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Por David Cufré Ya en su residencia de Brasilia, recién llegado de Montevideo, donde participó activamente de las negociaciones con el gobierno argentino, José Botafogo Gonçalves accedió ayer a un extenso diálogo telefónico con Página/12. Frontal, como siempre ha sido su estilo, el alto funcionario brasileño, que supo ocupar el Ministerio de Industria y ahora se encarga de las tareas vinculadas con el Mercosur, dijo que si el gobierno argentino insiste en limitar el comercio, tendrá que asumir la responsabilidad de ocasionar un serio daño al bloque regional. Desde su rol de secretario ejecutivo del Consejo de Comercio Exterior, cargo para el que fue convocado especialmente por el presidente Fernando Henrique Cardoso, Botafogo Gonçalves ratificó la inflexible posición brasileña ante los reclamos argentinos. Si vamos a frenar el comercio, entonces mejor no tengamos Mercosur, advirtió. ¿Es viable el Mercosur después de la devaluación del real? El punto no es la devaluación, sino que el comercio entre Argentina y Brasil viene cayendo desde mucho antes que dejáramos flotar el tipo de cambio. El sector industrial argentino más sensibilizado en este momento es el calzado. Sin embargo, en los últimos cuatro años bajamos los aranceles del 21 al 0 por ciento y sus exportaciones igual cayeron. Naturalmente que la devaluación cambia los precios relativos, eso no hay que dudarlo. Pero buscar una retracción del comercio es matar al enfermo. Lo que necesita el Mercosur es exportar más, no menos. Es en eso en lo que tenemos que trabajar. Los industriales argentinos sostienen que con la devaluación, Brasil inundará el mercado local con sus productos. Conozco el argumento. Pero estamos en agosto, la devaluación fue en enero, y nuestras exportaciones a la Argentina cayeron un 18 por ciento. Las estadísticas desmienten esa posición. Hay que mirar los hechos, y no hablar de teorías que no tienen fundamentos en los flujos de comercio. ¿Brasil aceptará en las negociaciones de las próximas semanas una limitación transitoria al intercambio de bienes de algunos rubros? Es el tema central, la gran divergencia entre las posturas argentina y brasileña. Hoy el pretexto para limitar el comercio es la devaluación del real, mañana puede ser una crisis climática que lleve a un desbalance del comercio o que se produzca una caída brusca de los activos de los bancos centrales o cualquier otro motivo que afecte la macroeconomía. Sabemos que cualquier empresario molesto con el libre comercio va a encontrar vínculos entre la situación macroeconómica y sus problemas particulares. Si les hacemos caso, entonces mejor no tengamos Mercosur. Porque el Mercosur es exactamente lo contrario a trabar el comercio. El objetivo es tener mercados integrados, para producir a escala y exportar cada vez más. ¿Aun a costa de que determinada coyuntura económica dañe gravemente a algún sector productivo en particular? En Brasil hay doce sectores que piden cerrar el comercio. Hoy los arroceros dicen que no quieren dejar entrar camiones con arroz producido en Argentina. Invocan razones macroeconómicas. Dicen que las tasas de interés en Brasil son del 35 por ciento y en Argentina del 15, y que las condiciones de competencia no están equilibradas. Por lo tanto, quieren que fijemos cupos a la importación. Lo mismo reclaman los productores de lácteos, chocolate, galletas, ropa de cuero y lana, y varios otros rubros. Todos nos golpean la puerta y piden protección. ¿Pero quién va a perder más si entraamos en esa dinámica? A la Argentina no le conviene perder acceso al mercado brasileño. Y a nosotros no nos conviene perder acceso a la Argentina. Perder acceso no es la tarea del Mercosur. En este punto no hay conciliación posible con el gobierno argentino. No vamos a limitar elcomercio, porque lo que está en juego no es el interés de un sector en particular, sino el interés estratégico de los países. ¿El conflicto con los productores de arroz puede disparar peleas aún más graves en el Mercosur? El tema no es sólo el arroz. Situaciones como ésta se pueden repetir. La responsabilidad