Por Miguel Bonasso Según trascendió en esferas
judiciales, el juez federal Claudio Bonadío se apresta a dictar por tercera vez en
dos años el procesamiento de Fernando Burlando, el influyente abogado de los
Horneros, a quien acusa de dos intentos de extorsión. Dos dictámenes anteriores de
Bonadío fueron revocados por la Sala Dos de la Cámara Federal que devolvió el
expediente al juez ordenándole nuevas medidas procesales. En el juzgado federal a cargo
de Bonadío (el número 11) confían en que la tercera sea la vencida y el joven y
poderoso abogado platense que representara a los cuatro lúmpenes de Los Hornos en
el juicio oral por el asesinato de José Luis Cabezas sea a su vez llevado a la
instancia verbal para que se determine si pidió dinero a cambio para arreglar
la situación de dos detenidos en dos diferentes procesos. La decisión de la Cámara es
importante en las actuales circunstancias porque Burlando, a quien se atribuyen fluidas
relaciones con jefes de la Bonaerense, con el ex secretario de Seguridad Alberto Piotti y
con el propio gobernador Eduardo Duhalde, fue una pieza decisiva para que se instalara en
el Caso Cabezas la tesis de que sus defendidos, junto con el oficial Gustavo Prellezo,
eran los autores materiales del crimen. Tesis que dejó de lado la llamada Pista Policial
y llevó al juez de Dolores, José Luis Macchi, a la convicción de que el asesinato
había sido instigado por Gregorio Ríos y ordenado por el jefe de éste, el extinto
Alfredo Yabrán.
La Sala Dos de la Cámara Federal, integrada por los jueces Martín Irurzun, Horacio
Catani y Eduardo Luraschi, es conocida en el foro como la Sala Independiente.
En esferas políticas cercanas a la oposición se la suele considerar estricta y apegada a
derecho en sus fallos. Dos virtudes muy necesarias para decidir si se enjuicia o no a un
abogado con poderosos padrinazgos en la ciudad de La Plata. Como el de Piotti, que fue
juez e integró como diputado la Comisión de Juicio Político que favoreció sus fluidas
relaciones con varios jueces.
Con 400 lucas te sacamos
La causa madre que origina el actual procesamiento se inició en setiembre de 1996 y tuvo
como protagonista al abogado boliviano Germán Núñez González, quien fue procesado y
encarcelado por el juez federal Carlos Branca, acusado de integrar una banda que
conseguía radicaciones truchas para sus compatriotas. Núñez González estaba en la
cárcel y aislado en una celda de castigo (el popular tubo), cuando los
propios carceleros le anunciaron inesperadamente que lo visitarían dos abogados, que
según el registro del penal fueron Fernando Burlando y su socio Martín Cerolini. Los
letrados le habrían ofrecido al colega boliviano conseguir la nulidad de la
causa a cambio de 400 mil dólares. Núñez González olfateó como profesional que la
acusación tenía puntos flojos, dedujo que él mismo podía pelear la nulidad sin
necesidad de intermediarios y rechazó el ofrecimiento. Cerolini, sin embargo, lo habría
visitado dos veces más, reduciendo la tarifa (según el testimonio del detenido) a 200
mil dólares. El boliviano volvió a rechazarlo y finalmente logró ser sobreseído. Pero
antes, por casualidad, conoció a otro procesado de Branca, Ignacio Chuit, que le reveló
una historia similar a la suya y le comentó que en el juzgado a cargo en aquel momento
del juez Branca (el número 12) proponían esa clase de arreglos.
Tu libertad vale
50 mil dólares
Chuit era el dueño de una quinta donde la policía había encontrado 30 kilogramos de
cocaína, por lo que él y otras dos personas fueron presos. De acuerdo con su testimonio,
al día siguiente del allanamiento se presentó en la quinta un desconocido que se
presentó como Rubén Herrera, quien tomó contacto con la cuidadora Rosa Giménez y le
ofreció un abogado para Chuit, que resultó ser Fernando Burlando. Rosa fue llevada por
Herrera al estudio de Burlando, donde le hicieron firmar la correspondiente designación
de letrado. Una vez nombrado, el abogado de los Horneros, habría concurrido a
entrevistarse con Chuit, con quien habría sostenido este diálogo: Tu libertad vale
50 mil dólares. Respuesta: No tengo esa guita. Pero tenés la
quinta. No, es de mi viejo. Bueno, negociemos con tu viejo.
