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LOS CUADROS DE LA BONAERENSE CELEBRAN EL CAMBIO
Ahora, gatillo fácil y negocios

Oficiales de la policía provincial revelaron a Página/12 que la fuerza estaba en virtual huelga porque se le habían cortado “los negocios”. Confían que volverá (para ellos) la plata grande.

Durante la gestión de Arslanian fueron dados de baja centenares de policías, apodados “sin gorra”.
Ellos tenían sobrados motivos para odiar al ex ministro pero no son los únicos que piensan así.

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Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes) “Preparensé porque vamos a ver mano dura armada de apuro, mano dura preelectoral. O sea que pondrán a varios buchones de la fuerza a armar algunas banditas, harán dos o tres robos y los cagarán a tiros. La idea es crear el clima de que las cosas cambiaron, que ahora sí habrá mano dura. Si yo fuera ‘buche’ me cuidaría en estos días más que nunca.” El comisario en actividad festejaba ayer su siniestro pronóstico, pero más eufórico estaba con la renuncia de León Arslanian. “Los cuadros estamos todos contentos, aunque no sabemos cómo van a seguir las cosas. Con Arslanián no se podía más. Nadie trabajaba, nadie salía a la calle, por una simple razón: no había plata. La plata grande sale de los arreglos con los delincuentes y una parte de eso, se había cortado. Seguían los arreglos con la falopa, las putas, el juego, los desarmaderos, pero la plata grande es la de los arreglos con el delincuente que agarrás. Antes, uno trabajaba y sabía que algo pescaba de eso, pero con Arslanian lo que quedaba para los suboficiales era una miseria, así que nadie trabajaba. Era una huelga de hecho”, remató otro oficial de la Bonaerense.
A los ojos de los policías bonaerenses la fórmula es nítida: tiene que haber plata sucia, producto de los “negocios” que se hacen con las bandas grandes de ladrones, los piratas del asfalto, los narcos de cierta envergadura y las organizaciones de robo y doblado de autos. Si ese dinero no está –opinan–, la policía no puede funcionar. El que explica es un suboficial: “Cuando vos agarrás a un pescado, le sacás 40, 50 y hasta 100 lucas. Esa es plata importante que se reparte hacia abajo y hacia arriba. En un golpe de esos, el suboficial levanta una o dos lucas y con eso se va salvando. Entonces quiere trabajar, porque sabe que tira el anzuelo y algo se lleva a su casa. Con Arslanian eso quedó casi liquidado, porque de entrada nomás ya intervienen los fiscales y no hay tiempo para que los abogados de los detenidos traigan la plata. Además, corrías el riesgo de que te cortaran la cabeza. Los jefes tenían cagazo a hacer cualquier arreglo para no perder la comisaría, que es de donde ellos sacan otra tajada. Porque los otros arreglos, los de la comisaría, sí se mantenían: los quioscos de falopa, los desarmaderos, las putas, el juego y las agencias de autos seguían aportando, pero cada uno de esos pone por ahí 200 pesos por semana, y de eso el suboficial no ve un peso”.
“Mirá, la falta de plata cambió todo en la fuerza –argumenta otro suboficial–. Nosotros estamos muertos de hambre. Todos hacemos dos o tres horas cuore (horas extras) diarias, con lo que trabajamos quince horas por día. Pero sobre todo, se están haciendo custodias en negro, en negocios, restaurantes o empresas de conocidos. Casi todos los policías a los que mataron, los agarraron de civil porque estaban haciendo esas custodias o porque iban o venían de hacerlas. Si no hay plata de los arreglos, no hay plata para los suboficiales y pasan todas estas cosas”.
Un joven comisario redondea las ideas: “Si uno salía a operar contra los chorros, corría el riesgo de que le hicieran un sumario por cualquier boludez o que te metieran un tiro, porque algunos andan más que falopeados. Y encima no había posibilidad de llevarse algo (de plata) en serio. Nadie quería salir y la gente que mandabas a la calle se hacía la distraída. Encima, tampoco hubo plata para buches, de manera que salir no valía la pena”.
Los hombres de la Bonaerense que hablaron con Página/12 invariablemente mostraron alegría por la renuncia de Arslanián. Eso era lo único en lo que parecieron de acuerdo. A partir de allí, tienen más rumores que certezas: que vuelve a haber un jefe de uniforme, que Patti va a ser el hombre fuerte en el Ministerio de Justicia, que el reemplazante de Arslanian, Osvaldo Lorenzo, es un tipo que fue muy amigo de los viejos jefes. La sensación que reina es que se vienen tiempos mejores. –No le quepa duda que lo primero va a ser la mano dura –le dijo a este diario el primer comisario.
–¿Mano dura?
–Bueno, se van a armar las cosas para que parezca mano dura.
–O sea que volvemos a casos armados por buchones. Robos armados con delincuentes que recluta la propia fuerza policial.
–Sí, pero sea como sea son delincuentes. Y con dos o tres ejemplos resonantes, en plena campaña electoral, se va a causar una buena impresión. Después tiene que venir la plata y más cuerda para movernos como antes.
–¿Como antes?
–Sí, como antes. No hay otra forma de manejar las cosas.

