Uno de los mayores expertos israelíes en el fundamentalismo islámico y sus movimientos terroristas da como diagnóstico la posibilidad de que se produzca un tercer atentado contra un objetivo de la comunidad judía en la Argentina. Su advertencia va directamente a la conducción del Estado. |
Por Raúl Kollmann "Hoy hay mucho más peligro de que se produzca un atentado en la Argentina que en 1994". La frase, repetida una y otra vez como un latigazo, es el diagnóstico de uno de los mayores expertos israelíes en fundamentalismo y terrorismo islámico, Emmanuel Sivan, el especialista que precisamente fue enviado a la Argentina enseguida después del atentado contra la AMIA. "En 1994 había fuertes posibilidades de atentados, tanto en Medio Oriente como fuera de Medio Oriente. Ahora, el terrorismo ha sido prácticamente apagado en Túnez, Egipto, Argelia, Palestina e incluso Líbano, porque Siria quiere negociar con Israel y no producir atentados. En Europa y Estados Unidos hay policías fuertes y limpias, de manera que hoy en día los terroristas buscan países como los africanos o la Argentina, donde existe una gran corrupción policial y no se esclarecieron los atentados. Y además, hay en Medio Oriente un proceso de paz en desarrollo, por lo cual los terroristas están más desesperados que nunca. Si yo fuera del gobierno argentino, estaría muy preocupado. Más que preocupado". Sivan no es únicamente un experto en terrorismo sino que además es profesor universitario invitado en Francia y Estados Unidos en materia de fundamentalismo islámico. Ha escrito cinco libros sobre el tema. En esta breve visita a Buenos Aires, auspiciada por la Embajada de Israel, tendrá encuentros con autoridades y especialistas argentinos y habrá un encuentro público, en la comunidad Bet-El (Conde 1860), mañana a las 20. Este fue su diálogo con Página/12. --Para los fundamentalistas --dice Sivan-- es decisivo mostrar que están vivos, que tienen fuerza. Se lo tienen que demostrar a los jóvenes a los que quieren captar y también a quienes les dan dinero, principalmente millonarios islámicos. Ahora bien, en Medio Oriente se les cerraron mucho las posibilidades. Los borraron en casi todos los países y el gran papá Siria ahora no quiere que haya atentados en El Líbano, que está bajo el dominio de Damasco. De manera que tienen que salir fuera de Medio Oriente. --Atentaron en Estados Unidos, con las Torres Gemelas, y también en Europa, como en Londres y París. ¿Por qué atacarían en nuestros países? --En Estados Unidos y Europa les ha ido mal: los agarraron. Por ejemplo, el clérigo ciego Abdel Rahman, que estuvo detrás del ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York, fue condenado a 30 años de cárcel. Los estudiantes palestinos de Londres fueron condenados y lo mismo ocurrió en Francia. Es decir que, antes de atacar en esos países, lo pensarían dos veces. De manera que principalmente apuntan a otras zonas: el modelo de atentado hoy vigente es como los de Argentina o los dos del año pasado en Kenia y Tanzania. No se olvide de que también intentaron volar la Embajada de Israel de Thailandia. --¿El único motivo es buscar países que tengan débiles medidas de seguridad? --Para ellos es fundamental. No es lo mismo organizar un atentado en un país con policía de altos niveles de ineficiencia y corrupción que hacerlo en donde la gente confía en la policía. Cuando yo vine a la Argentina, enseguida después del atentado contra la AMIA, me quedé impresionado: había un gran escepticismo entre los dirigentes judíos porque me decían que las fuerzas de seguridad no iban a encontrar nada. Yo he transitado por muchos países en los que hubo hechos antisemitas, pero es muy distinto si uno puede llamar a la policía y encargarle el caso. Eso me impresionó mucho de la Argentina. --¿Ultimamente los terroristas han introducido alguna novedad técnica? --No, ninguna. Los atentados perpetrados en Africa el año pasado fueron realizados de la misma manera que aquí: coches-bomba. Es un método fácil. No han inventado ningún método sofisticado, como hacían de golpe los soviéticos que crearon un paraguas con la punta envenenada o sutilezas de ese estilo. No, no hay nada de eso. Es el viejo y sencillo método del coche-bomba. --¿Siempre recurren a una conexión local? --Siempre. En todos los casos se han encontrado evidencias de que gente de cada uno de los países les dio apoyo a los ataques. --¿Son de origen islámico? --Cada caso es