La negociación se hizo por teléfono y fue un fracaso: el padre quería mucho al hijo
pero opinaba que debía joderse por tener droga. A esta altura había tomado
cartas en el asunto la hermana del procesado, Mariana Chuit, quien revocó el poder de
Burlando y nombró como abogada a Diana Conti, actual diputada del Frepaso que hizo la
correspondiente denuncia por extorsión ante la Cámara Federal. El tribunal decidió
iniciar la acción penal y la causa recayó en el juzgado federal número 11 a cargo de
Bonadío. Donde se juntó con la investigación iniciada por el intento de extorsión
contra el abogado boliviano. La instrucción estableció entonces, a través de una serie
de llamadas telefónicas secuenciales, que había una relación estrecha entre Burlando y
Alejandro Moltone, secretario del juzgado de Branca, de fuertes vínculos a su vez con
algunos comisarios de la Bonaerense y Alberto Piotti. El juez Bonadío decidió entonces
procesar a Burlando, Cerolini, Moltone y el intermediario Herrera, el misterioso
intermediario que se presentó en la quinta al día siguiente del allanamiento y es dueño
de un lavadero de autos donde extraña casualidad habría trabajado el Hornero
más comprometido en el Caso Cabezas: Horacio Anselmo Braga. Miembro de la Liga Federal de
Alberto Pierri e integrante de la barra brava de Estudiantes de La Plata. El club de los
amores de Burlando. El abogado platense, por su parte, se ha defendido alegando que hay
una conspiración de dos presos contra él y contra el juzgado número 12, que estuvo a
cargo de Branca hasta que este juez, a su turno, fue sometido a juicio político y
procesado por otros hechos.
Según algunas fuentes judiciales, es probable que Bonadío utilice un concepto procesal
similar al empleado en el caso del ex represor Alfredo Astiz, acusado de incurrir en
apología de la violencia durante un reportaje informal con la periodista Gabriela
Cerutti. Con similar criterio el juez dictaminaría que existen elementos razonables de
duda que deben ser sometidos al debate oral para determinar si Fernando Burlando y los
otros acusados incurrieron o no en el delito de extorsión, en grado de tentativa.
Enigmas y coincidencias
Por M.B.La relación
entre el abogado platense Fernando Burlando y sus defendidos, los maleantes de Los Hornos,
Héctor Retana, Gustavo González, José Luis Auge y Horacio Anselmo Braga parece ser
añeja y plagada de enigmas y sugestivas coincidencias, que van más allá de la común
afición por Estudiantes de La Plata que comparte el joven e influyente letrado con los
cuatro barrabrava de la Liga Federal. Que se han vuelto evangelistas y reciben en la
cárcel un gratificante servicio de cattering de la empresa Grisolia, propiedad del
empresario gastronómico Giusseppe Grisolia, padre de Mauricio Grisolia, prófugo de la
Justicia por evadir impuestos junto con Omar Fassi Lavalle y cuyo abogado es, también,
Fernando Burlando. Un curioso defensor que aconsejó a los horneros que se
autoincriminaran con fervor en el caso Cabezas. Nadie sabe, por ejemplo, quién paga los
honorarios seguramente costosos del joven abogado. Los familiares de los
lúmpenes de Los Hornos declararon reiteradamente a la prensa que ellos no le han dado un
centavo. No pocos observadores han registrado las reuniones entre el abogado de los
horneros y el gobernador Duhalde, a quien Burlando le reconoció públicamente una
gran cintura en momentos en que el juez Macchi, respaldado en la investigación del
comisario Fogelman, daba marchas y contramarchas en la instrucción. Un curioso episodio
muestra que la relación entre defensor y defendidos precedía al caso Cabezas. En 1996,
algunos meses después de la detención de Ignacio Chuit (ver nota central), su hermana
Mariana, a quien acompañaba su novio, un abogado de apellido Millia, sufrieron un asalto
en la quinta allanada por la policía. Fueron apretados, atados y robados por
unos forajidos que se dieron a la fuga. El 26 de abril de 1996, cuando se entregó Braga
por el caso Cabezas, Millia pegó un salto al verlo por televisión y le dijo a Mariana:
¡Oia, ése es el tipo que nos apretó en la quinta!. |
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