A fuerza de conceder y de filtrar a los convocados, con la complicidad de la cúspide ruralista, Carlos Menem logró que su undécima y última inauguración de una Exposición palermitana transcurriera sin el hostigamiento que en su momento debió sufrir Alfonsín. Pero ni el propio Gobierno confiaba en un final calmo: como en ciertos partidos de fútbol, parecía haber más policías y activistas que público.
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Por Claudio Zlotnik El operativo antisilbidos rindió los frutos esperados por el Gobierno. Un puñado de anuncios le bastaron a Carlos Menem para desactivar cualquier atisbo de reprobación por parte de los productores. Aunque de manera más fría que otros años, los asociados de la Sociedad Rural saludaron con sus palmas al Presidente. El dato no es menor: tras una decena de visitas confortables, Menem no quería que en esta última, precisamente en el momento de mayor debilidad de su mandato, los hombres de campo le complicaran todavía más el último tramo de su gobierno. Y lo logró. El aplauso de los ruralistas era un objetivo tras el cual el Gobierno venía trabajando desde hacía un par de semanas, después de la marcha de los colonos hasta Plaza de Mayo y de la manifestación en Entre Ríos, que impidió aterrizar al helicóptero presidencial. De la docena de medidas anunciadas por Menem ayer en la Rural, sólo dos fueron novedosas: la eliminación del impuesto al gasoil para el campo y la reducción, para los pequeños productores, del impuesto del 15 por ciento que grava los intereses de los préstamos contraídos. Con respecto al impuesto gasolero, es intención del Gobierno enviar al Congreso un proyecto de ley para eliminar los 12 centavos con que grava cada litro del combustible. Según pudo saber este diario, la exención incluiría al transporte. Pero para que la rebaja no produzca un bache en las cuentas fiscales, se aumentará de 12 a 18 centavos el impuesto que pagan los autos diesel particulares. Menem llegó al picadero de la Rural a las 11 en punto, escoltado por el Regimiento de Granaderos a caballo y las fanfarrias del Alto Perú. La lluvia de ayer sembró charcos y convirtió en barro resbaladizo la tierra del picadero, de modo que el jefe de Estado se vio obligado a dejar de lado el tradicional Cadillac descapotado, que una vez al año introduce a los mandatarios hasta el escenario central ruralista, y abordar el furgón de una Toyota 4x4 todo terreno. Lo acompañaba un granadero, y no el poco amado secretario de Agricultura, Ricardo Novo, contra lo que es tradicional. Menem respondía con besos al aire los aplausos que bajaban desde los cuatro costados, aunque las graderías lucían menos colmadas que otros años. Fíjese que somos todos productores de Buenos Aires y de Córdoba. No hay de las zonas más castigadas, como Entre Ríos. A ellos las invitaciones especiales no les llegaron, comentó a este diario Alberto González, un ruralista de General Villegas. Los memoriosos también recordaban que la denominada tribuna popular de la Rural constaba ayer de unas pocas gradas, y no de las treinta de otras reuniones. Y que, aun así, estaban prácticamente despobladas. Afuera, frente a la entrada de la avenida Sarmiento, se habían estacionado dos docenas de micros escolares, que habían transportado a simpatizantes menemistas. Adentro, unos dos mil policías la misma cantidad que se asigna para cubrir un River-Boca custodiaban a los asistentes. Si al Gobierno la plata no le alcanza, a nosotros tampoco, le enrostró Enrique Crotto, titular de la Rural, al Presidente. El dirigente balanceó críticas con elogios durante su discurso. Recordó la fuerte caída en los precios de los productos agrícolas a nivel internacional. La conducción económica, desoyendo nuestras advertencias, actuó en sentido totalmente contrario para paliar el daño, implementando medidas erróneas que agudizaron la crisis, acusó. A escasos metros, también en el palco oficial, Roque Fernández sonrió. Puede concluir orgulloso su mandato -remató Crotto mirándolo a Menem. Usted rompió las barreras que impedían el crecimiento de nuestro país, le aseguró. No bien inició su discurso, Menem apeló a la memoria de los hombres de campo. Luego de diez años de sembrar juntos, no podemos permitirnos que el árbol nos tape el bosque. O, para decirlo en términos agropecuarios, que la espiga nos tape el sembradío, dijo. La figura le permitiría refrescar los años de bonanza del campo, cuando las cosechas eran record y los precios internacionales permitían hacer buenos negocios. Pero con lacrisis asiática llegaron los tiempos flacos. Lo que los productores le endilgan al Gobierno es inacción frente a la crisis de los últimos dos años. La recesión complicó aún más la relación campo-Gobierno. Las cuatro entidades agropecuarias realizaron un lock-out de tres días en abril, y otro de cuatro jornadas en mayo, ya sin la Rural. El mes pasado, los productores organizaron un tractorazo hacia la Capital y, unos días más tarde, Menem no pudo asistir a un acto en la entrerriana Villa Mantero por las protestas de los chacareros. Con la inminencia de la visita presidencial a la Rural, el Gobierno fue cediendo ante los reclamos y, una tras otra, las medidas fueron siendo anunciadas: refinanciación de deudas, rebajas en el peaje, ampliación de créditos, postergación de vencimientos impositivos, tasas subsidiadas. El operativo antisilbidos estaba en marcha. Menem salió ayer de la Rural entre aplausos. No había escuchado la rechifla tan temida, con lo que se dio el gusto de terminar invicto tras once visitas consecutivas y de tomarse a risa su propio lapsus, cuando dio por terminado su discurso sin haber declarado oficialmente inaugurada la Exposición. También pudo gozar distendidamente del desfile de los grandes campeones. Lo único que no pudo contemplar fue el tradicional espectáculo ecuestre que año a año le ofrendaba su amigo, Raúl Moneta.
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