distinto. En los atentados de Africa participaron cómplices locales, pero de origen islámico. Sin embargo, estamos viendo que en otros casos los terroristas se apoyaron en delincuentes. Les pagan y ya está. Esta cuestión fue motivo de gran debate en la inteligencia soviética de los años de la Guerra Fría. La duda era si utilizar miembros del Partido Comunista o directamente contratar gente a la que se le pagaba por la información. Estuvieron los Rosemberg, que eran militantes y robaron secretos de la bomba atómica, pero cada vez más los soviéticos utilizaron el sistema de la información paga. Es mucho menos complicada. Tengo toda la impresión de que eso es lo que está pasando con las organizaciones terroristas: contratan gente del mundo de la delincuencia o la droga, hombres de las fuerzas de seguridad, que colaboran con ellos a cambio de dinero. --Aquí se ha insistido mucho en que el atentado contra la AMIA tuvo el respaldo de Irán y la participación de diplomáticos iraníes. ¿Hay casos anteriores en que los diplomáticos hayan actuado en los ataques? --Sí, en Francia. La mano de obra de los atentados con bomba fue de libaneses, pero las órdenes las dio un traductor de la Embajada de Irán, que era el jefe de inteligencia. Al final los franceses, que no querían más enfrentamientos, le dieron inmunidad diplomática, y el supuesto traductor se fue a Suiza y de ahí volvió a Teherán. Ese es un antecedente. --Bueno, entonces hubo cierto grado de impunidad. --Usted no lo puede comparar con el caso argentino. Si aquí al menos se hubieran averiguado los nombres de los que participaron en los atentados, si de hecho se hubieran esclarecido los atentados, la situación sería otra. Los terroristas lo pensarían dos veces antes de volver a hacer algo aquí. El problema es que la investigación no llegó a buen puerto. --¿Usted piensa que Irán tuvo que ver con los atentados en la Argentina? --Esa pregunta sólo se puede contestar con pruebas que debería haber aportado la investigación. Lo cierto es que en Irán hubo una política de exportar la revolución, una política que todavía existe en el sector más duro. Si usted me pregunta si hoy el presidente Jatami pondría en marcha un atentado, mi respuesta es: seguro que no. Pero en Irán está el sector duro, que además controla los servicios de inteligencia. Tienen dinero y tienen el aparato. Ellos sí pueden organizar, financiar o alentar un atentado. Están en guerra contra el sector moderado y, además, lo cierto es que el mes pasado los estudiantes perdieron la batalla y los duros están fuertes. No pierda de vista el siguiente dato: hoy en día hay bastantes terroristas desocupados. --¿Qué significa eso? --Con el Medio Oriente candente, hace cinco años, se pusieron en movimiento redes y agentes terroristas. En ese momento, los frentes posibles eran dos: el propio Medio Oriente o el resto del mundo. Hoy, yo diría que el uno o dos por ciento de los actos terroristas puede producirse en Medio Oriente, porque Israel está atento, Siria quiere negociar y no permite ataques, Jordania, Egipto y los demás países no quieren tampoco acciones de ese tipo. De manera que el frente se trasladó al exterior y principalmente a los países como los africanos o los latinoamericanos. --En la Argentina siempre hay rumores de que el millonario saudita Bin Laden va a financiar otro atentado y que podría estar aquí cerca en la triple frontera. --Bin Laden es dinero e ideas, pero no organización. No veo su organización en América latina. Me parece más peligroso el sector duro del régimen iraní. Es una burocracia grande, con recursos enormes y una organización internacional. --Quiero reiterarle entonces la pregunta: ¿está seguro de que Irán estuvo detrás de los atentados de Buenos Aires? --Seguro, seguro, no. Hay que buscar las pruebas, pero es lo mayormente posible. De todas maneras yo le quiero hablar del futuro, no del pasado. Y el futuro, mi advertencia, es que hoy hay mayor peligro de que haya un atentado en Buenos Aires que en 1994. Acá los ataques no fueron esclarecidos y, si yo soy terrorista, eso lo tomo muy en cuenta. Hay terroristas desempleados, con energía, dinero. Venir acá es sencillo. Y en la medida en que avance el proceso de paz en Medio Oriente, los terroristas van a estar cada vez más desesperados por actuar y mostrar su poder. Es irónico, pero es así: hoy hay más peligro que hace cinco años.
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