de los gobiernos es evitar que lesionen al Mercosur. Nosotros no estamos dispuestos a crear barreras artificiales al intercambio de bienes. La posición de los productores de arroz es simétrica a la de los fabricantes de calzado, papel y textiles de Argentina. El problema es político. Si Argentina concede protección ante desequilibrios macroeconómicos, no podremos negarnos a los pedidos de nuestros productores. En ese caso se dispararía una reacción en cadena de pedidos proteccionistas de ambos lados, y los gobiernos no tendríamos capacidad política para administrar esa situación. No importa que digamos que las medidas son transitorias; eso no sirve para nada. Si abrimos una hendija, todos se van a considerar justificados para reclamar medidas. Es un juego que va a matar al Mercosur con dosis crecientes de veneno. ¿Usted está diciendo que, si Argentina no cede en este tema, el Mercosur puede desaparecer? El Mercosur tiene reglas, que se han ido sumando a lo largo de todos estos años. Nosotros decimos muy sencillamente que vamos a respetar todas esas normas. Si el gobierno argentino no cumple las reglas, tendrá que asumir la responsabilidad de provocar un serio daño al Mercosur. El Mercosur sigue vivo porque tiene reglas. La solución es más Mercosur y no menos. No podemos estar pendientes de un conflicto puntual. Tenemos mecanismos institucionales para superar las controversias. Por ejemplo, en el caso de las salvaguardias que Argentina fijó para textiles podemos ir a un tribunal arbitral. Políticamente no sería muy bueno, pero es mejor que poner en duda la continuidad del Mercosur. El gobierno argentino sostiene que el discurso de Brasil es en favor del libre comercio, pero que cada vez que necesitó frenar las importaciones apeló a medidas paraarancelarias. Es decir, que transgredió las normas. En la cuestión de las licencias previas de importación fuimos a un tribunal arbitral. Se llegó a la conclusión de que nuestras medidas no se ajustaban a los compromisos del Mercosur, y nos dieron plazo hasta el 31 de diciembre próximo para retirarlas. Eso en lo formal. Desde el punto de vista del comercio, no hay un solo caso en que esas normas hayan frenado el comercio con Argentina. De ninguna manera hemos afectado los flujos de intercambio ¿Habrá que esperar a que asuma un nuevo gobierno en Argentina para encontrarles solución a los conflictos? Es natural que en períodos preelectorales se demoren decisiones importantes, porque la discusión política interna se radicaliza. Pero no hay que lamentarse. Eso pasa en cualquier país del mundo. Lo importante es que nos acostumbremos a no condicionar la vida institucional del Mercosur con preocupaciones de corto plazo. Hay que evitar caer en la tentación de resolver los problemas internos con medidas proteccionistas. Porque después es muy difícil escapar a esa dinámica. El calendario electoral tenemos que aceptarlo como algo muy positivo, porque para algo somos democracias. ¿Qué posibilidades reales tienen los organismos técnicos del Mercosur, convocados por los ministros en la reunión de Montevideo, de encontrar soluciones a las controversias? Ellos tendrán que acelerar los trabajos en busca de la convergencia. El grupo que va a monitorear los flujos de comercio puede llegar a conclusiones muy importantes. Por ejemplo, que los sectores del calzado de Brasil y la Argentina tienen capacidad de exportar más a terceros países. ¿No es más inteligente trabajar juntos para exportar más a todo el mundoque pelearnos entre nosotros? Si pensamos así, tenemos una oportunidad inmensa de superar nuestros problemas comerciales. ¿Se enojó con Roque Fernández por haber dicho que el real se seguirá depreciando? No soy ministro de Finanzas y no puedo hablar en su nombre. Pero la terminante desmentida de Roque fue suficiente. Ya no es un tema, para mí es como si nunca hubiera existido. Por otra parte, analistas privados de Brasil aseguran que el real se apreciará en los próximos meses, y a fin de año estaría en un nivel de 1,65 por dólar. Por ahora, el gobierno no tiene opinión al respecto.
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