforma policial continuará, prometió Duhalde, aunque admitió que el nuevo ministro le dará “una impronta distinta”, sobre la que no dio precisiones. Y coincidió con Ruckauf en que “dentro de la ley hay que poner mano dura”.
Ruckauf intentó tomar distancia de la crisis que generó. “Es un tema que le compete al gobernador”, dijo, en relación con la renuncia de Arslanian. Y continuó con su discurso sumario: “Voy a defender a la gente y no comparto la posición de Fernández Meijide de que no hay muertes buenas. A los asesinos que matan a la gente no hay que tenerle ninguna piedad”, afirmó. Descargó su artillería sobre la candidata que lleva la delantera en las encuestas: “Está siempre pensando en qué hacer con los pobres delincuentes que vienen marginados de las villas”, disparó.

 

Cavallo, De la Rúa, Patti

Entre los no peronistas Domingo Cavallo, candidato presidencial de Acción por la República, fue el único que lamentó la renuncia. “Me parece que estaba conduciendo la reforma con mucha seriedad”, dijo. El candidato de la Alianza, Fernando de la Rúa, consideró en cambio que la renuncia de Arslanian “resume el fracaso por la falta de una política criminal para devolver la seguridad a los vecinos de la provincia”.
Fernández Meijide insistió en que “no es cuestión de que se cambien funcionarios o se haga un retoque de último momento: lo que es necesario, después de todos estos años de fracaso, es un cambio político”.
El diputado Alfredo Bravo (PSD) rechazó las afirmaciones de Ruckauf, que “constituyen una clara instigación al gatillo fácil y se encuadran en el delito de apología del crimen”. Los senadores bonaerenses Eduardo Florio (UCR) y Eduardo Sigal (Frepaso) coincidieron en que “la gravísima crisis de seguridad que se vive en la provincia no se soluciona con un simple cambio de hombres”. Y acusaron a Ruckauf de incurrir en “apología del delito”. La diputada nacional Nilda Garré (Frepaso) criticó al candidato del PJ porque “juega con fuego y usa una estrategia electoral del gatillo fácil, lo que puede generar aún mayor violencia”. Y el candidato a jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, sostuvo que “defender la sociedad a balazos es apartarse de las reglas de un sistema democrático”.
Tampoco se privó de opinar el candidato a gobernador Luis Patti (Unidad Bonaerense) quien no quiso que Ruckauf lo corriera por derecha. “Cambiando un hombre no alcanza. Tienen que cambiar el Código de Procedimientos y dar marcha atrás con la reforma policial”, desafió.

 

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