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![]() La programación fue muy variada y comenzó desde la mañana. A las 11, una multitud se agolpó en la entrada del Parque de la Ciudad. El motivo: para los festejos del Día del Niño el gobierno dispuso abrir los juegos mecánicos en forma totalmente gratuita. Nadie se hizo esperar. Las autoridades calcularon que, a las 15, ya habían pasado por el lugar unas 25 mil personas. Los juegos del parque se matizaron con grupos musicales de diferentes colectividades, talleres de radios, teatro, y una presentación de Sandra Mihanovich. Por la tarde, la cita era a las 14.30, en la Plaza de Mayo. A esa hora, una columna de padres y chicos avanzaba lentamente para visitar el Cabildo. Otras tres filas de un centenar de personas cada una, se enredaban hasta llegar a tres carpas, dentro de las que los chicos recortaban, pintaban y armaban sus propios barriletes, y diseñaban murales. Diseminados por la plaza, una decena de payasos, mimos, zanquistas y malabaristas congregaba la mirada atenta de los niños. La actividad en la plaza, además de las manualidades, consistió en visitas guiadas alrededor de la Pirámide de Mayo, y a la Casa de la Cultura, en el ex edificio de La Prensa. A las 14.30, 15.30, y 16.30, se habían anunciado visitas al edificio, incluyendo una pintada de cartulinas en el patio central, un taller de tango para chicos, conciertos, y la inesperada propuesta de que los visitantes fueran recibidos por secretarios de la gestión De la Rúa. Allí estaban Cecilia Felgueras, secretaria de Promoción Social; Hernán Lombardi, de Turismo; y Darío Lopérfido, de Cultura. Les explicamos en qué consistía nuestro trabajo, y los invitamos a que escribieran sus propuestas, qué es lo que quisieran hacer si fueran ellos los funcionarios, explicó Felgueras a este diario. Según las sugerencias escritas por los mismos chicos sobre cartulinas o libros, la mayor preocupación fueron los problemas sociales: la falta de trabajo, los jubilados y, muy especialmente, los chicos de la calle. Preguntaban qué pasaba con ellos, dónde estaban, por qué sus papás no tenían trabajo, y nosotros les explicábamos en qué consistían nuestros programas de ayuda social, sostuvo la secretaria de Promoción Social. Otra columna de unos 60 a 100 chicos, subió las escaleras cantando Manuelita, hasta llegar al segundo piso donde se introdujo en el despacho de Lopérfido. El espectáculo era inusual para lo que se supone las formalidades y habituales neurosis de un despacho público: globos pegados al techo, cartulinas garabateadas en colores, payasos y chicos. El cuadro lo cerraba una nena, Nilda, sentada en el escritorio del secretario, redactando a mano su sugerencia: Espero que construllan mas plasas para que muchos chicos las disfruten, había escrito. Lopérfido, de pie, respondía preguntas y esperaba al siguiente malón. Cuando bajó el sol, el espectáculo se concentró sobre la Avenida de Mayo, en una inmensa pantalla recostada contra la plaza, sobre la que se proyectó Mulan, de Walt Disney y un cortometraje sobre los Derechos del Niño. Los autos se encolumnaron sobre la Avenida de Mayo, cortada desde Tacuarí. Los espectadores sintonizaban el sonido desde una radio FM.
PARA LORENZO, EL DIVORCIO ES UNA CAUSA DEL
DELITO
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