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El gobierno de Andrés Pastrana cumple hoy un año, pero los primeros regalos fueron un bajón. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) rechazaron ayer retomar las negociaciones de paz si Pastrana sigue demandando la creación de una comisión de verificación para vigilar las actividades de la guerrilla en los 42.000 km2 que les cedió Bogotá. A todo esto, una encuesta de Gallup halló que el 65 por ciento de la opinión pública desaprueba la gestión de Pastrana, y otra de la firma Napoleón Franco que un 54 por ciento apoyaría una intervención armada de Estados Unidos. En Washington, la política de Bill Clinton fue atacada duramente ayer por los republicanos del Congreso, que afirmaron que, por la negligencia de Clinton, Colombia estaba cerca de transformarse en un narcoestado. Al mismo tiempo, la Cancillería brasileña afirmó ayer que no apoyaría una intervención de tipo militar, pero el jefe de la Casa Militar de Brasil, Alberto Cardoso, afirmó que estamos preocupados por la posibilidad de que el problema salpique la frontera. Un problema que aparentemente no va a tener una salida negociada. Las FARC emitieron ayer por Internet un comunicado firmado por su plana mayor en el cual declaraban terminantemente que la comisión no debe impedir el avance de las negociaciones. El comunicado subrayó que la comisión internacional nunca fue fijada en los acuerdos preliminares como una condición indispensable para el diálogo, y recalcaron que no la aceptarían. Las FARC terminaron lavándose las manos de las consecuencias: Quedamos a la espera de la decisión del señor presidente. Pero todo parece indicar que, aunque quisiera, Pastrana ya no tiene margen político para realizar más concesiones a la guerrilla. Dos encuestas en Colombia coincidieron ayer en que el 56 por ciento de la población no aprueba el manejo del presidente de las negociaciones de paz, y el 70 considera que no existe una estrategia clara de paz por parte de su gobierno. Y el apoyo a una intervención norteamericana marca un giro dramático de la opinión pública. El gobierno reiteró ayer que esto era meramente un fantasma. No es claro en qué dirección se inclina Washington en su política hacia Colombia. En la Cámara de Representantes, el jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores, Benjamin Gilman, sostuvo ayer que la política antidrogas de Clinton era un fracaso. La actual administración -denunció Gilman fue por lo menos descuidada y en algunos casos burdamente negligente sobre la amenaza de la droga y el avance de la insurgencia. El congresista consideró que Clinton no tiene una estrategia clara, por lo que apoya el fracasado proceso de paz del presidente Pastrana. A pesar de tener buenas intenciones, Pastrana no puede lograr la paz desde una posición débil concluyó y en el Congreso no queremos una paz en los términos de los narcoterroristas. El zar antidrogas Barry McCaffrey salió al cruce de estas acusaciones declarando ante los congresistas que la crisis en Colombia no se va a resolver exclusivamente con una respuesta militar. Contraatacó afirmando que el Congreso asignó recursos financieros inadecuados para Colombia, y que la política correcta sería respaldar el proceso de paz, brindando entrenamiento, equipos, inteligencia, y recursos apropiados. McCaffrey terminó advirtiendo que debido a las narcoguerrillas el ejército colombiano era actualmente incapaz de llevar a cabo operaciones contra las drogas. Por lo pronto, Clinton enviará el lunes a una comisión de alto nivel encabezada por el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos Thomas Pickering a Colombia para evaluar cómo elevar las capacidades de Colombia para operar con éxito y contribuir al esfuerzo contra las drogas. Y ayer se informó que de Colombia la delegación irá a Venezuela. Objetivo: que el presidente Hugo Chávez revoque su prohibición a los vuelos norteamericanos antidrogas en su espacio aéreo.
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