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LA ACTUALIDAD SEGUN OTROS DIARIOS DEL MUNDO

Pinochet: sin salida

Los gobiernos de Chile y España quisieron someter el caso Pinochet a un arbitraje internacional. Los socialistas españoles dijeron que pararían la iniciativa si llegaba al Parlamento y el juez Garzón pidió explicaciones. Y si llegara a prosperar, en Gran Bretaña podrían abrir otro proceso, además de los que existen en Francia y Suiza, para impedir la liberación del ex dictador.

El Mundo (Madrid)
Sorprende el reciente recurso de la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Llevado por un prurito escolástico a reafirmarse en sus convicciones, el fiscal emplea argumentos que chocan contra el sentido común, la sensibilidad social, y, tal vez, el ordenamiento jurídico español. La Fiscalía no es un abogado de las partes. Pinochet debe ser juzgado en España porque así lo decidieron once jueces de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Y, en segundo lugar, Pinochet debe ser juzgado en España porque es una cuestión de elemental justicia y de reparación del daño causado a las víctimas de su dictadura.
(Editorial)

ABC (Madrid)
En caso de que prosperara el recurso interpuesto por la Fiscalía, cosa improbable ya que la decisión compete al propio Garzón, las actuaciones contra Pinochet seguirían su cauce jurídico normal. Es cierto que sería un escándalo jurídico, además de ser una ilegalidad, eludir el juicio a Pinochet mediante el arbitraje amistoso entre dos o más países. Ante la iniciativa del gobierno chileno el gobierno español se ha limitado, como es pertinente, a recibir la propuesta y estudiarla. La ley debe ser cumplida, aunque afecte nuestras relaciones con Chile. La ley debe ser cumplida por los jueces. Entre las fuentes del Derecho no se encuentran sus opiniones ni sus rabietas. .
(Editorial)

Colombia: EE.UU. viene marchando

La intervención norteamericana en Colombia aún no tiene forma clara, pero ya nadie duda de que es una intervención. Hoy llega una delegación de alto nivel de la Casa Blanca a Bogotá para reunirse con el presidente Andrés Pastrana. Los países limítrofes de Colombia reforzaron sus fronteras y los reacios a la intervención (Brasil y Venezuela) están reconsiderando sus posiciones.

El Espectador (Bogotá)
Para Estados Unidos, la guerrilla colombiana, financiada en parte por el impuesto de gramaje arrancado a labrava al narcotráfico, es un peligro estratégico, tal vez mayor que el de las drogas. (...) Desde los predios del Tío Sam, el famoso Plan B es ya una realidad; Clinton apoya a Pastrana, mientras que el zar antidrogas muestra los dientes. El viejo truco de la zanahoria y el garrote, tan de moda durante la Administración Barco (...) Si no funciona la terapia pastranista, se intensifican las relaciones entre el Pentágono y las Fuerzas Armadas de Colombia, con la esperanza de que, en una nueva ronda de negociaciones, la paz salga un tantico más barata. Es un problema de costos. Así de sencillo.
(Sergio Otalora Montenegro)

The Washington Post
Lo que el Congreso y el Poder Ejecutivo norteamericano deben hacer es: 1) fortalecer la economía colombiana, porque el presidente Pastrana no puede garantizar la paz si los dólares huyen por miedo al futuro; 2) apoyar agresivamente el proceso de paz y, si no funciona, prepararse para modernizar a largo plazo al Ejército colombiano; 3) hablar con la guerrilla, porque ni el gobierno ni la guerrilla pueden derrotarse. Estados Unidos no se equivoca en América Latina cuando interviene demasiado rápido, sino cuando deja de prestarle atención.
(Bernard Aronson, ex subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos entre 1989 y 1993)

Chávez: ¿el Perón venezolano?

La semana pasada comenzó a sesionar la Asamblea Nacional Constituyente que tendrá a su cargo la reforma de la Carta Magna venezolana. Esta Asamblea, dominada por el oficialismo, es el punto culminante de la “revolución democrática” liderada por el presidente y ex militar golpista Hugo Chávez, cuyo liderazgo ya es comparado con el de Perón en nuestro país.

El Nacional (Caracas)
Lo cierto es que la historia de América Latina está llena de dictadores, déspotas y tiranuelos que fueron populares, y que ganaron las elecciones con que, de tanto en tanto, se gratificaban a sí mismos, para aplacar a la comunidad internacional o para alimentar su propia megalomanía. ¿No es ese el caso de Fidel Castro, decano de caudillos con sus cuarenta años en el poder? ¿No lo fue el del general Perón? (...) Que un número tan elevado de venezolanos apoye los delirios populistas y autocráticos de ese risible personaje que es el teniente coronel Hugo Chávez no hace de éste un demócrata: sólo revela los extremos de desesperación y de incultura cívica de la sociedad venezolana.
(Mario Vargas Llosa)

El País (Madrid)
Los motivos de escepticismo que podrían aparecer alrededor de Chávez no bastan para reducir el fenómeno a un mero brote de populismo, o para convertirlo en un espantapájaros del renacimiento del militarismo. Aún suponiendo que Perón fuera Perón, es decir, que su primer paso por el poder en los años ‘40 y ‘50 correspondiera a la caricatura que de él se hace en los círculos del dogma neoliberal, Chávez no es Perón. Su irrupción no debe simplificarse hasta ignorar las explicaciones más complejas del surgimiento de lo que puede constituir una novedad en el panorama latinoamericano.
(Jorge Castañeda)

 

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