 


 

CORACH FACULTO A LOS POLICIAS A NO IDENTIFICARSE
A los tiros sin voz de alto

t.gif (862 bytes) Los policías vestidos de civil ya pueden disparar sin dar antes la voz de alto. De acuerdo con su anuncio del lunes, el ministro del Interior, Carlos Corach, anunció ayer la puesta en vigencia de un reglamento que faculta a los policías que se encuentren fuera de servicio para “disparar antes de identificarse en el caso de una situación de riesgo”. El jefe de Gobierno porteño, Fernando de la Rúa, apoyó y consideró “razonable” esta medida. El reglamento, sin embargo, no hace más que confirmar lo que ya figura en los estatutos policiales, en una norma interna elaborada por la Dirección General de Instrucción el año pasado. En cambio, para el penalista y legislador porteño Raúl Zaffaroni la resolución “no aporta nada nuevo y se encuadra en la ley de legítima defensa que siempre estuvo vigente”. Por su parte, la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) aseguró que en realidad “el alto policial nunca existió” y denunció que tiene registrados “500 casos de ‘gatillo fácil’”.
La nueva disposición señala que los policías deberán identificarse y dar la voz de alto, “salvo que al dar esa advertencia se pusiera indebidamente en peligro a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, se creara un riesgo de muerte o daños graves a otras personas o resultara evidentemente inadecuada o inútil dadas las circunstancias del caso”. La norma precedente –”Principios básicos sobre el empleo de las armas de fuego”–, como esta resolución, también coincide con el 8º Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en Cuba en 1990. Y aborda el tema de manera similar. En su artículo 3º dice que el policía deberá identificarse “siempre y cuando esto fuera factible y no pusiera en peligro la integridad física de la víctima, de un tercero ajeno al hecho, del propio personal policial o resultara evidentemente inadecuada o inútil”.
Mientras De la Rúa opinó que “es razonable (modificar) una disposición que está ocasionando la muerte a policías”, Zaffaroni criticó el anuncio. “No entiendo cuál es la novedad. Realmente el policía tiene el derecho a defenderse legítimamente y en algunos casos tiene el deber; y para eso tiene que ajustarse a los requisitos de la legítima defensa que de ninguna manera indican que alguien tenga que identificarse cuando es irracional que lo haga”, destacó.
Por su parte, Daniel Estrada, de la Correpi, sostuvo que “en los hechos el ‘alto policial’ no existe nunca: primero tiran y después preguntan. Este tipo de política lo único que trae aparejado es más muertes de policías y de civiles”. En ese sentido, el ministro dijo que “esto no es gatillo fácil: gatillo fácil es cuando los delincuentes matan a mansalva a los policías por el solo hecho de ser identificados como policías”.

 

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