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Como entrevistado, Almodóvar así, a secas, como hace tiempo firma todas sus películas, sin necesidad de recordarle a nadie que se llama Pedro siempre fue un personaje generoso en reflexiones, citas y anécdotas. Pero si hay un periodista que ha sacado lo mejor del director manchego ése es el crítico francés Frédéric Strauss. Autor de un magnífico libroentrevista con el cineasta, publicado un par de años atrás, Strauss se reencontró en abril pasado en Madrid con Almodóvar y ambos discutieron a fondo todo lo que hay que saber sobre Todo sobre mi madre, su película más reciente, que le valió el premio al mejor director en el último Festival de Cannes y que se estrena en Buenos Aires el 19 de este mes. Lo que sigue es parte de esa charla, publicada originalmente en la revista francesa Cahiers du Cinéma. Lo que resulta muy notable y muy fuerte de Todo sobre mi madre es que usted parece haber colocado en ella todo lo que ama: la literatura y la escritura, el espectáculo, las mujeres y las actrices, una madre y su hijo, el universo de los travestis... Uno siente que todo lo que Ud. filma en la película le toca el corazón. Sí, todos esos elementos me son próximos. Desde el principio al fin, la película está compuesta únicamente de cosas que son muy fuertes y muy profundas para mí. Todo sobre mi madre es sobre la creación artística, las mujeres, los hombres, la vida, la muerte, y sin duda se trata de uno de los films más intensos que he realizado. No porque en los otros haya habido secuencias banales, sino porque en éste quise alcanzar lo esencial de cada secuencia utilizando elipsis, y eso le da una sensación de intensidad tal vez incluso un poco asfixiante. La literatura, el teatro, el amor de dos mujeres, la madre herida que lucha, el mundo del travesti, de Agrado (Antonia San Juan) y de la prostitución son temas que ya he tratado pero que esta vez abordo de una manera bastante distinta. Creo que con los mismos elementos y los mismos personajes se pueden realizar miles de películas diferentes. El personaje de Penélope Cruz, la Hermana Rosa, sin duda es el que remite más directamente a su universo, ya que recuerda a las religiosas de Entre tinieblas (1983). Pero la puesta en escena ha cambiado y el tono tampoco es el mismo. Aun cuando yo jamás escribí en un tono paródico, las religiosas de Entre tinieblas pertenecían conscientemente a un universo kitsch. En esa época, mis referencias venían principalmente del cine. Pensaba en Sara Montiel, que interpretaba religiosas, y en cierto cine popular español donde veíamos a las buenas hermanas salvando o educando a las niñas. Eran especies de comedias musicales que sirvieron de trampolín para actrices abundantes que pasaron a ser estrellas de cine, como Marisol o Rocío Durcal. Entre tinieblas es un guiño a ese cine religioso popular y el tratamiento de los personajes intenta una cierta distancia humorística. Hoy en día, cuando invento el personaje de una religiosa, pienso en religiosas verdaderas que hacen obras de caridad, y mis referencias son, sobre todo, artículos del diario El País. El personaje de Penélope puede parecer exagerado, pero pertenece a una realidad que es, en cierto modo, el opuesto exacto del kitsch. El personaje de Rosa me fue inspirado por un artículo sobre religiosas que se consagran especialmente a los travestis e intentan proporcionarles la posibilidad de abandonar la prostitución. Traté de documentarme sobre la actividad de estas religiosas, como lo hago siempre cuando escribo, porque tenía mucha curiosidad de ver cómo se produce la relación entre travestis y religiosas. Pero no obtuvimos permiso para ver esta realidad de cerca. Lo que ha cambiado, en definitiva, con el personaje de la Hermana Rosa es que, al revés de las religiosas de Entre tinieblas que trataban de salvar a las jóvenes pecadoras, ella no trata de salvar a nadie. No está segura ni de Dios ni de nada y su fe va a la deriva, como ella misma. Penélope le ha proporcionado algo muy original y muy fuerte a este personaje de la religiosa. Del mismo modo, el personaje de la madre es