Página/12
en Francia
Por Eduardo Febbro
Desde París
La fecha es
el próximo 11 de agosto. Paco Rabanne, reinterpretando a Nostradamus, profetizó junto a
brujos y astrólogos varios que París será destruida con bolas de fuego. Muchos le
creen. Y los que no, o más o menos, igual se preparan en medio de una psicosis colectiva
a asistir con angustia al eclipse total más espectacular de este siglo. Pero que sólo
durará dos minutos. El encuentro entre el sol y la luna dio lugar a una movilización sin
precedentes que ya se emparienta con una tragicomedia. El gobierno del socialista Lionel
Jospin hizo del eclipse una auténtica causa nacional reuniendo a todos los ministros
concernidos por el fenómeno para que tomen medidas. Así, se aprobaron anteojos oscuros
oficiales para evitar las quemaduras de retina y se decretó un combate sin
piedad a los anteojos truchos. Los hay también para los animales. Como se prevén
embotellamientos y accidentes de tránsito, se pusieron en marcha campañas de
prevención. Se prohibió la circulación de camiones durante tres horas y ello generó la
reacción del sindicato. Y los choferes del transporte público reclamaron seguridad,
porque salir a trabajar en día de eclipse es un verdadero riesgo. Sobre todo si se
cumplen las profecías del modisto Rabanne.
Los ministros de Asuntos Sociales, Transportes, Educación, de la Juventud y los deportes
y la Secretaría de Turismo adoptaron un cuidadoso paquete de medidas para de proteger a
la gente de los riesgos.
La movilización fue tan exagerada que, además de las críticas y las bromas que
llovieron sobre el gobierno, ésta provocó que se agotara el stock de los anteojos
oficiales, cuyo uso fue decretado como obligatorio por Jospin. A casi un
dólar el par de anteojos, los 35 millones de pares puestos a la venta generaron una
psicosis de la autenticidad, ya que existen dos versiones de anteojos antieclipse: los
homologados con el sello CE (Comunidad Europea) que llevan un número de identificación y
otros provenientes de Colombia. Según afirman los especialistas, los colombianos
presentan una opacidad insuficiente. Por consiguiente, el casi medio millón
de anteojos defectuosos fue retirado de la venta por orden gubernamental, protegiendo de
paso el negocio europeo con el pretexto de la autenticidad.
El loable esfuerzo protector fue acompañado por una campaña publicitaria sin precedentes
en radio y televisión, más 10 millones de volantes informativos, dos millones en
inglés, y 700 mil afiches. Ni siquiera falta la información sobre lo que el conductor de
un auto deberá hacer en el corto lapso del eclipse. La cuestión es un rompecabezas para
las autoridades: ¿qué hará el conductor? Si se detiene para observar el fenómeno,
corta el tráfico. Si sigue al volante, el paso de la luz a la oscuridad es una
fuente de estrés, como definió Jean Claude Gayssot, el ministro de
Transportes. Y si en una de esas se le ocurre ponerse los anteojos, verá un mundo negro
ya que con los anteojos no se ve nada.
En suma, los poderes públicos recomiendan descartar el auto entre las 11 de la mañana y
las dos de la tarde. El motivo es muy científico: según afirma el profesor Yves
Pouliquen, los expertos consideran que este tipo de fenómenos pueden producir un
efecto euforizante en el comportamiento humano. La seguridad vial aconseja entonces que
los conductores salgan a la ruta luego de una pausa de al menos un cuarto de hora.
De tanto proteger al ciudadano, las autoridades se pusieron en contra a los sindicatos, en
particular a Fuerza Obrera. El ministro de Transportes prohibió que los camiones
transitaran entre las 11 y las 14 de ese día. Fuerza Obrera reclamó indemnizaciones al
gobierno, al considerar que la medida afecta al gremio. Otros sindicatos se adelantaron al
fenómeno. La CGT advirtió que muchos de sus afiliados conductores del Metro Aéreo y de
los autobuses podrían rehusar acudir al trabajo debido a los riesgos que el eclipse
representa.
