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EL ECLIPSE DEL 11 DE AGOSTO PROVOCA UNA PSICOSIS COLECTIVA SIN PRECEDENTES
El nuevo fantasma que recorre Europa

Reuniones de gabinete. Anteojos opacos hasta para animales. Miedo a accidentes. Francia concentró el pánico por el eclipse.

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La histeria llevó a fabricar anteojos para los animales.

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Los franceses agotaron el stock de anteojos “oficiales” y combaten a los truchos importados.


Página/12
en Francia 

Por Eduardo Febbro
Desde París

t.gif (862 bytes)  La fecha es el próximo 11 de agosto. Paco Rabanne, reinterpretando a Nostradamus, profetizó junto a brujos y astrólogos varios que París será destruida con bolas de fuego. Muchos le creen. Y los que no, o más o menos, igual se preparan en medio de una psicosis colectiva a asistir con angustia al eclipse total más espectacular de este siglo. Pero que sólo durará dos minutos. El encuentro entre el sol y la luna dio lugar a una movilización sin precedentes que ya se emparienta con una tragicomedia. El gobierno del socialista Lionel Jospin hizo del eclipse una auténtica causa nacional reuniendo a todos los ministros concernidos por el fenómeno para que tomen medidas. Así, se aprobaron anteojos oscuros “oficiales” para evitar las quemaduras de retina y se decretó un combate sin piedad a los anteojos truchos. Los hay también para los animales. Como se prevén embotellamientos y accidentes de tránsito, se pusieron en marcha campañas de prevención. Se prohibió la circulación de camiones durante tres horas y ello generó la reacción del sindicato. Y los choferes del transporte público reclamaron seguridad, porque salir a trabajar en día de eclipse es un verdadero riesgo. Sobre todo si se cumplen las profecías del modisto Rabanne.
Los ministros de Asuntos Sociales, Transportes, Educación, de la Juventud y los deportes y la Secretaría de Turismo adoptaron un cuidadoso paquete de medidas para de proteger a la gente de los riesgos.
La movilización fue tan exagerada que, además de las críticas y las bromas que llovieron sobre el gobierno, ésta provocó que se agotara el stock de los anteojos “oficiales”, cuyo uso fue decretado como obligatorio por Jospin. A casi un dólar el par de anteojos, los 35 millones de pares puestos a la venta generaron una psicosis de la autenticidad, ya que existen dos versiones de anteojos antieclipse: los homologados con el sello CE (Comunidad Europea) que llevan un número de identificación y otros provenientes de Colombia. Según afirman los especialistas, los colombianos presentan “una opacidad insuficiente”. Por consiguiente, el casi medio millón de anteojos defectuosos fue retirado de la venta por orden gubernamental, protegiendo de paso el negocio europeo con el pretexto de la autenticidad.
El loable esfuerzo protector fue acompañado por una campaña publicitaria sin precedentes en radio y televisión, más 10 millones de volantes informativos, dos millones en inglés, y 700 mil afiches. Ni siquiera falta la información sobre lo que el conductor de un auto deberá hacer en el corto lapso del eclipse. La cuestión es un rompecabezas para las autoridades: ¿qué hará el conductor? Si se detiene para observar el fenómeno, corta el tráfico. Si sigue al volante, el paso de la luz a la oscuridad es una “fuente de estrés”, como definió Jean Claude Gayssot, el ministro de Transportes. Y si en una de esas se le ocurre ponerse los anteojos, verá un mundo negro ya que con los anteojos no se ve nada.
En suma, los poderes públicos recomiendan descartar el auto entre las 11 de la mañana y las dos de la tarde. El motivo es muy científico: según afirma el profesor Yves Pouliquen, “los expertos consideran que este tipo de fenómenos pueden producir un efecto euforizante en el comportamiento humano. La seguridad vial aconseja entonces que los conductores salgan a la ruta luego de una pausa de al menos un cuarto de hora”. De tanto proteger al ciudadano, las autoridades se pusieron en contra a los sindicatos, en particular a Fuerza Obrera. El ministro de Transportes prohibió que los camiones transitaran entre las 11 y las 14 de ese día. Fuerza Obrera reclamó indemnizaciones al gobierno, al considerar que la medida afecta al gremio. Otros sindicatos se adelantaron al fenómeno. La CGT advirtió que muchos de sus afiliados conductores del Metro Aéreo y de los autobuses “podrían rehusar acudir al trabajo debido a los riesgos que el eclipse representa”.
[FrontPage Image Map Component]La segunda gran preocupación nacional es qué se hará con los gatos y los perros. Como Francia ostenta uno de los records mundiales de animales domésticos, sus propietarios no saben si hay que esconderlos, taparles la cabeza o protegerlos con anteojos especiales. El centro de Astrofísica de París no da abasto para responder los acuciantes llamados telefónicos de los dueños de perros y gatos. El mayor gesto de amor por el prójimo submarino lo protagonizó una señora que llamó a ese centro para preguntar si había que retirar la pecera que estaba en la ventana o envolverla con una película protectora.
Para colmo, pese a tantas precauciones, el servicio de meteorología prevé cielo nublado y escasa visibilidad. Tantos anteojos y precauciones pueden quedar en la nada si los profetas del tiempo no se equivocan. Quienes no se perderán el eclipse son los cien exquisitos pasajeros del vuelo especial del Concorde que pagaron dos mil dólares para viajar durante dos horas a dos mil kilómetros por hora y a 17 mil metros de altura a fin de asistir al espectáculo. Gracias a su velocidad, el Concorde permanecerá en la sombra de la luna tres veces más tiempo que los modestos terráqueos. Y tal vez, si las profecías no se cumplen, los habitantes de París escapen a la destrucción de la capital prometida por los intérpretes de Nostradamus. Una vaga esperanza de vida apareció ayer cuando una vidente de Cannes reveló al mundo que más peligroso que el 11 de agosto será el 9 de setiembre. La vidente dijo que Paco Rabanne se equivoca. La verdadera destrucción ocurrirá el 9 del 9 del ‘99: si se observa bien, dijo, los tres números, dados vuelta, dan 6/6/66, es decir, “las cifras de la Bestia, el mismísimo Diablo”.