muy familiar y muy novedoso. Manuela (Cecilia Roth) es distinta de la madre que encarnó Chus Lampreave en La flor de mi secreto (1995) pero también de Becky del Paramo que interpretó Marisa Paredes en Tacones lejanos (1991). La madre, en mis películas, siempre ha sido una mujer cercana a mi propia madre, incluso cuando ella era más joven, como en el caso del personaje que hizo Carmen Maura en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984). Y siempre es una mujer de la clase social de la que yo provengo. Pero aquí se trata de una madre que no tiene nada que ver con la mía, ni con la figura tradicional de la madre a la que nos acostumbramos con Chus Lampreave. Manuela es una madre argentina, joven y sola, muy diferente también a Becky del Paramo, que estaba inspirada en Lana Turner y en Rocío Durcal, la cantante de la que hablaba antes. Rocío Durcal se fue a México y se convirtió en una inmensa estrella. Hay un eje México-Madrid, así como hay un eje París-Barcelona. ¿Esa es la trayectoria del personaje de Lola (Toni Canto) en Todo sobre mi madre? Sí, conocí mucha gente que viajó a París, se hizo implantar los senos allí para después trabajar en Barcelona, como Lola. Este personaje está directamente inspirado en un travesti que vivía en La Barceloneta con su mujer y le prohibía utilizar ropa sugestiva mientras él andaba en bikini. Cuando me contaron esa historia me quedé helado, porque se trata de una ilustración perfecta del carácter completamente irracional del machismo. Guardé la anécdota con la idea de que algún día me iba a servir y, haciendo la investigación en Barcelona para el personaje de Lola, descubrí cosas verdaderamente increíbles. Encontré un travesti de cuarenta y cinco años que hacía la calle con su hijo, que apenas tenía más de veinte y que también era travesti. ¡Y para su cumpleaños, su padre travesti y su madre le regalaron la operación de senos! De hecho, las escenas más extravagantes de Todo sobre mi madre están totalmente inspiradas en la realidad. El título del film refiere a la identidad de la madre. Hay algo bello y secreto en la relación entre Manuela y Esteban (Eloy Azorín), es una visión de la relación madre e hijo muy particular y que lo implica, pareciera, de modo personal. He pensado mucho sobre las pequeñas escenas que tienen lugar entre ellos. Son las que me dieron más trabajo porque, como Esteban muere muy pronto, todo era esencial. Me gusta lo que filmé pero escribí esas escenas muchísimas veces. Lo que estaba claro para mí, y es un poco autobiográfico, era hacer que la madre leyera algo a su hijo sobre la creación, cuando él está en su cama. Importa poco que sea algo de Truman Capote u otra cosa. Era un capricho personal que me conmovía que una madre revelara un concepto tan fundamental y tan claro como el de la creación de un niño que va a ser un creador. Manuela explica en qué consiste la naturaleza de la creación para concientizar a Esteban y lo hace por medio de las palabras de Truman Capote. Al mismo tiempo, es una escena típica de la relación madre-hijo: Esteban pide que ella le lea algo antes de dormir, como un niño que reclama un cuento. Aunque no sea muy realista, me gusta que la escena se desarrolle así. La idea proviene de un proyecto, que siempre tengo, de hacer un film en video sobre mi madre. Me gustaría ponerle una cámara delante para que hable, y pienso sólo en hacerla hablar todo lo posible. Pero como soy un cineasta y no puedo evitar intervenir en el momento de filmar a mi madre, aunque sea en video, he pensado también en hacerme leer textos que me gustan mucho y que quisiera escuchar en su voz. Es por eso que filmé esa escena en Todo sobre mi madre. Es tu madre quien te trae al mundo y quien te inicia en sus misterios, en las cosas esenciales y en las grandes verdades. Puede que yo idealice a las madres, pero en todo caso las que aparecen en mis películas son iniciadoras. Angela Molina en Carne trémula (1997), por ejemplo, se comporta como unamadre con Liberto Rabal cuando le enseña a hacer el amor lo mejor posible. Ella lo inicia en algo muy importante, como es el acto físico del amor. Todo