[FrontPage Image Map Component]La segunda gran preocupación nacional es
qué se hará con los gatos y los perros. Como Francia ostenta uno de los records
mundiales de animales domésticos, sus propietarios no saben si hay que esconderlos,
taparles la cabeza o protegerlos con anteojos especiales. El centro de Astrofísica de
París no da abasto para responder los acuciantes llamados telefónicos de los dueños de
perros y gatos. El mayor gesto de amor por el prójimo submarino lo protagonizó una
señora que llamó a ese centro para preguntar si había que retirar la pecera que estaba
en la ventana o envolverla con una película protectora.
Para colmo, pese a tantas precauciones, el servicio de meteorología prevé cielo nublado
y escasa visibilidad. Tantos anteojos y precauciones pueden quedar en la nada si los
profetas del tiempo no se equivocan. Quienes no se perderán el eclipse son los cien
exquisitos pasajeros del vuelo especial del Concorde que pagaron dos mil dólares para
viajar durante dos horas a dos mil kilómetros por hora y a 17 mil metros de altura a fin
de asistir al espectáculo. Gracias a su velocidad, el Concorde permanecerá en la sombra
de la luna tres veces más tiempo que los modestos terráqueos. Y tal vez, si las
profecías no se cumplen, los habitantes de París escapen a la destrucción de la capital
prometida por los intérpretes de Nostradamus. Una vaga esperanza de vida apareció ayer
cuando una vidente de Cannes reveló al mundo que más peligroso que el 11 de agosto será
el 9 de setiembre. La vidente dijo que Paco Rabanne se equivoca. La verdadera destrucción
ocurrirá el 9 del 9 del 99: si se observa bien, dijo, los tres números, dados
vuelta, dan 6/6/66, es decir, las cifras de la Bestia, el mismísimo Diablo.
El operativo para enfrentar
el caos
Todo está listo para la hecatombe. El eclipse
no tomará desprevenidos a los poderes públicos, que se adelantaron al fenómeno como si
el mismo cielo fuera a caerse sobre la tierra. La Prefectura de Policía de París activó
todos su planes de emergencia para ese día al tiempo que abrió, en colaboración con los
bomberos, unos 78 centros de socorro suplementarios. El COZ, Centro operacional zonal, es
el corazón del sistema que recabará todas las informaciones excepcionales de
las escasas horas -.11 a 14 y los escasos minutos reales -.apenas dos-. que durará
el eclipse. Y como la policía parece estar convencida de que el eclipse tendrá
consecuencias nefastas en los ciudadanos ya organizó el despliegue, en París, de 1200
agentes suplementarios con la misión de prevenir y reprimir todos los delitos
susceptibles de ser cometidos en la vía pública. Debe ser que la gente teme que le
roben algo cuando mira hacia el cielo. Claro, lo peor sería que el policía también se
pusiera a mirar para arriba.
Es un asunto en el que entra todo: el bien, el mal, la prudencia y la racionalidad
que engendra irracionalidad, comentó el psicoanalista Michel Tourbain. Al respecto,
según confirmó Alain Létuvé, psicoanalista del Hospital de Rouan, en Normandía
-.donde el eclipse será más visible, el 11 estaremos más atentos que nunca.
El eclipse ofrece un variado campo de interpretación, sobre todo entre los enfermos
delirantes para los cuales, la oscuridad total puede parecer como un llamado de orden
mixto. Létuvé asegura que el eclipse actúa como una verdadera
revelación, tanto más potente porque su advenimiento está constantemente
anunciado por radio y televisión, como un momento en el que el cuerpo se encuentra
en peligro. Algunas personas tienen tanto miedo que decidieron encerrarse en una
habitación totalmente aislada de la luz para escapar a la eventualidad de un accidente. |
|