 

El operativo para enfrentar el caos

Todo está listo para la hecatombe. El eclipse no tomará desprevenidos a los poderes públicos, que se adelantaron al fenómeno como si el mismo cielo fuera a caerse sobre la tierra. La Prefectura de Policía de París activó todos su planes de emergencia para ese día al tiempo que abrió, en colaboración con los bomberos, unos 78 centros de socorro suplementarios. El COZ, Centro operacional zonal, es el corazón del sistema que recabará todas las informaciones “excepcionales” de las escasas horas -.11 a 14– y los escasos minutos reales -.apenas dos-. que durará el eclipse. Y como la policía parece estar convencida de que el eclipse tendrá consecuencias nefastas en los ciudadanos ya organizó el despliegue, en París, de 1200 agentes suplementarios con la misión de “prevenir y reprimir todos los delitos susceptibles de ser cometidos en la vía pública”. Debe ser que la gente teme que le roben algo cuando mira hacia el cielo. Claro, lo peor sería que el policía también se pusiera a mirar para arriba.
“Es un asunto en el que entra todo: el bien, el mal, la prudencia y la racionalidad que engendra irracionalidad”, comentó el psicoanalista Michel Tourbain. Al respecto, según confirmó Alain Létuvé, psicoanalista del Hospital de Rouan, en Normandía -.donde el eclipse será más visible–, el 11 “estaremos más atentos que nunca. El eclipse ofrece un variado campo de interpretación, sobre todo entre los enfermos delirantes para los cuales, la oscuridad total puede parecer como un llamado de orden mixto”. Létuvé asegura que el eclipse “actúa como una verdadera revelación”, tanto más potente porque su advenimiento está constantemente anunciado por radio y televisión, “como un momento en el que el cuerpo se encuentra en peligro”. Algunas personas tienen tanto miedo que decidieron encerrarse en una habitación totalmente aislada de la luz para escapar a la eventualidad de un accidente.

 

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