sobre mi madre habla también del deseo de ser madre. Me recuerda Voy a ser mamá, la canción que usted escribió e interpretó con McNamara en la época de la Movida. ¿Puede tomarse al pie de la letra el título de esa canción? ¡Sí, son mis palabras! (se ríe) Todo sobre mi madre efectivamente es sobre la maternidad y la maternidad dolorosa, no trata únicamente de la maternidad de Manuela sino también de la de Rosa. Está también esa relación entre dos lesbianas que interpretan Marisa Paredes y Candela Peña, que es casi una relación de madre-hija. Pero la película es, ante todo, sobre la puesta en el mundo de un ser, de la maternidad que se vuelve paternidad y viceversa. No me atrevo a utilizar una palabra o la otra para designar a Lola. La película dice también que, más allá de las circunstancias vitales de cada uno, hay un instinto animal que incita a engendrar, a defender aquello que se engendra y a ejercer derechos sobre ese ser. Eso es lo que representa Lola y también lo que puede ser lo más escandaloso del film, pero que reivindico de manera natural. Lola cambia su naturaleza, modifica todo su cuerpo, pero hay algo en ella que permanece intacto. Y eso me conmueve, no sabría decir por qué. La pareja Manuela-Lola es evidentemente extraña, porque el padre se ha transformado en mujer. Pero en esa segunda escena, donde se reencuentran con un segundo Esteban, todo está hecho de un modo muy simple. Lo importante en la pareja Manuela-Lola es que ya no hay odio, que se comprenden en lo que respecta al hijo. Manuela entiende que es de todo punto de vista natural que un padre y un hijo se conozcan y que no es bueno luchar contra ello. Yo quisiera, aunque sea un poco forzado, que el espectador vea este trío no de un modo tolerante sino como algo natural. Lola, Manuela y el segundo Esteban forman una nueva familia, una familia que coincide en valorar sólo lo esencial y para la cual las circunstancias carecen de importancia. Es por eso que Lola, vestida de mujer, puede decirle al niño: Te dejo una muy mala herencia. Cuando le pregunta a Manuela si puede besar a Esteban, ella le responde: Pero por supuesto, hija mía. Se dirige a ella con el femenino de la manera más natural. Aunque atípica, esta familia evoca para mí la variedad de familias que son posibles en este fin de siglo. Si hay algo que caracteriza nuestro fin de siglo es justamente la destrucción de la familia. Es posible, en cambio, crear una familia con otros miembros, con otras relaciones biológicas. Y estas familias pueden ser respetadas como las otras dado que lo esencial es que los miembros que la componen se amen. En Todo sobre mi madre la familia es también el grupo del teatro. ¿Ese aspecto del film está vinculado a la familia que lo rodea en la productora El Deseo? Eso tiene que ver con que soy cineasta y trabajo en equipo, con mucha gente. Me gusta esta idea de la familia, de la gente que trabaja junta, con una base emocional que los une. Pienso que la salud proviene del grupo que te rodea. Uno se siente menos solo y este grupo de trabajo termina por convertirse en tu familia, pero no estaba pensando en esto cuando escribí la película. ¿Ha pensado en Fassbinder y su modo de crear una familia de colaboradores, de combinar la creación y la vida? Soy mucho menos dependiente de la gente que me rodea que Fassbinder, quien tiranizaba a las personas con quienes trabajaba. A comienzos de este año estuve en Río con Caetano Veloso y allí volví a encontrarme con Daniel Schmidt: muchas veces me ha dicho que yo le recordaba a un amigo suyo hasta que comprendí que se refería a Fassbinder. Me sorprendió, porque no creo parecerme en nada a Fassbinder y pienso que Daniel se refería a la mejor época suya, cuando todavía no estaba minado por la droga. Porque lo que me cuentan sobre los últimos años de Fassbinder es siempre la historia de un caos, el retrato de un hombre muy difícil de tratar. Para mí, laidea de un grupo es una cosa diferente. Pero no deseo convertirme en un patrón ni de exigirlo todo, porque nunca ocupé ese lugar. (Traducción de Fernando Martín Peña)
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