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Me pidieron ese muñequito que habla dice la mujer, que atraviesa el local sin dudar, hacia el empleado más cercano. Sabe lo que quiere. Furby, acierta el empleado. No hay que pensar demasiado, es uno de los pocos juguetes una especie de cruza entre un Gremlim y un Tamagotchi que se vendieron por decenas en los últimos días. Por lo demás, la recesión también se instaló en los escaparates de las jugueterías. Con respecto al año anterior, la venta bajó, aproximadamente, en un 30 por ciento, coinciden las cadenas consultadas por Página/12. Y la mayoría de los papás elige más por el precio que por el gusto de sus chicos. Les compro lo más barato dentro de lo que me piden, dicen. Muy atrás quedaron los años dorados de compras compulsivas de regalos para hijos, sobrinos y todo aquel que entrara dentro de la categoría de niño. La mujer es Beatriz Aiello, tiene 39 años, y compra el muñeco que habla, canta, tira besos y hasta reproduce algunos hábitos no tan agradables como eructar, por la módica suma de 99 pesos. Novedad. Llegó Furby la nueva mascota virtual del 2000, se lee en algunas vidrieras. Y en otras, algún cansado adolescente, contratado sólo por estos días, sostiene el muñeco y le hace demostrar sus habilidades. En El mundo del juguete, de Florida al 300, acusan haber vendido unos 60 Furby entre el jueves y el viernes. En otras, como Dixi Land y El país de las maravillas, el muñeco está agotado. Sin embargo, es una de las pocas excepciones de la temporada. Los negocios acusan una caída de hasta un 40 por ciento de la venta. Está como está el país, bastante más abajo que el año pasado, dice el encargado del El duende azul, de Santa Fe y Paraná. Y las tarjetas y las cuotas eternas son la fija. Entre los fabricantes de juguetes, el panorama es el mismo: Estamos en un 50 por ciento abajo del año pasado. Somos los últimos mohicanos de la industria del juguete argentino. Fabricábamos la serie de Barbies y los muñecos de la serie He Man. Pero desde hace unos años, las multinacionales Mattel y Lego nos arruinaron, se queja Héctor Mondrik, presidente de Top Toys. Entre las góndolas de las jugueterías circulan unos hombres trajeados que no van a comprar. Venimos a tantear el mercado, dice Ian Heinrich, jefe de producto de Mattel, firma que importa la Barbie extranjera. A nosotros nos va bien, pero la percepción general es que las ventas bajaron, reconoce. A pesar de todo, nada impide que las juegueterías estén abarrotadas. Es que esperan a último momento, se quejan los empleados, agotados sus ojos y sus manos de tanto trajín. Christian ya tiene una tipología de los compradores: Algunos vienen con un papelito anotado y si no es lo que le pidió el nene no llevan nada. Otros, los más, dan muchas vueltas y buscan un juguete económico y con buena presentación. Alicia del Valle viajó desde El Palomar para buscar precios en el Centro. El Día del Niño en su casa es sólo para el más chico, Ezequiel, de 12. Investiga la góndola de los autos desde hace rato. Me pidió un Mustang, no sé cuál es, pero no tiene que pasar los 20 pesos, explica. Nora Domínguez da vueltas entre las góndolas de El mundo del juguete. Su hija Lucía le reclamó un set de belleza. Estoy tratando de llevar algo que no cueste mucho. Y no te creas que son tan baratos, están 45 mangos, comenta. Entre los más vendidos están los videos juegos. Y también los clásicos: como las Barbies y los autitos. Además, explica Jorge Geltgenhchter, encargado de Dixi Land, salen mucho los muñecos que aparecen en la televisión: Dragon Ball Z y los de la película Star War. Jorgito tiene 7 años y es uno de los pocos chicos que pisa el paraíso más deseado, esquivando los paraguas de los ansiosos padres. Me gustan los juegos de mesa. ¿El Furby? No, no me gusta, prefiero mi perro, aclara y se escapa atrás de mamá.
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